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Era una de esas, si de esas que no encontrare nunca más, su mirada siempre me dijo claramente que su peculiar forma de ser venia en edición limitada, autografiada, y mejor aún sin haber sido sacada de su caja. Su aspecto era bien definido, su rostro era un ovalo perfecto, todo su rostro era una escultura a la perfecta simetría y aunque la ciencia ya nos haya revelado que esto es falso creo que deberían revaluar su punto de vista mirándola a ella. Sus ojos se hacían pequeños con la sonrisa que solía llevar cuando andaba conmigo y tenían la extraña cualidad de verse tan claros como la miel cuando la veía de cerca pero a lo lejos se veían de un color café intenso casi rayando con el negro, eran hermosos casi de caricatura. por último merece una ilustración a parte, su sonrisa, de esas que enamoran con solo verlas, amplia como el mar, ese que ella misma una vez me enseño, así era su sonrisa; pura, franca e inocente como su alma. Solo yo la conocía de esa manera, porque solo yo le conocí el alma, tanto que llegue a sentirla mía.
Muchos podrán amarla, podrán besarla como yo no pude, podrán tenerla pero estoy seguro que ninguno podrá ser uno con ella como lo fuimos cada vez que nos encontrábamos. Pero ya no importaba porque a decir verdad, ella ya había parecido escoger a alguien más, pero como dice mi padre: lo cortés no quita lo valiente y a ella la amo desde esa primera vez que la vi, subida en el altar de la vieja parroquia de nuestro barrio con su camisa amarilla y sus jeans medio punks, su pelo suelto y aun con aire de niña, la amo desde ese día y la seguí amando con la misma intensidad y con el mismo silencio. Siempre a su lado camuflando el amor tras una amistad.
Hubieron mil y una noches en las que fantaseaba una y otra vez con que yo me vestía de valor y le decía que la amaba, pero que la amaba de otra manera, que dejaría todo por ella, que me casaría con ella sin pensarlo dos veces. Pero pensándolo bien, aunque el silencio durante estos cuatro años ha resultado algo doloroso también es cierto que ha sido lo mejor.
En mi cabeza está claro cada momento de oro que pasamos juntos, nuestra primera conversación que duro horas, que nos hizo olvidarnos del mundo y de quienes estaban a nuestro alrededor porque en ese instante no existía el mundo porque el mundo era ella, ella y su cabello castaño miel al aire que andaba libre como su alma, el mundo era ella y su tez blanca, el mundo era ella y su delgada figura, el mundo era ella y sus manos suaves y recias como era ella una caja llena de mil matices que no paró nunca de sorprenderme.

Texto agregado el 15-01-2015, y leído por 56 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
15-01-2015 Me encantaron las metáforas y la manera amorosa con que la describes. Los amores idializados duran para siempre y nada ni nadie puede mancharlos. ***** suedith
15-01-2015 Cuando subes a una mujer a un altar,aparece otro mortal y se la lleva.~OJO~Un Abrazo. gafer
15-01-2015 ¿Y qué pasó finalmente? Sheisan
 
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