Entonces caía el sol
quemando las hojas oscilantes
entre la muerte y la libertad
y al tocar los rayos mi mano
se congelaron de vacío
antes de retroceder
hacia las sombras,
las que dormían
entre la calle y las baldosas

yo miraba con las pupilas empañadas
detrás del ventanal
de mi fracaso social
mientras esperaba la noche,
aunque la noche no llego
y el día jamás aflojaría
las ligaduras presionadas
de una vida derribada
a costalazos.

Cada cuerpo acelerado
Cada cabeza en las tinieblas
Son los pasos que vienen y se van
Perdido por el mundo
tanto ahogo en lo profundo
que cedieron al fin mis ojos
Reventando por los aires
obsequiando a los pasantes
triste lluvia de cristales

¡Más todos sonrieron
Y todos se burlaron!
Mientras el calor me iba cocinando
Pellizcándome la carne,
Y devorando a fuego lento
el peor y cruel tormento
el lamento desgarrador...el puñal sutil del sol.