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BIG VOYAGER
Jorge Cortés

Yo siempre me vi como que tenía el nopal en la frente. No soy muy moreno, pero tengo el pelo lacio y oscuro, mi barba es bastante rala, y mis ojos son casi negros, tengo las cejas muy pobladas; soy alto, pero nada del otro mundo.
El año pasado, una amiga que trabaja en una línea aérea, me consiguió a precio de regalo un boleto para viajar a Europa, claro está que tenía sus restricciones; la principal es que era un boleto sujeto a espacio, y en el argot de los que viajan mucho, - después sabría el porqué-, les llaman sujetos a humillación.
Antes de mi partida, casi todo fue gusto y emoción, yo desconocía el mecanismo para hacer uso de ese tipo de boletos, sólo me habían dicho que llegara temprano, por aquello de que eran “sujetos a espacio”. Así que llegué al mostrador de la aerolínea como cinco horas antes de la salida.
-Mi vuelo sale hasta las dos treinta, ¿puedo documentar de una vez?
-Claro, señor, pase usted, permítame sus documentos. ¿A dónde viaja?
-A Madrid, dije con la boca ya llena de gitanerías.
El hombre, de camisa blanca de manga corta con charreteras, corbata negra y sus distintivos y pisa corbatas de alitas doradas, como disfrazado de piloto, tardó varios minutos en anunciarme:
-Pero su boleto es sujeto a espacio, joven ( el “señor” se había esfumado, y el término “sujetos a humillación” comenzaba a tomar sentido en mi cabeza)
-Y eso que quiere decir?
-Mira ,-comenzó el tuteo, cosa que en cualquier otra situación lo habría tomado hasta como un detalle amistoso- por principio de cuentas, tienes que irte a apuntar en la lista al mostrador de salidas nacionales, si a las dos diez el vuelo aun tiene espacio, ahí te avisan , y tienes que correr, porque si no lo pierdes, eh?. Pero mira, pa’ que veas que soy cuate te voy a apuntar de una vez en la lista para que nadie se vaya a apuntar en lo que llegas allá.
- Es decir, que si a las dos diez llega alguien y compra un boleto normal, se va él y no yo? –todavía no comprendía.
- Así es, pero yo creo que si te vas, eh? Hasta ahora hay como veinte lugares disponibles.
- Y no se puede ir adelantando en nada el trámite?, ya ve que con lo del once de septiembre, se tarda uno un montón en pasar los filtros de seguridad...
-No, es rápido, por eso no te preocupes.
Le di las gracias y comencé a caminar hacia la salida nacional a realizar un trámite que verdaderamente me parecía estúpido, pero desgraciadamente no estaba en posición de alegar. A mis espaldas podía imaginar al empleado con una sonrisa ladeada codeando a su compañero y diciendo: “loser”, haciendo una ele con los dedos pulgar e índice de la mano sobre la frente, y refiriéndose a mi persona.
Llamé a mi casa para decir que no sabía aun si me iría, que no lo sabría hasta la hora de la salida, prácticamente, y me metí a desayunar y a hacer tiempo. Como a la una y media, me acerqué al mostrador de la salida nacional para conocer el estatus del vuelo, pero nada me supieron o me quisieron decir, traer cargando las maletas y pasar ese mal rato, bien valían el jugoso descuento con que había comprado mi boleto.
Exactamente a las dos con diez minutos me llamaron.
-Cuantas maletas documenta?, permítame sus documentos, que se hace tarde!!!-decía la señorita bigotona, como si yo fuera el culpable de la demora.
El caso es que parecía que sí me iba, yo no quería darlo por hecho hasta no verme sentado y el avión despegando hacia la madre patria, afortunadamente así fue. Durante el vuelo fui uno más de los pasajeros, o al menos así me hizo sentir la tripulación; ignoro si ellos sabían que viajaba con uno de “esos” boletos, pero para ser fiel a la verdad, me trataron bastante bien.
