Me dijiste rojo, cuando el cielo era azul, me dijiste cierto cuando mi vida era incierta, me hablaste de Arjona cuando escuchaba a Sabina…

Me enseñaste un faisán, cuando yo admiraba a un cuervo, me miraste con tus ojos magnéticos, cuando yo quería ser ciego…

Me entregaste un rosal cuando yo cultivé un nopal, me hablaste de tus sueños, cuando yo solo quería dormir…

Siempre supe que tu existencia no era lo mejor para aquel que se prepara a morir, o para aquel que se cortó las alas y renunció a volar.

Supe que saberte a mi lado era la cosa más fascinante y atemorizante que jamás he vivido, y que mirarte me hacía destrozar mi tranquilidad.

Porque tú no eres real, no eres de este mundo…

Porque tu presencia en mis sueños, provoca un caos en mi universo.