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UNA GATA LLAMADA LORIEN



CAPITULO PRIMERO

Lórien era una gata. Una gata, simplemente. No tenía pedigrí, sus padres no le habían legado preciados genes, raros y valiosos, ni su raza era pura. Pero cualquiera que se hubiera atrevido a cuestionar su linaje se hubiera tenido que enfrentar a sus afiladas garras. Ella era una gata, de la casta de Camina-Solo-De-Noche. Era del Crepúsculo, de las Sombras. Era cazadora, silenciosa, y tenía garras que cortaban más que el viento del invierno. Sí, era una gata.

Vivía con su dueña humana, una joven estudiante. El piso que compartían no estaba mal, según el parecer de Lórien, aunque no hubiera ratones que cazar. El novio de su ama tampoco estaba mal. Le rascaba detrás de las orejas, lo cual agradaba en grado sumo a Lórien. Pero también había dos perros con los que compartir su vida, lo cual ya no era tan de su agrado. Eran grandes, y curiosos. Pero Lórien tenían garras con las cuales mantener a raya su curiosidad. Odín en particular aprendió pronto a no molestar a Lórien.

Una noche de verano, cuando el calor oprimía a Lórien, la gata salió a pasear. La Luna brillaba en lo alto, grande y redonda, y su voz de plata llamaba a Lórien con voz suave, por lo que el animal decidió tomar el fresco. Y encaminó sus pasos hacia los jardines que había al pie del edificio donde vivía. En silencio, como apenas tuvo tiempo de apreciar un gorrión que trasnochó más de la cuenta, por última vez...

Lórien tumbó su cuerpo elástico sobre la hierba, meneando lentamente la cola. Sus orejas giraron un instante, escuchando el tráfico que turbaba ocasionalmente la quietud de la noche, y los ronquidos del vecino del segundo piso. Miró distraída la noche, que para ella realmente era media tarde, pues sus ojos no eran los nuestros. Y miró a la Luna, allá en lo alto.

-"Saludos, Señora"-dijo Lórien, que como todos los gatos era cortés pero altiva.

-"Buena noche y buena caza para ti, Lórien"-respondió amablemente la Luna, que tenía debilidad por los gatos.

-"¿Conocéis mi nombre, Dama-De-Plata"-inquirió Lórien, sorprendida.

-"Estoy en un lugar muy alto, niña. Desde aquí se ven y se oyen muchas cosas"-rió la Luna, complacida-. "Pero, ¿y tú, conoces tu nombre?".

-"Lórien...-respondió lentamente la gata, dudando-. Así me llama mi ama humana. Así me llamo, ¡oh tú, Ojo-Del-Manto-Oscuro!".

-"Pero ése no puede ser tu verdadero nombre, mi gatita-le respondió la Luna plena-. Tu nombre te ha sido dado por humanos, y tú eres de la sangre de Camina-Solo-De-Noche".

-"Es cierto-convino pensativa Lórien (que no era Lórien)-. Tengo otro nombre, pues".

-"¡Oh, pero entonces no sabes ni como te llamas!-la Luna rió silenciosamente, divertida, y fue como si todas las cosas de la Tierra se estremecieran-. Yo de ti me preocuparía, mi querida gata".

-"Turbáis mi noche, Dama Plateada-respondió molesta Lórien-. ¿Cómo podría averiguar mi verdadero nombre, Señora".

-"Eso no es de mi incumbencia, pequeño felino-comentó displicentemente la Luna-. Pero harías bien en preguntarle a los Gatos de Sombra. Ellos saben más que nadie de tu raza".

-"¿Dónde puedo encontrarlos, Caminante-Del-Cielo?"-preguntó Lórien.

-"Lejos, mi gata, muy lejos. Viven en una tierra de crepúsculos perpetuos, de estrellas brillantes. En un lugar donde los sueños respiran, pero también mueren. ¿Deseas visitar tal lugar, tú, que dices llamarte Lórien?-preguntó cortésmente la Dama.