Madrid, capital de la marcha. Llegué con ganas de comérmela entera, pero con un sueño aplastante. Así que me permití un par de horas a oscuras en mi hostal, para recuperar fuerzas y poder ir a descubrir los sueños tanto tiempo pospuestos. Madrid fue mía, o tal vez yo fui suyo, ahí comencé a notar que no soy tan diferente a los europeos, al menos físicamente; definitivamente no podría pasar por noruego, o por alemán. pero sí por español, italiano, portugués....incluso vasco. Ese jueguito de mimetizarme con los habitantes de mi lugar visitado me iba saliendo muy bien, no tardé mucho en pronunCiar correctamente, y en darle las inflexiones adecuadas a las palabras, ni en aprenderme frases muy locales. Hace tiempo, cuando veía las entrevistas a Hugo Sánchez, quien jugaba ese mismo juego, me parecía de lo más chocante, le gritaba a la pantalla de TV: ¡payaso, renegado!!! pero ahora yo me divertía mucho de tratar de pasar como local. No se por que, pero me atraía mucho ese juego, aunque casi siempre después de un rato me descubrían, yo aun trataba de seguir el juego internacional,- bueno, bueno, soy Argentino- ( y practicaba mi mejor acento porteño), -no, no, soy Chileno, bueno: venezolano, no es cierto; la verdad, la verdad, soy mexicano y a mucha honra! ( y me salía lo chauvinista después de que el gallo cantaba tres veces).
Después de viajar y disfrutar de Sevilla, Granada, Toledo, Valencia, Segovia, me dio por llegar a Logroño, tierra de mi bisabuelo, y ya en aquel periplo sin rienda firme, llegué a Vitoria- Gasteiz, lugar donde aquello del tratar de pasar por local me hizo una mala jugada.
La capital de Alava debe tener unos doscientos veinte mil habitantes, todos hablan castellano, pero muchos prefieren hablar euskera. Yo hace mucho tiempo compuse una canción que era una broma, usé palabras que, según yo, me sonaban a vasco, y las acomodé mas o menos armónicamente; en las fiestas siempre la cantaba y por supuesto las frases sin sentido, me las sabía a la perfección.
Un día, en un bar, decidí hacer la prueba. Traía algunas copas de tinto en la cabeza y me pareció simpático dirigirme a un contertulio recitando la primera estrofa de mi canción.
-Iñaurtíen, pisei alun berguando aplisien, rondiando plasgüisine adetre pirebualedá, artean antolatu diak baita.
-Que dices!!! No te entiendo ni pío.
-Es euskera, le dije con tono confiado.
-Naaaa!... que tu me estás tomando el pelo, eso no es euskera.
-Es euskera puro!, ustedes ya manejan muchas mezclas, y ni enterados!!
- A ver repite lo que acabas de decir...
-Iñaurtíen, pisei alun berguando aplisien, rondiando plasgüisine adetre pirebualedá, artean antolatu diak baita.
- Lo último que dices si es euskera, pero es un galimatías, no has dicho nada, a mi no me vengas!!!
Mi actuación llegó a ser de oscar cuando le dije:- aquí no hay nada de nacionalismo, pensé llegar a casa, pero veo que estaba mal.
El tipo se levantó de la barra sin decir más, y mirándome confuso, salió del bar; por dentro yo me sentía realizado por esa gran actuación , reía como un niño mientras pedía un patxarán al camarero.
Al poco rato, me abordó tremenda moza, yo que no soy bajo, la miraba hacia arriba, rubia, bien torneada, muy arreglada; me di cuenta que demasiado, cuando escuché su ronca voz
- De ‘onde venís, no sois de aquí, eh?...
- Soy de Guipúzcoa, -contesté aun con la duda de si hablaba con él o con ella.- Me notáis fuereño?
- Bah!, sólo un poquito, me invitáis una copa?
- Perdona, no, que espero a mi mujer, venga! Otro día será, ¿vale?
- Naaah!, que mujer!, Me han dicho que tu buscas a la gente de compromiso.
- Que dices? Yo no busco a nadie!, y venga ya... a volar que no quiero que me vean contigo!!!
