| Orígenes de la revista Papelonia del Sur
 No hace mucho, mi hermanita llegó a casa hecha unas pascuas.
 
 —¡Edy, Edy! ¡Te traigo grandes novedades! ¡Vamos a editar una revista literaria!
 
 La miré ceñudo:
 
 —Esta revista será la número  once o doce, según creo —le contesté
 
 —Y eso ¿qué importa? La llamaremos Papelonia del Sur y entraremos en la línea de distribución de la revista Gente…Se venderá en todo el país. Van a colaborar Huguito y Luisito.
 
 —¡Los sobrinos del pato Donald!
 
 —¡Déjate de chuscadas, que te tengo reservado un papel especial en mi revista!
 
 —Ya me imagino. ¡Tendré que salir a venderla!
 
 —¡Nada de eso! ¡Serás el crítico literario!
 
 Me quedé mudo. Ni en mis peores sueños se me habría imaginado ser un crítico literario, y menos aún en una revista de mi hermana.
 
 —¡Pero si eres tú, la crítica de la familia! Yo te puedo dar algunos cuentos y poemas que tengo y que son inéditos…
 
 —¡No! Yo voy a escribir esta vez. Tengo montones de cuentos, poesías, crónicas y de todo lo que se te ocurra.
 
 —Pero yo jamás he escrito una crítica. Lo más que escribí como crítica fueron algunos comentarios en la Página de los Cuentos y a algunos cuenteros que eran mis amigos. Por lo general mis comentarios solo constan de dos palabras: ¡Qué basura! si el escrito es muy malo y ¡qué bueno! si el texto era mejor.
 
 —¡Basta de escusas! —me interrumpió. —¡Ayúdame con la revista! Yo te daré algunas clases de Crítica Literaria aceleradas y tu harás el resto.
 
 Como donde manda capitán no manda marinero me vi obligado a aceptar.
 
 Primera lección de Crítica Literaria acelerada y condensada
 
 Deberás leer someramente el trabajo que vas a criticar y de acuerdo a la primera impresión que te cause le adjudicarás un código.
 Después de un tiempo prudencial, lo leerás nuevamente con mayor detenimiento y te detendrás en las palabras o frases que te hayan causado una impresión favorable.
 También deberás tener en cuenta lo contrario y verás si el Código esta bien aplicado o hay que cambiarlo.
 Luego lo encasillarás en la Escuela o Postura Literaria que corresponda.
 Puede ser Futurista, Cubista, Versolibrista, Creacionista, Ultraísta, Tactilista, Imaginista, Dadaísta, Fantasista, Simultaneísta, Sincronista, Superrealista, Crepuscular, Expresionista, Estridentista, Unanimista, Paroxista, Neosensible o cien nombres más para invenciones parecidas, rótulos nuevos de cosas viejas chacotas de cenáculos, negaciones de fracasados, disparates de tontos, locuras de enfermos y también intentos de buena fe, aunque de resultados desiguales.
 Siempre se encontrará a algún aspirante a escritor que ensaya alguna de estas gesticulaciones.
 
 —¡Renuncio! Renuncio, hermanita a aprender Crítica Literaria —le digo
 
 —¡Pero si es la primera lección! En unos diez años más  sabrás hacer una crítica con honestidad y maestría…
 
 —Prefiero guiarme por mis instintos primarios. Me gusta o no me gusta. Por eso querida Rita, te dejaré a ti comentar los textos como siempre lo has hecho. Será una revista genial, estoy seguro.
 
 Se fue dando un portazo.
 
 Continuará…
 
 
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