| -¿Están listos?-Si señor.
 -¿Recuerdan el plan?
 -Por supuesto.
 -Bien. Equipo Rojo (Alan y Jack) irán a la izquierda. Rodríguez y yo iremos por la derecha. ¡Entendido!
 -¡Entendido!
 -¡A darle!
 El capitán abrió de una patada la puerta trasera del edificio donde un criminal tenía cinco personas como rehenes. Entraron. Estaba oscuro y usaron sus lentes de visión nocturna. Avanzaron hasta llegar a unas escaleras. Un hombre con un AK-47 los vio.
 -¡Quietos!
 Jack le disparó cinco veces. EL cuerpo del hombre cayó rodando escaleras abajo.
 -Bien hecho Jack.
 -Gracias señor.
 Llegaron al primer piso. Había dos caminos. Uno a la izquierda y otro a la derecha.
 -Buena suerte chicos.
 -Para usted igual capitán.
 El capitán y Rodríguez se fueron a la derecha y Alan y Jack a la izquierda. Siguieron avanzando. El capitán le puso el brazo a Rodríguez con la intención de detenerlo.
 -¿Qué pasa?
 -Silencio… ¿oyes eso? Alguien viene.
 Y efectivamente un hombre armado salió de un pasillo que conducía a la izquierda. Rodríguez le apuntó a la cabeza,
 -¿Lo mato?
 -No, deja que se vaya… ahora, vamos por el pasillo izquierdo.
 -Es tu última oportunidad Vásquez.
 -No, escúchenme ustedes. Es su última oportunidad para darme los cinco millones que les pedí. Y si no me los dan, todos estos idiotas morirán. ¡Ah! Y también tráiganme una pizza que tengo hambre.
 -Te lo advertimos.
 El capitán y Rodríguez continuaron avanzando. Llegaron a un cuarto. La puerta estaba solo para empujarla. La abrieron lentamente. Una mujer estaba atada de manos y pies. Su boca estaba tapada con cinta. Un hombre con una pistola estaba de espaldas cuidando la otra puerta de la habitación.
 -Hay que ir de manera sigilosa Rodríguez.
 -Entendido.
 El capitán y Rodríguez avanzaban despacio, procurando no hacer ruido. Pero Rodríguez tropezó y el hombre volteó.
 -¡Al suelo o disparo! –dijo el capitán apuntándole al hombre con su M-16.
 -Tú que disparas, y ella –el hombre le apuntó a la mujer en la cabeza- que se viene conmigo.
 -¡Al suelo he dicho!
 -Como quieras.
 Hubo dos disparos. El hombre cayó muerto. El capitán vio a Jack sonriendo en la otra puerta de la habitación.
 -¿Necesita ayuda señor?
 -Gracias Jack. Caballeros libérenla.
 La liberaron
 -Excelente. Ahora, ahora vamos por le pez gordo: Vásquez. ¡Por aquí, síganme!
 El capitán y sus hombres siguieron avanzando por le camino de la derecha. Llegaron a unas escaleras. Las subieron. Siguieron avanzando hasta llegar a una puerta. Durante el camino se encontraron con varios hombres, pero los liquidaron de varios tiros. eL capitán puso su oído en la puerta. Escuchó a un  hombre hablar.
 -Aquí es.
 -¿Entramos todos?
 -No, solo yo. Ustedes, cúbranme. Cuando los necesite los llamo.
 -De acuerdo.
 -Por favor Vásquez, ten algo de sentido común y libera a esa gente.
 -¿Sentido común? Ustedes tendrían que tener sentido común, porque cualquiera con sentido común ya me hubiera traído los cinco millones que pido. Además de mi pizza, claro.
 -Bien, bien. Te traeremos la pizza, pero saldrá de los cinco millones.
 -¿Creen que estoy bromeando verdad?
 -En no lo se, ¿si?
 El capitán abrió lentamente la puerta. Vio a Vásquez hablando por su celular. Estaba de espaldas. Los rehenes están dos a cada lado del cuarto. Se acercó despacio, lo suficiente como para tocarle el hombro.
 -Escúchame, o me traes lo que te pido o si no…
 El capitán le tocó el hombro a Vásquez.
 -Espera, ya te atiendo. Bien, ¿en qué iba? ¡Ah si! O si no…
 El capitán le volvió a tocar el hombro.
 -Que ya te atiendo hombre. Y como le iba diciendo, o si no…
 El capitán le tocó por tercera vez el hombro. Vásquez se enojó.
 -¡Que es lo que quieres por Dios! –dijo Vásquez volteando. Vio al capitán sonriendo.
 -¡Ay no!
 -Ay si.
 El capitán le dio un puñetazo en el rostro que lo dejó en el suelo. Dio la señal para que Jack y el resto entraran.
 -¡FBI, arriba las manos!
 Al ver que le apuntaban con tres M-16, Vásquez no tuvo otra opción más que rendirse. Lo esposaron.
 -Ayúdame a liberar a los rehenes Rodríguez.
 Liberaron a los rehenes y desalojaron el edificio. El jefe del escuadrón y una patrulla se hicieron presentes. Metieron a Vásquez en la patrulla.
 -¿Tienes algo que decir Vásquez? –dijo el capitán sonriendo.
 -Púdrete.
 -Que bien.
 Cerró la puerta. La patrulla encendió la sirena y se fue. El jefe se dirigió al capitán.
 -Gran trabajo capitán.
 -Gracias señor.
 -Tiene muchas agallas capitán. Yo nunca me hubiera atrevido a realizar semejante trabajo. ¿Cuál es su secreto?
 El capitán sonrió.
 -Amo mi trabajo señor, amo mi trabajo.
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