-"Sí, lo deseo. Creo que me gustará tal lugar"-respondió Lórien. Después de todo, era de los que Cazan. Y de los que Acechan.

-"Bien, bien, mi amada gatita-rió la Luna, grandemente complacida-. Pues entonces mírame, mírame fijamente, Lórien, fija tus rasgadas pupilas en mí y camina bajo mi Luz. Tan solo camina".

Lórien clavó su orgullosa mirada en la Dama Plateada, y echó a andar felinamente. Su estilizado cuerpo relucía bajo los haces, hasta que cayó bajo la sombra de un álamo que dormitaba, indiferente a todo. Y Lórien notó que sus ojos, extremadamente sensibles, tardaban en enfocar de nuevo. Porque Lórien ya no caminaba por este Mundo.

CAPITULO SEGUNDO

Lórien parpadeó, aturdida. El súbito cambio de luminosidad la desconcertó un poco, pero la luz no era desagradable en modo alguno. Y Lórien tenía ojos que valían por diez pares humanos. Miró interesada lo que le rodeaba.

Estaba en un bosquecillo, en medio de un camino. Era media tarde, y notaba que el Sol estaba bajo en el horizonte. La temperatura era suave, y la Luna asomaba entre unas nubes altas. Lórien miró inquisitiva a la Dama Plateada, que nada le dijo, sin embargo. En Faerie la Luna no charlaba con los gatos, y tan solo pensaba en reunirse con su amante, el guerrero de dorados cabellos. Pero Lórien no paró mientes en tal cosa, y echó a andar tranquilamente por el camino.

Este era un extraño lugar, se dijo a sí misma. Olisqueó el aire, y le trajo mensajes en parte conocidos, pues reconoció el perfume de varias flores, aunque mucho más embriagadoras que en casa. Estornudó, irritada (Lórien, después de todo, era una gata). Mientras caminaba y observaba (y era observada) saltó repentinamente en el aire, pues un relámpago luminoso y aleteante se cruzó en su camino. Falló por un pelo, pues estaba algo desentrenada, y la cosa luminosa y nerviosa se posó en un rosal cercano, y desde allí el Hada increpó a Lórien, furiosa, lo cual la gata ignoró.

-"¿Dónde podré encontrar a los Gatos de Sombra?-pensaba Lórien. Y en su fuero interno maldijo a la Luna, aunque tan solo un momento, pues los gatos son curiosos. Decidió que tanto valía un paseo en su jardín como en este extraño lugar, y prosiguió su camino despreocupada. Hasta que el aire le trajo otro mensaje, este muy conocido. Entrecerró los ojos, arqueó el lomo, y el susurro que hacía al caminar se mandó a callar a sí mismo. Y Acechó como los gatos saben hacerlo.

-"Malditas ardillas-decía quedamente una voz-. Ya verán, ya verán, un día de estos. En la próxima reunión del Consejo armaré un buen jaleo. ¡No se puede consentir que acaparen todas las bellotas!. Por todas las hojas del Bosque que como me tropiece con un... -y el pequeño ratón de campo no dijo nada más, sino que contempló con ojos anegados de miedo a Lórien, que le apresaba con sus garras. Una gota de sangre punteó su lomo lastimado, y se reflejó inquietantemente en los ojos de la gata. El ratón trasegó saliva, asustado. Algo más que asustado.

-"¡Por favor, mi señora, no me comáis, os lo suplico!"-rogó el ratón con su mejor voz suplicante.

-"¿Por qué no debería hacer eso, pequeño?-preguntó Lórien. Después de todo, no olvidemos que tan solo era una pequeña gata muy lejos de su casa.

-"Estoy seguro que una gran dama como vos encontrará bien poca cosa que hacer conmigo, ¡oh Reina de la noche!"-la aduló el ratón, que ya temblaba como un poseído.

-"Lo que yo haga contigo es asunto mío, mi asustadizo amigo-le replicó Lórien, zarandeándolo juguetonamente-. Tú tienes muy poco que decir al respecto, pequeño".

