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Como muchas canciones lo hacen, el hablar de las mañanas del domingo, es una de las liberaciones más exquisitas del alma. El sábado te recibe con sus brazos llenos de problemas y situaciones varias, la noche sonríe con el afán de inducirte toda clase de sentimientos: locura, melancolía, excitación, alegría, entusiasmo y el más fatal (que horriblemente común suena) amor. En tal caso hablaré, un sábado como lo es hoy, de todo ello; mi semana se llena de ciudad y soledad, mi sábado se tiñe del color blanco; aquel blanco en mi mente al ver sus ojos tan abiertos y brillantes. Sinceramente no tengo idea de lo que pasa ahora mismo, estoy seguro de que el futuro es propicio.
Caminaban las calles mientras yo observaba, el sol había salido a castigar la piel y los altos edificios eran el fiel guardián. Las clases de geografía eran amenas con ese profesor gordito y bonachón que me reconocía por traer una playera de una banda clásica. Hablaba de estrellas y planetas, de galaxias y nebulosas, de soles y constelaciones; yo escribía "La espera en el cruce desértico" y "El viernes de verano y su lluvia", la clase obviamente ya la había oído, así que no se me ocurrió mejor idea que hacer algo de lírica.
La noche anterior había llegado de madrugada a casa, me encontraba en una reunión estúpida en la que vi algo peculiar: la prima de mi amigo, con su conducta distraída y amigable, me recordaba algo, no sabía qué, era una nube en mi memoria, era algo que me deprimía tan profundamente y a la vez me llenaba el corazón; todo con tres palabras muy simples: “me probaría esa peluca”.
Bueno, mi concentración era algo inexistente, el salón estaba silencioso y mi mente muy ruidosa. Al lado mío había una chica muy guapa, sabía yo que tenía buen gusto musical y desde hacía tiempo que quería entablar alguna conversación con ella, pues en esa academia de estudios soy nuevo y no conozco a nadie. A pesar de tenerla ahí no me animé a conversar con ella: no usé esas excusas típicas al estudiar tales como, “¿qué dijo?”, “¿me prestarías tus apuntes?”, “oye explícame esto”… Lo consideraba algo trivial, algo, sí, lo mismo de lo que hablaba antes, eso me impedía decirle cualquier cosa. La clase terminó a la una de la tarde.
Caminé por la ciudad como siempre, amo observar a la horrible novia de mi país, pero esa ya es otra historia. El sol calcinaba mi piel y mi mente de las ideas de la noche, sentía el sueño que había llegado a mí hace trece días desde entonces, el paraíso naranja de mi soledad y el paisaje “combi” que tanto apreciaba me inundaba. Absorto en mis pensamientos, tenía el presagio de que algo pasaría, ese día tenía que hacer una visita importante que no cesó mi visión: la soledad hace estragos en mí.
Sin notarlo tenía el polo blanco de Cuba, que ahora mismo estoy llevando, y me encontraba sentado contemplando el paisaje desde la casa de mi hermana. Sabía que ella disfrutaba mi fútil compañía y me encargaba de conversar lo poco que podía, me pensaba ir en media hora pues sabía y tenía claro que no me debía quedar, “lárgate a caminar maldito” repetía cada segundo. Aun así me quedé hasta el oscurecer.
La noche llegó junto con aquello que me recordaban esas tres palabras, todos los visitantes estaban ya festejando el onomástico mientras yo sólo recordaba lo de hace trece días, no era el momento, debía irme, pero la escena de mi sueño fue algo muy extraño como para dejarlo ir. Era enero frente a la ventana y me leyó la mente sin querer, como todo lo que hace conmigo, sin querer me tendió la mano en sincronía con la escena de mis ilusiones nocturnas, ese es su poder, volverme loco. Bueno mi dama de largos cabellos, la noche de enero es y será una de mis escenas favoritas, pero esa ya será otra historia. Querida fenomenal, aún recuerdo tus ojos que me embriagaron con locura, el domingo del día siguiente, para ser exactos en la mañana, mi alma aún seguía turbada; el resto de mi vida, para ser exactos en todo momento, no pienso en nadie más que en tu dulce sosiego y tu sonrisa tan poderosa. Domingo me pacificó y me recordó la noche de enero.


Te quiere, el solín solito nómade de la horrible. Te veo pronto.

Texto agregado el 01-02-2015, y leído por 171 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-02-2015 Me gustó tu relato y como te comenta dfabro, sin duda puedes sacarle mas lustre. Un abrazo, sheisan
01-02-2015 Mi querido amigo tienes una prosa muy adecuada, perfecta para el relato. Muy buen manejo. La historia no esta mal, pero le falta: 1 - una trama : un desarrollo de acontecimientos, escenas, situaciones. 2 - Un final inesperado, eso es fundamental en el micro-cuento. No obstante, tienes la madera necesaria, te doy mi voto de confianza. 5* dfabro
 
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