TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / otro_flautista / Encuentro cercano del tercer tipo en el Conurbano

[C:549503]

Encuentro cercano del tercer tipo en el Conurbano

La calle estaba a oscuras, apenas había un foco de luz anaranjada tenue en cuatro cuadras, eso y la luz de la peluquería de enfrente, la cual titilaba iluminando por instantes a la fachada mugrienta del edificio. E.T. estaba ahí sentado, como siempre, en los escalones de la entrada abandonada de la escuela. Enfrente, detrás de un montón de basura, estaba la pared, escenario de lucha entre los grafiteros y los partidos políticos. Hasta hacía unas horas, cuando el sol aún estaba, el "Maka te Amo" era el soberano, pero entonces llegó el "Bonatto Gobernador 2019" y le usurpó el trono.

Ninguna de las conclusiones de Nahuel duraban demasiado, diez segundos, quince, como mucho; pero cuando le llegaban a la mente, tras largos períodos de debate cerebral, se veían claras e indiscutibles, al menos durante sus cortos períodos de vida. Era mejor tener algo en qué pensar, la mayor parte del tiempo manejaba con un rostro de estatua, él no era de los charlatanes, para bien o para mal. Por suerte su pasajera era de las calladas, no dijo nada del clima, del día, del tiempo, de política; en fin, de todas las cosas que prácticamente a nadie le interesan hasta que las nombran en la televisión.

Mirar por la ventanilla mientras se viaja, especialmente si era de noche, fue siempre una de las cosas que más le gustaban. Desde chica odió llegar a destino, el viaje resultaba lo mejor, aunque la vuelta, la cual casi siempre era o en la noche, o en la madrugada, resultaba un final esperanzador de cada salida. Estaba en una de las noches de inspiración, la cual coincidía un poco con la noche del Chivas. Ir a cenar con las chicas era una excusa, ella quería observar.

La Polaca apareció por la esquina y saludó a E.T. dándole la mano, como siempre. Sacó dos cigarrillos arrugados del bolsillo, se llevó uno a la boca y le dio el otro a su amigo.

- No tengo fuego - le dijo E.T.
- Que bajón, yo tampoco - contestó la otra, quitándose el cigarro de la boca.
- Seguro Morocho tiene -.

Se sentó en el escalón junto al chico y se dispuso a mirar su barrio como él mientras tarareaba en susurros una canción. Al rato se asomó delante de ellos, en la calle llena de pozos, el hijo del gordo, quien iba con su hermano Pulguita manejando el carro. La Polaca le señaló a E.T. la carreta.

- ¡Eh, gordo puto! - le gritó la rubia, pero éste ni siquiera los miró, cosa que sí hizo su hermanito.
- ¡¿Qué mirás, gato?! - le preguntó E.T.
- Tomatela, cartonero sucio, andá a chuparle la pija al caballo sarnoso de mierda que tenés - le gritó la Polaca una vez más, haciendo que los cartoneros apuren la marcha, alejándose con el ruido de los cascos en el asfalto.

Nahuel era de los que apenas parpadeaban al conducir. Para colmo siempre estaba prendida la radio, era un contraste extraño el verlo manejar como robot mientras sonaba música disco de lo más alegre y movida. Puede que lo hiciera en parte para mejorar la experiencia del pasajero, pero no era muy efectivo si se lo combinaba con su rostro marmóreo. Sin embargo ahora estaba en una situación ligeramente distinta, su cara seguía ajena al sonido, su mente también, mas en lugar de estar ésta última en el limbo, se encontraba concentrada en un debate interior, tanto que a veces hacía gestos involuntarios con labios y ojos, muecas de los sentimientos y conclusiones que rondaban en su cabeza.
Un mensaje de texto algo cariñoso dirigido a un compañero de trabajo, salidas a pagar algo al banco o viajes para comprar cosas en capital, todas largas y con resultados que despertaban la sospecha en Nahuel. Por momentos era muy obvio que su mujer lo engañaba, mas al instante, con las mismas pruebas y prácticamente igual línea de razonamiento, ella aparecía absuelta del asunto.
No obstante, en aquel preciso momento, pensar se estaba complicando bastante, la inercia era suficiente para conducirlo a él mismo a destino sin prestar mucha atención, pero los pozos que había en la calle que acababa de tomar requerían una mente menos ocupada.

Mientras el auto zigzagueaba esquivando los baches y tambaleaba atravesando los que no podían evitarse, Natalia miraba, algo adormecida por el whiskey, algo que la inspirara de una buena vez por todas. Sacó su cuaderno de notas, como esperando que la presión que ella misma se ejercía diera un mágico resultado. Tal vez el alcohol ya no resultara tan efectivo contra la falta de ideas como antes. Llevó la improvisación a otro nivel y tomó su birome, aunque estuviera a oscuras en aquel coche. Nada, excepto frustración. Soltó el cuaderno y la birome con violencia y se puso a observar nuevamente el mundo exterior, esta vez no tan forzada.
Un almacén casi sin gente, una anciana cruzando la calle con su bastón, un hombre orinando una pared. Suspiró y luego tanteo su bolsillo.

Gritando a lo lejos anunció su llegada Morocho, traía una botella de vidrio pequeña, la cual lanzó contra la pared del pretendiente a gobernador Bonatto. Saludó rápido a E.T. y a la Polaca, la cual le entregó un cigarrillo.