-"¡Mi señora, a pesar de mi aspecto, tened por seguro que puedo prestaros grandes servicios!-chilló el ratón, que ya se veía destripado-. Si no me usáis como cena, claro está".


Lórien miró al roedor, que de tanto miedo que tenía había dejado de debatirse. Permitió que la saliva resbalara desde uno de sus afilados colmillos, lo cual aterró aún más al animalillo.

-"Tal vez podamos llegar a un acuerdo amistoso y justo, ratoncillo. Tú me dices algo que quiero saber, yo te digo algo que a ti te encantará conocer".

-"Y, ¿qué puede ser lo que yo anhelo conocer, mi dama?-preguntó el ratón, que movía nervioso sus bigotitos.

-"Seguro que te gustaría oír de mis labios que tu vida no acabará entre mis zarpas o mis dientes"-replicó Lórien.

-"Preguntad cualquier cosa, mi dama. Soy vuestro Maestro de Oráculos"-aseveró presuroso el ratón, que empezaba a pensar que podría salir de esta.

-"Bien, ratoncillo. Esta es mi pregunta... ¿dónde puedo encontrar a los Gatos de Sombra?"-el ratón alzó las orejas, sorprendido. Esperaba un difícil acertijo, o una pregunta con trampa (los gatos de Faerie pueden tener muy, muy mala idea), y se encontraba con algo que todo el mundo sabía. Suspiró aliviado, aunque la presión de las garras de Lórien le recordó que los gatos pueden ser impacientes.

-"Es ciertamente una pregunta difícil, mi dama-le dijo el ratoncillo, con tono doctoral (si tal cosa es posible en un ratón de campo, aunque sea faérico)-. Pero habéis tenido la gran suerte de tropezar conmigo, que atesoro vastos conocimientos y un saber que anegaría siete valles... ¡ouch, mi dama, no os impacientéis!-Lórien empezaba a fastidiarse-. Sabed, Señora de los Nocturnos, que los Gatos de Sombra habitan en multitud de lugares a lo largo y ancho de Faerie, pero como supongo que os interesa encontrar a cualquiera de ellos con prontitud, os recomiendo que dirijáis vuestros almohadillados pasos al Retiro de Dafne, un lugar a cuatro búhos y medio de aquí, en dirección Vientofríoarrachas... ¡ouch, ay, quiero decir, unos tres kilómetros al noroeste, mi señora!".

-"Bien, ratoncillo. Creo que has cumplido. Empiezo a pensar que puedes irte. Calmaré mi hambre en otra parte"-le aseguró Lórien, que como todos los gatos puede ser cruel y despiadada pero también cortés y honorable. Depositó al magullado ratón en el suelo, y lo saludó silenciosamente con una inclinación de cabeza. El maltrecho ratón se alisó con dedos torpes el pelaje, y miró disgustado a la gata, aunque prudentemente se tragó ciertas palabras que le hubieran catapultado al estómago del felino. Saludó alegre e hipócritamente con la mano, y tomó el camino de vuelta a casa, procurando no correr. Al cabo de dos minutos, ya no pudo más:

-¡La culpa de todo la tienen las condenadas ardillas!-estalló.

CAPITULO TERCERO

Un Bosque de Faerie puede ser un lugar muy concurrido. Los Bosques de la Tierra Mortal bullen de vida, es cierto. Pero un Bosque en la Tierra del Crepúsculo de Verano puede estar más atestado que el salón de una casa en Nochebuena. Todo esto quiere decir que no tiene nada de extraño que Lórien se tropezara con una caravana de mercaderes que deambulaba por el Bosque.

