La patada fue muy fuerte que el duro perduro por un largo tiempo. A pesar de que su situación había empeorado y que sus compañeros empezaron a difundir malos rumores sobre él, seguía forme en su objetivo. La disculpa a Elizabeth tenía que ser hoy. El timbre que marcaba el inicio del descanso alegro a todos en el salón, pues esta mañana significo una labor titánica para todos. Pelear con la gramática inglesa, soportar los sermones del profesor de ética y el ambiente pesado y aburrido del de matemáticas, hacían que cualquiera quisiera no volver al otro día. Comparado con el itinerario matutino, el de la tarde era más relajado sobre todo porque no estarían en cerrados entre las cuatro paredes del salón. La primera hora después del descanso seria educación física materia que tendrían que compartir con otro grupo, chicos y chicas debían cambiarse para esta clase en sus respectivos baños y muchas veces por el alboroto muchos podían saltarse la clase sin miedo a que los reportaran o reprobaran ya que el profesor a cargo no le importaba pasar lista y tampoco quería molestarse en buscar a los alumnos que faltaban, además de eso todos sabían que por lo menos un ocho tenían asegurado y a no ser de que fuera una adolecente muy guapa tendrías un diez asegurado, puesto que era tan desobligado y no quería fastidiarse haciendo pruebas extra para quienes no pasaran su materia.
El nuevo plan consistiría en interceptar a Elizabeth a la salida de los baños para llevarla atrás de las bodegas, pues escucho de otros que ese lugar era el más indicado para ir a fumar o simplemente para pasar el rato sin que los prefectos o maestros se dieran cuenta. Así que rápidamente se fue al salón por su ropa de deportes y bajo rápido a los baños para estar listo, tan pronto viera a Elizabeth la tomaría de la mano y la apartaría al lugar indicado para ofrecerle una convincente disculpa, esta acción que imaginaba era un poco temeraria para un chico callado como el pero ni mala reputación que se pudiera ganar con esto le apartaba de su cabeza que tenía que hacer esto.
Estuvo parado frente a los baños de las chicas, pero por más que espero la chica nunca salió, la mayoría de sus compañeros ya estaban en la cancha de la escuela realizando las actividades indicadas por el profesor. Tenía que actuar pronto ya que si no aparecía pronto podría ser descubierto por alguien que no estaba en clase, cuando estaba a punto de desistir un último grupo de chicas salió
-¡No tardes!- se dirigió una a alguien que todavía estaba adentro
Lo primero que pensó fue que Elizabeth era quien estaba adentro. Después de que el grupo de chicas se fue pasaron cinco minutos y no salía nadie, entonces armándose de valor decidió entrar al territorio prohibido. Asegurándose de que no hubiera nadie alrededor, trago saliva y muy despacio cruzo la puerta.
A excepción de algunos detalles el baño de mujeres era idéntico al de hombres, claro que lo más destacado era que este último siempre estaba sucio y las paredes cubiertas con mensajes obscenos.
Una rara sensación comenzó a tomar lugar en el estómago de Andrés, su corazón comenzó a latir de prisa, pero no había nadie a la vista por lo que si Elizabeth estaba aquí todavía se encontraba cambiando en alguno de los vestidores, en ese momento se percató de que esto era una mala idea y que todavía tenía tiempo de retirarse. Junto cuando se dio la vuelta el ruido de la puerta abriéndose de uno de los vestidores lo detuvo, tan pronto el ruido de la puerta se detuvo un olor a cigarrillo inundo el lugar.
-Tú de nuevo- dijo la persona detrás de él. Esa voz tan peculiar que había oído esta mañana le recordó el dolor que había sentido hasta ahora. Al darse la vuelta vestida con su uniforme de educación física estaba la chica que le había propinado una buena patada, en su mano tenía un cigarrillo mismo que se llevó a la boca sin importarle que delante de ella tenía a alguien que podía delatarla.
-Y bien vienes por más de lo esta mañana o eres tan idiota que no te diste cuenta que los baños de hombres, si es que eres uno, están del otro lado- dijo después de exhalar el humo del cigarro
-Lo siento solo me equivoque de persona- dijo Andrés tartamudeando, he intento salir
-Más te vale que no digas nada de esto-advirtió la chica
-Yo no vi nada- contesto Andrés
-Así me gusta niñita- dijo burlonamente
El ruido de alguien aproximándose detuvo a Andrés he hizo que la chica arrogara su cigarrillo en un retrete
-Sal de aquí- grito la chica – y cuidadito digas que estoy aquí-
-Si salgo ahora seré el único que este en problemas- reclamo Andrés
-Ese es tu problema- contesto la chica
-Si yo me meto en problemas, voy a delatarte- el gesto que hizo la chica después de haber mencionado esto, le indico a Andrés que por muy ruda que fuera no quería meterse en problemas en su segundo día.
La chica rápido lo tomo de la mano y ambos se metieron a un vestidor. El espacio era pequeño por lo que quedaron muy juntos, lo que hizo que Andrés se sonrojara al sentir el pecho de su compañera
-Queda te quieto ahí viene- dijo la chica en voz baja casi susurrándole al oído lo cual empeoro su nerviosismo
Una sombra pasó de largo, y al parecer comenzó a abrir las puertas de los vestidores empezando por el más alejado. Atrevidamente la chica hecho un vistazo y como si hubieran hecho esto muchas veces atrás, a la primera seña Andrés entendió que debía seguirla. Con pasos muy cuidadosos y evitando cualquier ruido, pronto estuvieron en la entrada de los baños sin que la profesora que les daba la espalda se diera cuenta. Apenas estuvieron en la puerta ambos comenzaron a correr, después de un rato se encontraron atrás de una de las bodegas y sin percatarse ambos estaban tomados de las manos
-¡Suéltame, que te crees!- grito la chica, arrojándole la mano
Andrés que apenas estaba recuperando el aire por la pequeña carrera solo pudo formar en sus labios una sonrisa
-¿De qué te ríes?-pregunto la chica enojada
-De nada- fue lo único que Andrés pudo contestar