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Libro de botánica amarilla (sin escamas)



I


Sí. Viajando resulta difícil recordar algo. Los cuerpos de personas familiares (a la vista) se derriten sobre el vidrio por curiosa virtuosidad de la inercia.
Así y todo, por sobre la mínima porción de espacio que reclama la ventana, se podía apreciar tu medio cuerpo. Necedad, mezquindad de tu parte.
¿O de la humanidad? Porque, claro. Ahora se me hacía ligeramente visible que gracias a ésta humanidad y sus delirios de resguardo, de calma, y de escapar de la intemperie, acababa con mi única posibilidad de observarte.
No importa, igual prefiero medio cuerpo. Mas aún si es la mitad mas cercana con respecto del cielo.
Por suerte es esa, y tu mano me dice hola. ¿Lo dice?

Quiero derretirme sobre un libro; regalarle mis ojos, mi destino.
A lo mejor arrancaré alguna letra, como si fuera pétalo de flor que se encierra, que se apaga temblorosa. Y me la guardo en el bolsillo para cuando quieras usarla.

No me ahogo en un vaso de agua, pero tampoco presumo que nado.

Mujer: Dicese del conjunto incongruente de espumas, lo suficientemente análogas a la perdición del entero. Espejo.

A veces recuerdo la proximidad que experimenté frente a un sueño. Estaba tan cerca que casi lo olvido. (O quería olvidarlo)
Reconocí que soñamos lo que alguien nos dijo, aunque ese alguien no exista. Al menos en la forma a la que estamos habituados.

Cerrar los ojos es creerme ciego, pero con la cobardía enorme de saber que puedo abrirlos.

A lo mejor un deja vu sea inversamente proporcional a las ganas que tengamos de que algo suceda infinitamente.
Asociación de ideas de igual temperatura.

Soy preso de mis ojos. Son ellos quienes deciden si serás parte de mi vida. (Luego viene los besos, donde lo quiera o no, comienzo a ser esclavo)
Aquellos días en que jugabamos a escondernos de los ojos (Los de todos)
Días de inenarrable desenfreno.
Recuerdo cómo me escondía en tu pelo, y el mundo se reducía a un perfume.

Desearía ver la sombra de una sombra. La extradición de un cristal hecho polvo. ¿Existe? Si. Si yo lo pienso es porque existe.
Mis manos acarician tu sombra en la pared, a veces fuiste otra. Otras veces fuiste la pared que acariciaba las manos de mi sombra en tus ojos.

Jugar a ser rey o mendigo. Mentira o verdad. Olvidarse de la estatua que construyeron (imos) de uno. Aún sin haber nacido.
Romper con uno mismo, eso es. Preguntarme de la nada si hace frío. (Mirarme a la cara) Luego edificar con canciones lo que alguno no dijo.

Las cosas tienen nombre porque nosotros no.


II

El mejor de los cuentos, sería:

Los mundos son ocho, no uno.
Fin

De ahí en adelante, imaginate todo lo que puede ocurrir. Infinito.
-¿Ves? El arte es fácil, mi amigo. Me dijo un día el recuerdo de mi mismo.
No hace falta que me digan lo que va a ocurrir, no me interesa. Pero si lo que sugiere. Pero si el interrogante, la crísis.
El arte es eso. Crear de mi, un signo de pregunta. Hacer de mi entero un millón de partículas al aire. Aunque esclavas del silencio.
Uno reconoce el buen arte (real) cuando no sabe qué decir.
Lo mismo con el amor. Pero ese es otro cuento.

Si le digo que no al tiempo, le digo que si a la vida. (Viceversa)

Me enamoré tantas veces que ya no sé cómo era. Me gusta cruzarme recuerdos por la calle.

Estoy dejando escapar mi polifuncional complejo de potencias. Mi ciclotímia. ¿Pero eso quería contarlo?
Es lógica tal capacidad. Si cada instante es una eternidad envuelta en velos de misticismo. Cada instante de vida hace las veces de ulterior material de estudio.
Las futuras generaciones traen dudas, como también lo hicimos nosotros. Y no respuestas, como creemos.
Alguien debe construir una verdad alguna vez. Sino siempre la buscaremos. Por los siglos de los siglos, amén.

Extraño la imagen difusa que vi hace nada mas un segundo. Fue una sombra inolvidable. Lástima que te hayas movido.

Algunos árboles se creen muy importantes. Otros no.
No sé a qué otro ser me recuerda. ¿Serán los gatos?

Me gusta imaginar que...
No. A decir verdad me gusta imaginar. Lo que sea. Pero mas me gusta cuando imagino cosas con sal. Arenas de olvido, cárceles de un cuento.
Me gusta derribar la puerta de las cosas. Desarmarlas. Y así anestesiar mis preguntas.
A lo mejor no sé qué quiero en la vida, pero si para qué sirve un desierto.
Creo que es evidente qué desierto es más importante.

Ojalá lloviera en el agua. Y ojalá yo lo viera.

Texto agregado el 02-09-2004, y leído por 285 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
09-08-2005 Confieso que me atrajo el título por razones vocacionales... Luego, un manto de seducción me hizo transitar por éste texto magnífico... No me siento capaz de calificarlo... Para mí lo que vale es el viaje fantástico que tuve al leerlo.. Calliandra
09-08-2005 Confieso que me atrajo el título por razones vocacionales... Luego, un manto de seducción me hizo transitar por éste texto magnífico... No me siento capaz de calificarlo... Para mí lo que vale es el viaje fantástico que tuve al leerlo.. Calliandra
09-08-2005 Confieso que me atrajo el título por razones vocacionales... Luego, un manto de seducción me hizo transitar por éste texto magnífico... No me siento capaz de calificarlo... Para mí lo que vale es el viaje fantástico que tuve al leerlo.. Calliandra
27-09-2004 Es brillante este texto. Transmites muchísimo más que ideas en él, fascinas, encantas al lector. Muy bueno. orlandoteran
17-09-2004 si.... acabo de terminarlo...despues de tres dias... quintana
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