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Se dice que en cada selva de concreto existen seres extraños, los mas comunes son aquellos que son mitad hombre mitad tortuga, su apariencia se asemeja a la de un ser humano común pero se dice que las heridas, las decepciones, los engaños, la discriminación, la soledad hicieron de sus almas una coraza que pareciera protegerlos de todo lo creen extraño, se que su caminar es algo rústico, lento, con su mirada perdida entre sus pasos y de un corazón tan tenue que pareciera escurrírseles entre sus arrugas.
Yo fui uno de ellos, por muchos años había vivido hondas situaciones y profundas desgracias, siempre de alguna manera lograba sobrevivir a ellas, por lo tanto creí saberlo todo, me creía superior al resto de los que se acomodaban a mi lado, presuntuoso de todas mis mañas y artimañas, me deleitaba de poseer un profundo “Yo”, pero [risa irónica] en realidad todo lo que dejaba ver de mi era falso, la realidad es que aquello solo se sumaba a mis cómplices complejos, esta forma de sobrevivir solo endurecían aun más mi “sólida coraza”, si pudieran haber visto mi interior, era tan diferentes mis emociones que me atrevería a decir que eran antónimas a lo que mostraba, había nobleza, bondad, tristeza, una enorme soledad y una furia impresionante contra este mundo que me condenaba a resguardarme y temerle. Fue precisamente esta combinación de sentimientos los que recargaban mi alma logrando deformarla como un caparazón que asemejaba al de una tortuga, incluso el peso mismo de esa carga me hacia ver impresionante, pero y que, sino no había quien me ayudara a aligerar un poco semejante obligación; el todo me desesperaba, me hastiaba, quería tirarlo todo lo que me hacia parecer agresivo y al mismo tiempo un absurdo.
Trate de vivir mi vida entre la depresión y la lejanía a mis semejantes, aun así pensé muchas veces en superarme, en ser mejor que lo que conocía, incluso soñaba irónicamente en que algún día podría cambiar el mundo en el que todos éramos forzados a vivir, soñaba con ese cambio me despojaría de mi y así por fin despojarme de mi gruesa y pesada envoltura, pero solo logre algunos moretones, un orgullo herido y aferrarme mayormente a mi egocéntrico mundo, [suspiro] camine por largos caminos, acompañado de mi inseparable soledad, pero ¿acaso quiso el destino prepárame para lo que deseaba regalarme mas adelante?, no lo se, pero sucedió que en aquellos paseos solitarios, mientras me encontraba recostado a la sombra de un árbol, note los pies mas hermosos que podían ver mis ojos, los pies de la mujer que cambiaria mi extraña vida, pero no seria así de simple.
Los días junto a ella pasaban rápidamente, empezaba a notar lo que se sentía sonreír, sentir un abrazo, sentir como mi piel se erizaba al escuchar una palabra amable, pero dicen que los vicios no te dejan de un día para otro, así llegue a cometer muchos errores como mi mal genio, mi retraído carácter, mi sencilla y vaga sentir el amor, con algo mas de tiempo ella perdió confianza en mi, empezó a alejarse y no podía evitarlo, el problema ahora ya no era el mundo, el problema era haberme acostumbrado a el, después de tanto haber luchado la perdía, se abría un abismal sentimiento de culpa entre ella y yo, sentía que mi propio cuerpo me estremecía, me acomplejaba, me oprimía mi propia caparazón, me sentía cruel y horriblemente inútil, aquello fue tan desesperante que corriendo hacia un viejo pantano donde se decía que habitaban come hombres, corrí hacia sus oscuras y espesas aguas con la idea de ser devorado por aquellas criaturas, pero resulto que mi coraza era tan resistente que ni ellos con sus afilados dientes lograron herirme ni siquiera un poco, parecía estar condenado a sufrir con ese peso por siempre, estaba desesperado a niveles inimaginables, pedi al cielo que acabara con mi sufrimiento, que viera mis lagrimas como hombre y no como bestia, y mientras gritaba con tanta sinceridad y angustia que me liberara, aquel caparazón se rompió en un millón de pedazos, saliendo de mi cuerpo como gran estallido, aquel enorme pecado había desaparecido y por primera vez en años fui libre, pero aquel milagro cobro su precio, mi vida fue entregada a la humanidad, mi vieja y arrugada humanidad, pero por fin podía sentir el viento suave recorrer mi rostro, me sentía vulnerable a los murmullos de las aves, ilusionado con un mañana, enamorado de lo que hoy era, un hombre libre y feliz.

30 de Noviembre del 2002

Texto agregado el 31-08-2004, y leído por 1436 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-03-2007 Todas las personas que utilizamos ese caparazon en el fondo somos muy sensibles, es por eso que utilizamos el caparazon queriendo aparentar algo q eb realidad no somos gatubela40
 
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