El deseo resurgió entre las cenizas en medio de una noche fría.
Y él solo sentía como su alma sufría por una vieja herida que nunca sanó.
El sol no volvió a alumbrar sus días,
sólo sus recuerdos fantasmales cubiertos de ficciones repetidas.

Las lágrimas nunca fueron suficientes,
ni sus gritos desesperados
ni sus noches desiertas.

Dentro de poco tendría que recorrer el camino al que tanto temía.
Es hora de decir adiós,
el tiempo fluye con ligereza,
Así que ve y recoge su cadáver,
lánzalo por siempre al mar
a conciencia y sin prisa.

Es el silencio de los desesperados
y el sufrimiento de los enamorados.

Tenemos un alma y somos susceptibles al dolor
el olvido no es ajeno a nuestras vidas;
mas sin embargo,
me he quitado mi disfraz ,
sin efugios vengo a demostrarte y a decirte amigo mío,
en medio de tu agonía
y bajo la luna de una noche hiriente
que de amor nadie se muere.