- Está bien, no os cabreeis, pero si queréis encontraros con la gente del grupo, id a éste bar. Y me tendió una tarjeta que no se entendía nada: roja, toda en vasco, con la ikurriña, esa bandera de Euzkadi que semeja a la inglesa pero en colores rojo blanco y verde. La tarjeta contenía palabras como: Udalbitza, Partzuergoa y Garapeu eta . Batasuna... La única palabra que me sonó familiar, fue “ Batasuna”.
Salí de ahí con la intención de irme a acostar, pero de camino a mi hotel, me topé con un pequeño rótulo igual a la tarjeta, y decidí asomarme a ver de que se trataba, de entrada pensé que sería un bar gay, y la curiosidad me empujó a aquella puerta, pero mi imaginación fue superada.
Adentro se palpaba un ambiente de tensión. Los parroquianos voltearon a mirarme como en un western. Mayoría aplastante de hombres, no me corté y pasé a la barra con ese aplomo que solo se consigue después de haber bebido algunas copas.
-Ponme una caña- La actitud del cantinero era también igualita a la de los western mas malos. Decidí continuar el juego y me sentí Clint Eastwood, recargando los codos en la barra y volteando a darle el frente a la concurrencia, cerveza en mano. Mi seguridad comenzó a esfumarse cuando distinguí al fondo al tipo aquel a quien le había hablado en mi “euskera particular” en el otro bar. Cuchicheaba algo con otros dos barbudos y gruesos tipos, mientras me miraba de reojo. Abandoné mi pose de vaquero y regresé mi mirada hacia la contrabarra, tratando de identificar las botellas disponibles.
No pasó un minuto cuando sentí las punzaditas en mi espalda, eran los tres que antes cuchicheaban. El calvo del bar anterior y los dos siameses barbudos , yo los veía idénticos solo unos treinta centímetros de estatura los diferenciaban.
-Gora Euzkadi, me dijeron.
-Buenas-contesté con la mitad de una sonrisa...supuse que me saludaban en su lengua.
Luego vino un largo discurso de palabras donde predominaba la erre, la ge, la ka, y la zeta, es por demás decir que no comprendí absolutamente nada, pero por un arranque que tuvo que ver con mi instinto de supervivencia, mezclado con el poco juicio que en mi mente reinaba en ese momento, solté de nuevo mi estrofa de canción.
-Iñaurtíen, pisei alun berguando aplisien, rondiando plasgüisine adetre pirebualedá, artean antolatu diak baita.
Volvió una retahíla de vocablos indescifrables, aunque ésta vez salpicado de pequeñas perlas de saliva, y de una actitud no muy amigable. Al darse cuenta de que no entendía nada, el pequeño barbón espetó:
-Qué coños quieres aquí!
-Nada, nada, me tomo mi cerveza y me voy, no busco problemas.
-Por que vienes diciendo que buscas “al grupo”?!- dijo el gran barbón.
-Yo no he dicho tal cosa- respondí tímidamente.
-Claro que sí, me lo has dicho a mi y al Miguelillo!- Dijo el calvito del otro bar.
-Que qué!? Cual Miguelillo?, contigo crucé un par de palabras por hacer plática, yo soy de México ( nuevamente me salió el charro después de los tres cantos del gallo), solo quería un poco de charla, pero no ando buscando nada.
-El Miguelillo te ha dado una tarjeta y por eso estás aquí, cierto?- dijo el gran barbón.
-Ah! Ese Miguelillo...( lo sabía, mi intuición fue superior a mi estado alcohólico).Sí, hombre pero les juro que no buscaba nada, soy completamente heterosexual.
-Puedes decirme, entonces que quisiste decir con aquello de tu iñaurtien de las pelotas, y con lo de que te creías en casa pero que no veías a los nacionalistas?? Primero te lo montas de Vasco y de duro, y aquí niegas lo que insinuabas allá.
-Nada, hombre, fue solo una broma- mi voz comenzaba a quebrarse y mis rodillas a temblar sutilmente.
-De manera que todo era solo una broma, eh? Dijo el pequeño barbas mirando despiadado al calvo.
- Venga!, les invito una cerveza, para reparar el malentendido- dije cuando mis esfínteres estaban a punto de dar de sí.
