Mi cabeza ya no siente los golpes contra el crudo e insensible muro de la sinrazón,
he estado al otro lado del espejo y no cambió nada,la misma dimensión, la misma utopía lejana y triste.
No está la gracia en el destino ni en el camino andado,
la luz obscura no se deja invadir por esperanzas vanas e idiotas ínfulas.
Todo sigue igual, las mismas estaciones, las mismas canciones, gente diferente…
Solo cambian las maletas, vacías otra vez pero sin ganas de colmarse,
los trabajos hercúleos son cada viaje más fáciles, pero a la vez insulsos y sin premio.
El éxito no conduce a ninguna parte, solo a la costumbre, a la comodidad de lo asumido.
Ya la jarra de Pandora está casi vacía, solo la esperanza, terca e inamovible,
continúa sonriéndome tristemente desde el fondo, como dándose por vencida.