Eran tres carretas cargadas de cachivaches diversos. Las arrastraban un grupo variopinto de animales. En la primera se afanaban dos mulas convencionales, en la segunda sudaba un corpulento Ogro que cantaba a voz en cuello, visiblemente borracho (de otra manera a ver quién es capaz de convencer a un Ogro para que haga de bestia de tiro). De la tercera se encargaba un saltamontes azul, que la propulsaba a tirones, a saltos mejor dicho. Lórien miró levemente interesada al saltamontes; sería un pequeño tentempié, y su aspecto azul la intrigaba. Pero algo le dijo que sería mejor no meterse con un pequeño saltamontes capaz de arrastrar una carreta de cuatro metros de largo... Dios protege a los niños, a los borrachos y a los gatos extraviados, según parece.

-¡Vaya, vaya, qué tenemos aquí!-clamó una voz chillona. Lórien miró altanera al que se acercaba a ella. Era un hombrecillo de baja estatura, como los niños humanos. Vestía ropas que su ama hubiera calificado de extravagantes, y se tocaba con un llamativo sombrero de copa color verde. En su hombro derecho un hurón contemplaba inquisitivo a Lórien. Lórien le devolvió una mirada indiferente. Vaya, lleva una pajarita roja, observó la gata.

-¡Una gatita perdida, qué te parece!. ¡Debes estar muy triste, gatita!-chilló el hurón, divertido, mientras el hombrecillo que lo llevaba miraba estúpidamente el Bosque.

-"No estoy perdida, hurón. Y me gustaría saber qué te hace pensar que estoy triste"-silabeo Lórien, sacando sus zarpas, que relumbraron suavemente.

-¿No estas perdida?. Entonces es que conoces de donde vienes, dónde estas, y a dónde vas. Es más de lo que puede decir la mayoría de la gente-filosofó el hurón. Lórien miró al animal, cazador como ella. Decididamente se comprendía que el humano (¿humano?) lo llevara.

-"Me dirijo al Retiro de Dafne, cerca de aquí"-le aclaró.

-¡Ah, sí, Dafne!-chilló el hurón, riendo complacido-. Pobrecilla Dafne, que huyendo de los amores de un dios demasiado ardiente tuvo que acabar sus días convertida en arbusto de laurel. ¡Perdimos una hermosa ninfa, de preternatural belleza, y ganamos un sabroso condimento para los guisos!. Personalmente creo que la Creación salió ganando, la verdad-y le guiñó un ojo, socarrón.

-"Eres muy divertido, hurón, pero soy una gata, y tengo mis propios asuntos. Te deseo una buena caza y sigo mi camino"-y Lórien comenzó a andar, siendo detenida por la voz del hurón.

-¿A qué tanta prisa, pequeña?. Creo que nuestros negocios no han concluido aún. Vamos, siéntate sobre tus lindas patas traseras y charlemos. Tal vez desees comprarnos algo. O vender. ¿No te interesaría vender una de tus vidas?. ¡A fin de cuentas te quedaran todavía varias!. Vamos, no me obligues a mantenerte por la fuerza aquí-sonrió, divertido.

-"¿Me amenazas, hurón?-la voz de Lórien era como hielo líquido-. Tendría tu corazón en mi boca antes de que te dieras cuenta...".

-Tal vez, tal vez, mi pequeña gatita-rió el hurón, sacudiendo su cuerpecillo. Pero bruscamente cesaron sus carcajadas, y miró a Lórien con unos ojillos que ardían como brasas-. Lo que es seguro es que no podrías hacer tal cosa con algunos amigos míos. ¿No es así, Ala-Rota?-dijo, elevando la voz. Y Lórien pudo ver que una monstruosa figura bajaba de uno de los carros y se acercaba. Era una aberrante mezcla de humano y reptil, escamoso y con dientes y garras más adecuados para cortar granito que carne. El engendro se situó al lado del hombrecillo y el hurón y miró suplicante a éste. Una cadena de plata tintineaba en su cuello.

-Gatita, te presento a Ala-Rota. Un aprendiz de Mago que pensó que podía engañarme. Estoy seguro que los veintitrés años que lleva a mi servicio le habrán sacado de su error. Aún faltan bastantes empero para que siete veces siete años le liberen. Puede que incluso, si me sirve bien, saque la Maldición que puse en él-acarició al monstruo con su cola, sedosa y suave. El desgraciado se estremeció al contacto, lo que provocó nuevas risas en el hurón, que era algo más que un hurón.

