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Mucho sufrieron los primeros pobladores llegados de España, no había aquí los frutos a los que estaban acostumbrados, los establos de vacas recién se implantaron en 1539, en materia de azúcar había tal escasez que se prohibió hacer confitura “por ser un regalo ajeno a la templanza” pero la verdad es que era muy escaza al punto de considerarse cargo contra los virreyes, como se ve en la acusación contra el Márquez de cañete por recibir de don Diego de Mora el azucarero de Chicama algunas arrobas amen de confites, el vino que al principio venía desde España se puso tan caro que hubo que regular su venta para que pudiese servir solo para enfermos y necesidades del culto, con el aceite ocurrió casi lo mismo al punto de autorizarse solo para los santos oleos, se prohibió cualquier destilación de grasas así fuera de carneros.



Pero muy pronto dieron las cepas y los olivos traídos por don Antonio de Ribera el alférez real de Lima que se casó con la viuda de don Martin Alcántara; trigo tampoco había lo hizo venir la morisca Beatriz esposa del veedor García de Salcedo y en su propagación tuvo buena parte doña María Escobar, dama principal de los primeros tiempos quien tenía su casa frente a santo domingo por lo que aquella plaza se llamó al principio de doña María de Escobar.



Es así que en los primeros tiempos de la colonia los fundadores comieron carne de llama, maíz, papas, quinua, solo algún tiempo después pudieron regalarse con la carne de puerco y también con pescado, gracias al Alconchil que puso pescadería por lo que desde el siglo XVI la calle del costado de palacio se llamó “pescadería” pronto Lima con rapidez se llenó de jardines, los huertos y las chacras produjeron en abundancia como lo demuestra las cartas de los virreyes a la corte de España, el padre Cobo en sus libros tan llenos de curiosidades y noticias sobre los medios de vida de la ciudad, cuenta la riqueza del valle de tanta y tan variada capacidad productiva.



El agua la tenían que hacer traer del rio con esclavos negros o servidores indios, al cabo de un tiempo se creó la industria de los aguadores y fue de lo más pintoresco, porque los negros que principalmente se dedicaban a ella tuvieron además la misión de perseguir y matar perros vagabundos, decían las venerables Damas antiguas de Lima que desde entonces se denomina “mataperros” a los vagos y traviesos de la ciudad; luego siguió la gran obra de las acequias para la policía interior de las casas, se menciona en algunos documentos antiguos que se recomendaba fueran de ladrillo y cal y no de barro revocado, algunos lo hicieron de piedra, ya desde fines del siglo XVII en la mayoría de moradas limeñas existían silos, cuidaron los conquistadores y primeros vecinos en hacer muchos estanques y reservorios de agua, cavaron pozos y trabajaron mucho por tener servicios corrientes del líquido elemento.



Consta en el libro séptimo del cabildo que va desde 1574 a 1578, que se dispuso soltar el agua de la pila de la plaza el día de Santo Tomas apóstol, domingo 21 de diciembre de 1578, ese día se derramo plata, se corrieron toros y hubo fiesta y regocijo, poco tiempo después debido a los buenos canales que se fabricaron hubo muchas piletas, así lo revela el nombre de algunas calles de ese entonces, desde esa época son los tinajones, destiladeras y los baños secretos en patios floridos; así como se recibía a los virreyes y se festejaban noticias de victorias obtenidas, como las de Lepanto de juan de Austria, la del Márquez de Santa Cruz en las islas terceras, Lima solía expresar su contento con las mejoras urbanas es así que festejaría la implantación del gas en 1855 y en pleno siglo XX recibiría alborozada con arcos y nubes la llegada de la luz eléctrica.



El progreso urbano no era muy superior en otras ciudades del viejo mundo y la civilización occidental, el urbanismo es cosa relativamente nueva, en la ciudad de los Reyes la Lima majestuosa se ocuparon mucho de los menesteres fraganciosos, fueron muy amantes de perfumes y de bálsamos, cuidaron siempre de tener huertos y jardines en sus propias casas aun en el corazón de Lima, todas las mansiones tenían frutos y flores balsámicas en abundancia, trascendían a jazmín y rosas los patios, las salas, recamaras y cuadras, el sahumerio y las misturas ponían una nota de regalo a los sentidos de los visitantes, se usaban perfumadores y pebeteros de oro y plata, eran suntuosos los sahumadores afiligranados algunos, otros macizos y artísticamente labrados, se alquitaraban las flores para tener aromáticas esencias en los patios y chacras limeñas, las damas y los caballeros gustaban de usar perfumes, así lo advierten en su cartas muchos viajeros, en la conocida carta en que Lastarria le cuenta a Mitre su impresión de Lima, resalta el dato curioso del dejo fragancioso de los salones limeños; no solo en las altas clases sino aun en las más humildes de condición había tales usos, Lima fue una ciudad pródigamente florida, las mulatas y sambitas ostentaban jazmines y rosas en los peinados retorcidos, lucían planchadas ropas que sahumaban cuidadosamente y revestían de caseras fragancias a ñorbo, manzanitas de olor y azahares de los naranjos limeños.

Texto agregado el 18-01-2015, y leído por 118 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-01-2015 Muchas gracias por traeros parte de la historia de esa maravillosa ciudad, me trasladaste a la faena de sus pobladores, fui imaginando el paulatino crecimiento y desarrollo de dicha comunidad. Sólo un alcance... ay pobres perritos....Un abrazo, Sheisan
 
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