-Idos a tomar por el culo!-, me dijo uno de ellos y los tres regresaron al rincón donde los había visto.
Yo ya ni terminé mi cerveza, salí tratando de aparentar indiferencia, pero por dentro quería salir corriendo. Afuera del bar, asida de un poste, una cámara grababa a todo aquel que entraba o salía de aquel lugar.
Nada más salí y mis pies comenzaron a trotar y luego a correr, sin que conscientemente lo fuera yo pensando, llegué a mi hotel y me eché a dormir con la certeza que al día siguiente regresaría a Madrid, para continuar mi viaje hacia los otros países planeados en mi itinerario.
Pero no fue así, después de pagar mi cuenta en el hotel, a la salida y con las maletas encima, me detuvieron dos gendarmes que me subieron sin mediar palabra a la camioneta de la guardia nacional, “como un secuestro”, pensaba yo.
-Que pasa!!! Por que me detienen!!?... soy ciudadano mexicano! ¿a dónde me llevan!!?
Los gendarmes intercambiaron miradas con sonrisas de complicidad, pero no dijeron palabra. El trayecto a la comisaría no fue largo, Vitoria es una ciudad pequeña. Al llegar me quitaron mi equipaje, me encerraron en un cuarto con un escritorio , dos sillas y un espejo detrás del cual estaba seguro que vigilaban cada uno de mis movimientos.
-Quiero llamar al consulado mexicano!!!! Gritaba.
Lloré desesperado, pegué de puñetazos al espejo-cristal, primero; durante largo rato amenacé con hacerlo y luego lo hice: tiré una silla contra el cristal con la esperanza de romperlo o al menos de provocar una reacción en la gente del otro lado, pero no hubo nada.
Ni un vaso de agua, ni una palabra por lo menos durante un día y medio –calculo yo, pues el reloj me lo quitaron al igual que las agujetas de mis zapatos y el cinturón-. Para mi fue eterno, me quedé dormido.
Me despertó un zapato de dos tonos de charol en la mejilla.
-Arriba, holgazán, que hay mucho que platicar.!! Me dijo el gordo que los portaba. Se acompañaba de un tipo sin pelo en la parte superior de la cabeza, pero con una greña semipelirroja y china que le llegaba a los hombros, pecoso, con gruesos lentes de pasta y un aliento de cloaca.- Venga! A cantar, pajarillo!
-Exijo hablar a la embajada.! Dije teatralmente, con una mínima esperanza de ser escuchado.
-A que embajada vas a hablar!-vamos por pasos y me vas a decir que sabes de la bomba de la plaza de la virgen blanca.! Dijo el gordo.
-De que me habla!, yo no se nada!, yo soy ciudadano mexicano! Exijo hablar con alguna autoridad!- Y así comenzó mi pesadilla.
Ellos siempre aducían que mis cejas eran de vasco, que me tenían fichado, que aparecía en sus listas de los diez terroristas mas buscados y que ni Dios padre me salvaría.
Me trasladaron a una celda incomunicada, y durante cuatro días me llevaron a la oficinita para hacerme el mas absurdo interrogatorio de que se pueda tener memoria, que donde me habían falsificado mis documentos, que por que tenía un boleto hacia México, que les diera nombres... traté de persuadirlos de mil formas, incluso llegué al cohecho, el dinero que tenía destinado para recorrer otros lugares de Europa, les fue prometido en cuanto saliera ( suponía que había quedado en custodia y que lo habría de recuperar). Después de mucho estira y afloje comenzó otro tipo de interrogatorio.
-Si eres mexicano, ¿qué hacías con esos etarras?
-Fue un malentendido señores, les juro que todo comenzó con una broma.
-Quien es el presidente de México?-Preguntó el pelirrojo
-Vicente Fox Quezada- dije con mas seguridad de la requerida.
-Eso está fácil, ¿quien fue antes de Fox.?
- Ernesto Zedillo
-Y antes?
-Salinas de Gortari...
-A ver canta el himno nacional de Mejico- me dijo el gordo.
