Te agradezco por ser el único que, aún habiendo una considerable distancia, estés dispuesto a responder mi llamado de auxilio. En cambio, no puedo decir lo mimo de aquél, quien se dice estar presente y no es más que un recuerdo. Quiero que sepas que estas son verdades que ya no busco entre las iluminadas sombras y el cerrillo; porque sé quien y de donde sos. Por qué la naturaleza del lenguaje juega a servirnos de estas palabras eclipsadas y por qué hemos de hurtar de ellas sentidos que no nos conforman. Más te digo que no pretendo resolver ningún enigma, pero, si vivir en los secretos pasadizos de esta ciudad que se oculta detrás de los lejanos árboles.
No soy de refutar verdades que me condenen y tampoco creo en la pureza que muestran mis ojos porque sé, que afuera de este círculo veré: un mundo que dispara contra cenizas bañadas en lava fundida. Asustada correré hacia ese rincón de la habitación, acurrucándome en ese hueco corazón. Me sonreirás, llevarás el cigarrillo a tu boca poniéndonos al descubierto con las enrojecidas cenizas que alumbran nuestro lazo. Para que yo sepa que estas ahí, que ese sos vos y no alguien mas…
Obligado a seguir sonriendo y yo también sonreiré; teniendo los ojos iluminados por ese leve fulgor que succionas a cada momento. Y aunque no me veas tenes que saber que estoy maniatada por invisibles lazos que me sujetan a tu cuerpo…