-¡Ja, ja!. Vamos, Ala-Rota, ánimo. Piensa que tu condena es breve, si la comparamos con los que arrastran la primera carreta-Lórien miró a las dos cansadas mulas. Ahora que lo pensaba, tenían un aspecto como de... resignación.

-Cierto, mi querida minina. Una bruja y su aprendiza, que nunca volverán a intentar estafar a un honrado comerciante-respondió el hurón a la inquisitiva mirada de Lórien-. ¿Y tú, mi pequeña gatita?. ¿Qué me ofrecerás a cambio del tiempo que hemos perdido contigo?-la miró, con ojos que eran charcas de veneno-. Y espero que te avengas a pagar algo, so pena de incurrir en mi ira...

Lórien miró al hurón, que en realidad era el Hurón, lo cual no sabía la gata por desgracia. Intuía sin embargo que este hurón estaba por encima de garras y dientes, más allá del colmillo y el Acecho. Y que si intentaba alguna violencia con este animalejo repelente sentiría pronto algún Encanto alrededor de su precioso pelaje, y sería el principio del fin. Por lo que le dijo, melosamente:

-"Nada tengo que ofrecerte, poderoso señor. Nada salvo el collar que adorna mi cuello, regalo de un pretendiente que en noche de Luna tiempo ha llenó mi ánimo de dicha y placer. Tan solo esto tengo, y esto te doy"-. Y el hurón quedó encantado, más que si Lórien le hubiera ofrecido su visión nocturna, o su pelaje fino y sedoso. Por lo que batió palmas con sus delicadas patitas y permitió que Lórien se encaramara en el hombrecillo que le llevaba, y con sus torpes zarpas (para estos menesteres) le colocara su collar de identificación... al reves, esto es, con la placa metálica hacia la carne. Placa que era de hierro. Como notó el Hurón, que era de Faerie.

-¡AAAWWWAAARRRWWWWLLL!-rugió el Hurón, con una voz que hubiera cuadrado a un Dragón. Lórien aprovechó el desorden para huir, como una sombra en los bosques. A sus espaldas quedaron los chillidos y rugidos del Hurón, que como todos los nacidos en Faerie no aman en exceso el hierro frío. Nada sabemos qué fue exactamente del Hurón después de esto, pero se dice que finalmente se desembarazó del collar, sufriendo no obstante una llaga en el cuello hasta el final de sus malévolos días. También se dice que a partir de entonces su corte de hechizados servidores siempre estaba guardada por algún desgraciado metamorfoseado en un gran perro de caza, sabe el Uno por qué razón...

CAPITULO CUARTO

Lórien caminaba cansinamente por el camino. Estaba algo fatigada, y no había comido nada. Sus bellos ojos miraron esperanzados hacia lo alto... nada, ningún pájaro. Salvo un ruiseñor que le cantó burlonamente. La gata bufó, indignada.

Todos los gatos son curiosos, pero nuestra gatita estaba ya deseosa de encontrar a los Gatos de Sombra. Y ya se sabe, según se ha dicho, que cuando anhelamos verdaderamente algo, el Universo entero conspira para que alcancemos nuestro deseo... o eso dicen.

-"Saludos, hermana. ¿Buscas algo o tan solo deambulas en la noche?"-. Lórien miró sobresaltada hacia delante. Pocas criaturas pueden sorprender a un gato, y una de tales criaturas es otro gato, sobre todo si es un Gato de Sombra.

