Un puerto sin pasión, dos tristes yolas,
la playa en soledad, los labios presos,
esa calma en tu piel, un mar sin olas,
desdén tras la secuencia de tus besos.

Mi pecho que derrama caracolas,
un nudo atenazando nuestros huesos,
caricias arrumbadas, bocas solas,
amores que se mueren inconfesos.

Confiar la necedad a la inocencia
mientras se fortalecen vanidades
ancladas en rituales de fracaso.

Y luego desgranar sobre tu ausencia
junto con los recuerdos, soledades,
al aceptar que al fin llega el ocaso.