-Mexicanos al grito de gue.....Fui interrumpido por una sonora bofetada del pelirrojo.
-Canta bien, no te hagas el chistoso!- Mi voz es ronca y no le gustó el tono bajo que empleaba al cantar.
-Mexicanos al grito de gueeerra...- probé agudizando un poco la voz.
-Ya, ya ,ya que te folle un pez! Eres un gilipollas, no puedo creer que te hayas metido con esos asesinos de la ETA, me dijo como último embate el gordo.
-Le juro que no tengo nada que ver con ellos- suplicaba yo.
-Pasa por tus cosas... pero nos vemos en el cafetín de la esquina, eh? Lo de esas pelas fue un trato.
Me quedé justo con el dinero suficiente para llegar a Madrid, comerme un bocadillo y poder regresar a México.

Mi recorrido a Madrid, fue acompañado de todas las plegarias que me se, lo único que quería era tomar el avión a México y poder comenzar a olvidar mi experiencia por el estúpido juego de querer pasar por local.
Llegué al mostrador, esperando encontrar algún paisano que me diera la bienvenida con una sonrisa; pero el fantasma de los boletos sujetos a humillación, volvió por sus fueros.
-Buenos días, tengo éste boleto para México, como andan de lugares?
Sin contestar mi saludo, y sin voltearme a ver siquiera, estiró el boleto y en el tono más déspota que he oído, la señorita rubia me indicó:
-La lista está allá enfrente, hágase a un lao...
-¿Allá enfrente? –Volteé y a mis espaldas, del otro lado del aancho pasillo, vi un espectáculo poco esperanzador. Afuera de la oficina expendedora de boletos de Aeroméxico, un campamento de unos quince paisanos, con todas sus mochilas y maletas en un solo montón central.
Me dirigí a uno de ellos, para preguntar inocentemente:
-¿Están en lista de espera?
- Desde hace seis días mi buen.- Me dijo el joven de apariencia hippie, con la barba de una semana y el sentido del humor agotado por el momento.- Traes boletos sujetos a espacio?
-Sí,- le contesté esperando lo peor.
- Apúntate, ayer se fueron dos, a ver que lugar te toca...
El ánimo de por sí decaído comenzó a extinguirse casi por completo, cuando me acerqué al mostrador donde estaba la lista, y me anoté en el lugar número ¡ veintiséis ¡.
-¿Se fueron dos?, pregunté incrédulo.
-Si, ha habido días que se van tres , uno y a veces no se va nadie. Es que una conexión que venía de Barcelona llegó tarde, y los llevaron a ellos primero, lo demás es que se ha ido acumulando la lista de los sujetos a humillación, bienvenido al campamento, me dijo.
- Yo estoy frito-le dije-, no traigo una sola peseta, tuve que sobornar a unos polis que me detuvieron por un estúpido malentendido y no cargo tarjetas.
- No te preocupes, somos varios los que vivimos de la caridad de los que se van o de los que si traen lana en el grupo, no falta el juguito, el bocata, o el dulce.
-Pero, donde están durmiendo?- pregunté.
-Aquí mi buen, en la noche esto está muerto, nos echamos nuestras cascaritas de fútbol, o jugamos carreritas con los carritos de las maletas, platicamos, cantamos; realmente está chido el camping, la bronca es que muchos no traemos ni para el metro, pa’ ir a dar siquiera una vueltecita a los Madriles. Los mejores lugares para acostarse, son las bandas para el equipaje, pero eso sí como a las cuatro y media ya te están jodiendo pa’ que te quites. Ya te acostumbrarás, tempranito nos damos nuestro baño vaquero en los lavabos de los baños públicos, ya los guardias nos conocen y se han portado chido con nosotros.
Pensé en acudir a la embajada, para explicar lo que me había pasado, pensé en volver a pasar por pseudoterrorista, a ver si me deportaban, pensé en hablar a casa y ver la forma de que me mandaran dinero, pero no tenía ni un centavo, y eso complicaba hasta tratar de usar un teléfono público, además en caso de enviarme el dinero ¿un giro telegráfico? ¿Como iba a ir a Madrid a recogerlo?. Decidí esperar al otro día en ese camping de desposeídos, a ver si se me ocurría una genialidad.