-"Saludos a ti, hermano. Busco ciertamente algo, y creo que lo he encontrado"-respondió ceremoniosamente Lórien-. Era un gato, indudablemente. Pero no lo era. Su cuerpo, elástico y hermoso, agradó mucho a Lórien, que pensó que con gusto hubiera corrido toda la noche ante él. Pero cuando fijaba sus rasgadas pupilas en el Gato de Sombra se daba cuenta que veía, brumosos, los árboles que tras él se alzaban. Y comprendió el porqué de su nombre. Los ojos de su hermano eran rojos, apagados, y danzaban levemente en su rostro, que parecía cubierto de vapores oscuros. Y comprendió también por qué no le había oído acercarse. El Gato de Sombra no hacía absolutamente ningún ruido al desplazarse. Ni siquiera parecía atravesar el aire; era como si... como si fluyera a través del espacio.

-"Tus pupilas son rasgadas, hermana mía. Y tú pelaje es brillante y sedoso. Si adivino lo que buscas, entonces puedo asegurarte que tu búsqueda ha llegado a su fin"-le sonrió, mostrando unos afilados dientes que parecían piedras blancas al fondo de un arroyo.

-"Tal vez más tarde, hermoso y amado-le desilusionó Lórien-. Busco la respuesta a una pregunta que oprime mi espíritu, y ha llegado hasta mis orejas la fama de vuestra sabiduría".

-"Pregunta, gata. La promesa de tus favores acrecentará mi genio. Pregunta, y pueda ser yo más sabio que el más sabio"-su cuerpo se encaramó de un grácil salto en un tronco caído. Sin ruido.

-"Busco un nombre. El mío. Pues el que ahora ostento me fue dado por mis amos humanos, y es penoso no saber lo que es verdaderamente propio. ¿Me ayudarás, bello Gato de Sombra?"-. Los ojos del Gato de Sombra llamearon un instante, misteriosos. Luego saltó a tierra, y fue como si una nube hubiera velado un instante el Sol. Se acercó a Lórien, que se estremeció ante él. Era hermoso, muy hermoso...

-"Siento no poder ayudarte, hermana de mi corazón. Grato hubiera sido para mí el acariciar tu lomo esta noche bajo las estrellas, y cantar contigo la canción más vieja. Pero lo que me pides no está al alcance de mi saber, ni del de ninguno de mis hermanos. Pero una tristeza aun más grande embarga mi corazón, porque puedo ayudarte en parte, y eso me hace muy infeliz..."-y fue como si las sombras que eran su ser se diluyeran y tiñeran de gris.

-"¿Por qué, oh amado, lamentas ayudarme?. Temo no comprender tus palabras"-respondió intrigada Lórien.

-"Lloro, mi amada, porque puedo enviarte a aquel que tiene respuesta a tu enigma. Pero es un ser cruel, y odia a los de nuestra especie. Es el Lobo, uno de los Avatares de tal espíritu, y en su maligno ser están todos aquellos que alguna vez nos persiguieron en bosques y campiñas, ciudades y despoblados. Y si tus padres alguna vez tropezaron con un cánido, entonces este engendro del Infierno seguramente podrá hablarte de ellos. Pero el precio puede ser alto, mi adorada"-y lamió gentilmente a Lórien, que sintió como un viento frío en su hocico, un viento gélido que susurraba sin embargo palabras de amor y dicha.

-"Y, sin embargo, mi amor, nosotros somos gatos. No tenemos otros enemigos que aquellos que aun no hemos hallado. Llévame ante el Lobo, te lo ruego... "-. El Gato de Sombra la miró, con sus ojos relucientes, dos rubíes en un lago de negras aguas.

-"Sea, mi gata. Cerca de aquí reposa la bestia, que está herida y nosotros mantenemos a raya, para impedir que entre en nuestro territorio. Te escoltaré hasta el lugar"-. Y se volvió y echó a andar con un paso grácil como no podría conseguir ningún gato de la Tierra Mortal, cosa que Lórien notó.

CAPITULO QUINTO

Era una cueva oscura y maloliente. De dura piedra, que lastimaba las patitas de Lórien. Pero era una gata, del linaje de Camina-Solo-De-Noche. Y entró sin vacilar.

