El comienzo de la noche,
el comienzo del día,
cuando se percibe el pasar de la tenue brisa
y su casto aroma,
5 horas de parques muertos y aceras desoladas,
etapa donde el cielo juega con sus matices,
etapa donde el silencio fluye
como los fantasmas alrededor de la luna,
donde solo se aprecia el cantar
de las aves y grillos en coro,
lapso donde el mar brilla en penumbras,
los bosques en su enigma nocturno y
las calles en su soledad perpetua
espacio minúsculo para las personas y
mayúsculo para los insomnes.
Es cuando el ímpetu del viento matinal
provoca en mí una inefable sensación,
la madrugada termina
el día comienza con su albo cielo seco
dejando en el olvido
aquella etapa melancólica del día.