Comencé a conocer a mis compañeros de desgracia. Estaba el chavo superpositivo y superbromista que nos tenía atacados de risa todo el tiempo con su novia. Un par de chavas de Aguascalientes que fueron a exponer unas artesanías y habían agotado el dinero. Otros tres chavos que viajaban de mochileros y la lana se les acabó antes de lo pensado. También habían cuatro parejas, tres señoras cincuentonas pero eran de las que si traían todavía dinero y se fueron a dormir a Madrid después de anotarse en la lista. A los demás no los vi, supongo que habían hecho lo mismo, o como me decía mi cuate hippie, el “Marley”, “algunos se van a otras líneas aéreas y compran el pasaje de regreso, quedan anotados en la lista, pero ya no los vemos, entonces los borramos y avanzamos hacia el primer lugar.”
Esa noche pernoctamos en el aeropuerto de Barajas once humillados, hicimos lo descrito por el Marley, el futbolito y las carreritas y muy temprano el movimiento natural del aeropuerto nos despertó. En la nueva lista yo ya estaba en el lugar diecinueve, era un buen avance, pero al paso que iban, podía tardar una semana o más en poder abordar el bendito avión.
En lo que llegaba la hora de conocer cuantos eran los afortunados que partirían, me acerqué al mostrador tratando de averiguar el numero de lugares disponibles en el próximo vuelo, pero ahí si sentí la humillación total, de verdad nos trataban como parias, los apestados, comenzamos a decirnos, pero no había autoridad que aceptara nuestros reclamos por la actitud de las fulanas que nos sojuzgaban.
Se fueron sólo dos, dejaron las pesetas que aun les quedaban para el fondo común, y hubo lágrimas y mucha emoción al despedirlos, es curiosa la hermandad que se había formado en esa situación límite. Avancé provisionalmente al lugar diecisiete, esperando que algunos que tenían dinero decidieran ir a buscar lugar en otra línea aérea, pasé la tarde pensando en alguna solución a nuestra situación. Cuando se fueron los agraciados, todos les hicieron encargos para cuando llegaran a México., yo decidí no enviar ningún mensaje a casa, dejar que pensaran que aun andaba disfrutando de mi paseo.
Por la noche, al ver a unos camarógrafos persiguiendo a alguna celebridad que yo y mis compañeros desconocíamos, me llegó la luz. Me acerqué al que me pareció el mas bonachón del equipo de TV, y le comencé a hacer la plática, cayó del cielo pues además de haber sido realmente buena gente, era el productor, era Gay, y creo que le simpaticé. Después de unos minutos de charlar, me invitó a tomar un café, que acepté gustoso. Ahí le expuse mi genial idea, la que me hizo regresar a mi país. Le platiqué del grupo aquel que no podía regresar, de las condiciones en que estábamos, y de la posibilidad de explotar el asunto en un verdadero “Reality show”.
- Ustedes nos graban, nos entrevistan, entran en nuestra intimidad, y la gente puede ir votando por el que se podrá ir, ya dependerá de la actitud de cada quien, la única paga que nos tendrían que dar sería un boleto en primera clase a México ( mínimo viajar de lujo) al que vaya siendo elegido, con alguna otra línea, que además seguramente regalará los boletos, para hacerse promoción ¿ que te parece?.
Le encantó la idea, ese mismo día vinieron a grabar, y –tal vez esto no debería decirlo no se si estoy siendo desleal- todo el desarrollo del show fue prefabricado, un escritor decidía como sería el orden en que iríamos volando.
Se supone que el programa sale al aire pasado mañana, espero que no lo hayan enlatado. Afortunadamente todos los desposeídos de aquel show, ya estamos en México, pero el programa se sigue grabando, pues se augura un gran éxito de “rating”, allá se sigue haciendo la lista diaria de los nuevos convocados al “Big Voyager”.


Texto agregado el 03-09-2004, y leído por 142 visitantes. (0 votos)


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