Sus ojos apenas veían nada, pues la oscuridad era casi absoluta. Y su olfato tan solo percibía un olor como de carroña, pestilente e infecto. Y hasta sus orejas llegó un rumor, que al orientarlas adecuadamente se convirtió en un respiración sofocada de algo grande. Lórien erizó involuntariamente su pelaje, y sacó a medias sus zarpas. Y avanzó hacia una claridad al fondo.

En una cámara natural, iluminada por aberturas superiores, sobre unas pajas amontonadas, descansaba un Lobo. No era una bestia del Infierno, ni un engendro torturado de la Magia, ni un Dragón de fuego y miedo. Tan solo un Lobo. Algo más grande que los perros de Lórien había visto en su hogar. Se fijó atentamente, por si su amado Gato de Sombra se había equivocado. Y vio que el animal tenía varios surcos sanguinolentos en el costado, que supuraban y estaban infestados de moscas. Sus patas descansaban desmayadamente sobre la paja, y su respiración era agotada y sibilante. Y entonces la miró.

Los ojos del Lobo eran brillantes. Lórien sostuvo si mirada sin pestañear, impávida. Y el Lobo entornó sus párpados, sacando su roja lengua... y gruñendo suavemente. Y Lórien sintió al Miedo. Al Miedo, que fluyó mansamente desde el Lobo hasta la gata, subió por sus patitas y la envolvió hasta la punta del último de sus erizados pelos. Y el Miedo paralizó a Lórien, que dejó de respirar, pues en el Lobo estaban todos los lobos, y todos los perros que en el Mundo han sido, y todos los terrores y muertes que han torturado a los gatos desde que el Uno sopló sobre el Abismo. Pero el Lobo dejó de gruñir, y sonrió amistosamente. Entonces Lórien se dio la vuelta y empezó a huir, anegada todavía de miedo, porque el Lobo estaba allí, y era malvado, y poderoso, y era la muerte y el sufrimiento y el dolor y...

-¡Tranquila, pequeña, y no tengas tanta prisa, caramba!-clamó, con voz potente. Y Lórien se detuvo y le miró, porque el Lobo había usado un Hechizo.

-No tengas tanto miedo de mí, pequeña-continuó-. No voy a molestar a nadie durante una buena temporada, y ni siquiera tengo fuerzas para usar otro Hechizo contigo. El Oso se ha encargado de ello-y al decir esto miró tristemente sus heridas, que le dolían en grado sumo-. Pero sin duda habrás venido aquí, al Cubil de Lobo, para algo, ¿no, pequeña?-preguntó el Lobo, inquisitivo.

-"Sí que he venido para algo, Señor Lobo-respondió Lórien, sacudiéndose el miedo-. He venido para haceros una pregunta, y espero de aquel que tanto pesar ha deparado a los míos la gracia de una respuesta".

-¡Ja, ja, ja!-rió el Lobo, divertido-. ¡Una gatita muy audaz, por el colmillo y la sangre!. Y, ¿cual es tu pregunta, si puede saberse?.

-"Mi pregunta es breve y directa, mi señor Lobo-respondió Lórien, bajando un instante la mirada. Pero la alzó al momento y miró al animal orgullosamente-. Señor Lobo... ¿cómo me llamo?".

Y el Lobo rió. Rió con tanta fuerza que los muros de la cueva se estremecieron, y varias esquirlas de piedra se desprendieron del techo, y llovió tierra y raíces secas. Rió hasta que Lórien tuvo que agachar las orejas, creyendo que había enloquecido. Pero de súbito el Lobo dejó de reír y miró a la gata con fijeza.

-Acércate a mí, gatita-dijo, en voz baja. Lórien avanzó unos pasos.

-Más, mi pequeña-susurró el animal. Lórien se situó al alcance de las patas del Lobo.

-Un poco más, caminante nocturna-musitó quedamente el Lobo. Y Lórien avanzó hasta que su delicado hocico quedó casi tocando al Lobo. Sus sensibles bigotitos se estremecieron al tocar el áspero pelaje del predador. Y entonces el Lobo la atrapó con la Mirada.