- Vamo a la plaza, acá no pasa nada – dijo Morocho, el cual ya estaba amagando para irse.
- A la plaza no, ahí está el Chino – le contestó E.T.
- ¿Y qué tiene? – le preguntó Morocho, tras lo cual le hizo señas a la rubia para que le diera fuego.
- Que se la pasa dándole al poxi con los villeros esos, – le contestó la Polaca – y no tenemos fuego, apenas le pude chorear estos a mi abuela – agregó luego señalando los cigarros.

Morocho, resignado, se sentó en el escalón con ellos y comenzó a escupir hacia la calle. Los otros entendieron enseguida y compitieron con él para ver quién llegaba más lejos.

- Hace un rato pasó la bola de fraile con Pulguita – dijo la Polaca, para luego superar en distancia al recién llegado.
- ¿El ciruja? – preguntó Morocho y preparó un tiro especial digno de llegar al asfalto.
- Si, lo cagamos a puteadas, se comió los mocos – dijo E.T., el cual, por más que intentara, no tenía tanto alcance en su escupitajo como sus amigos.
- ¿Y por qué no lo cagaron a palo? yo sabés cómo lo mato…
- Se fue a los pedos, ni ganas de correrlo – la charla terminó con un record de la Polaca, la cual superó la zanja y bautizó un bache.

La preocupación por la integridad del auto, el cual debía resistir el escabroso camino, se transformó en miedo por la zona. No demasiado, vale aclarar, pues no era la primera vez que se metía en un barrio oscuro. Normalmente, cuando agarraba por lugares de aquel estilo, los pasajeros se ponían nerviosos, pero la chica que llevaba se mantenía en calma, a pesar de estar continuamente mirando por la ventanilla.
El conductor pretendió esquivar un bache haciendo una maniobra brusca, pero sólo logró meterse en uno muchísimo mayor, ahora con el auto cruzado en diagonal. Las luces apuntaron hacia una de las veredas.
Natalia observaba en frente a tres chicos de más o menos doce años que estaban sentados en las escaleras de un edificio que parecía abandonado. El más chico era oscuro y cabezón, vestía ropa colorida y despareja, seguramente heredada de sus siete hermanos, pensó Natalia. A su lado estaba uno flaco y algo más arreglado, con piel más oscura aún y una cicatriz que hacía que su pelo no creciera uniformemente en su cabeza. Y al lado de éstos, miró a una rubiecita, con unas calzas y un buzo, tenía un cigarro en la mano y sus zapatillas se veían gastadas. Inmediatamente sintió pena por la chica, tan linda. Parecía no encajar en el lugar, aunque sólo pensar en aquello ya la hacía sentir un poco mal consigo misma.
El auto se detuvo bruscamente en el enorme pozo. Nahuel insistió con el acelerador varias veces, pero no hubo caso. Natalia había salido de su transe, justo cuando había encontrado algo que la inspirara un poco. Nahuel se bajó a observar el auto, no había forma de sacarlo, era un bache monstruoso.

- Perdoname, pero no puedo sacarlo – se excusó Nahuel.
- ¿Y qué hago ahora? – le preguntó la escritora.
- Si querés aviso a la remisería para que manden otro enseguida…
- …Bueno, dale – contestó Natalia tras observar el barrio.

Ambos sacaron sus respectivos celulares y llamaron, él a la remisería y a una grúa, y ella a sus amigas. Para cuando cortaron, Nahuel estaba sentado en el capó del auto esperando, mientras que Natalia sacó su último recurso, el cigarrillo de marihuana de su bolsillo. Mas tarde no estaría segura si el efecto fue tan rápido como pareció en ese momento, lo cierto es que comenzó a escribir un poema, el cual le pareció brillante hasta al menos un día después. La inspiración era la rubia, la cual a juzgar por la escritora, se veía como fuera de su sitio, pensar que era una princesa mendiga le pareció nauseabundo e infantil, pero verla como hija de algunos alemanes perdidos le bastó.
Nahuel estaba ocupado llamando a su esposa, la cual no contestaba, obligando a su marido a analizar de nuevo todas las pruebas.
Intoxicada o no, Natalia se acercó a los chicos, ya sin el cigarro en mano, y comenzó a recitarles su recién acabado poema en voz alta. Mientras Morocho le hacía gestos obscenos por la espalda, Natalia seguía con su floreciente arte ante E.T. y la Polaca, que reían con unas escandalosas carcajadas. Una bocina interrumpió la interpretación, Nahuel se acercó para llevarla al auto que acababa de llegar. La escritora caminó hacia el remis y entró.

- ¿Tenés fuego, capo? – le preguntó Morocho a Nahuel, justo antes de que se vaya.
- No me jodas – le respondió el remisero.
- ¡Andate a la mierda cornudo! – le gritó la Polaca mientras Nahuel se retiraba.

Éste último frenó un instante, mirando a la rubia, ella levantaba el mentón y desafiaba al remisero, pero él no supo demostrar más que sorpresa. Volvió luego al auto atascado y, mientras la música disco sonaba, sintió con seguridad que su esposa le era infiel.

Texto agregado el 01-12-2014, y leído por 229 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-12-2014 Tenés habilidad para narrar, sobre todo esta historia donde es el encuentro de vidas diferentes. Muy entretenido. biyu
01-12-2014 https://www.youtube.com/watch?v=s-u45AhGzqU buey99
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]