Lórien miró, y vio en los ojos del Lobo innumerables recuerdos. Vio a Nimrod, poderoso cazador ante el Señor, y a sus pies estaba el Lobo. Vio al Lobo aullar, angustiado, cuando las aguas subían y cubrían Atlantis. Y vio la sangre de los suyos correr entre los dientes del Lobo, y la sangre era como las lágrimas del cielo cuando el Sol tiñe las nubes de rojo. Y entre todas las imágenes que llenaban los ojos del Lobo vio a dos gatos, hermosos y fuertes, hembra y macho, que miraban con ojos tristes las manos humanas que se llevaban a su cría a un destino mejor, como ellos no podrían darle, pero que susurraban su nombre entre los sollozos y lágrimas que los humanos no pueden oír ni ver pero que igualmente nacen del corazón, sean hijos de Adán o hijos de Bast.


-Yo estaba debajo, en una jaula más grande, mi pequeña gata-susurró el Lobo, melancólico-. Y ahora vete, y reflexiona.

La gata que ya no era Lórien salió de la cueva, silenciosa. Se acostó sobre la hierba siempre verde de Faerie, y miró a la Luna llena, que vio su dolor. Y la Luna de Faerie, que buscaba a su amante de dorados cabellos, habló ahora compadecida a la gata, que se durmió con las suaves palabras de plata sonando en sus orejas.

Un Gato de Sombra, en el Retiro de Dafne, que era el reflejo de lo que otrora fue un Bosque, miró a la Luna llena, y meneó tristemente su cabeza brumosa.

CAPITULO SEXTO

-Vaya, ha perdido el collar.

-Será cuestión de ir a la tienda de mi primo a comprar otro.

-No sé cómo se las apaña... Bueno, Lórien, ven aquí. ¡Lórien, Lórien!. ¿Qué le pasa a esta tonta?. Lórien, ven Lórien...

La gata levantó indiferente la cabeza, y miró a los dos humanos. Después volvió a tumbarse.

Texto agregado el 31-08-2004, y leído por 640 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
16-10-2005 Para otra amante de los gatos, tu cuento es maravilloso. Se puede sentir el tono de las voces de los protagonistas y los escenarios también. Eres un maestro con la pluma (perdón, con el teclado)...5* tallerdecosio
05-04-2005 Me encantó tu fabulosa novela, es como el cuento fantástico que nunca lei pero que existe en lo más profundo de mi imaginación errante, que puedo agregar a los comentarios, anteriores al mio, que elocuente frase podría yo decirte para felicitarte, no lo sé, tan solo concluyo mi escueto argumento diciendo: extraordinario escritor de estilo sublime. Saludos. Natalie_Barnes
05-04-2005 Me encantó tu fabulosa novela, es como el cuento fantástico que nunca lei pero que existe en lo más profundo de mi imaginación errante, que puedo agregar a los comentarios, anteriores al mio, que elocuente frase podría yo decirte para felicitarte, no lo sé, tan solo concluyo mi escueto argumento diciendo: extraordinario escritor de estilo sublime. Saludos. Natalie_Barnes
16-11-2004 Lórien, me has atrapado. Me alegro que no hayas comido el ratón, y hayas huido de Huron. Yo también quisiera conocer mi verdadero nombre, llevo el que me dieron dos humanos, y gravaron en una cadenita de oro que llevaba en la muñeca. Hace años. Al humano, díle que me han gustado estos guignos que suelta entre frases y ardillas, como un gato que intenta no tomarse más en serio que le tomaría la luna de plata. pikkabbu
18-10-2004 Fijate como será que tiene razón gatelgto que soy justamente yo, el siguiente en dejar comentario, los lectores y comentadores llegarán, el escrito es un lindo paseo por personificaciones e imágenes que juzgo tienen algo que ver con tus pasiones juveniles. Me refiero a tus preferencias literarias. Bueno, me recuerda en algo a personajes de cómic, y en algo a una fábula. Quizás sea mi averiado cerebro, que está fallando... Un abrazo y mis estrellas. orlandoteran
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