TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / CJVR / Su pasado (I)

[C:558320]

En el bosque

Corría por el oscuro bosque, sola. Huía de algo pero, ¿de qué?

-¿Hola? –se acercó a la entrada del bosque. Era una noche oscura, iluminada míseramente por la luna. Había un poco de neblina.- ¿hola?
-¿Qué haces aquí?
-¿Q-quién d-dijo e-eso? –preguntó asustada.
-Por aquí, detrás de ti.
Se volteó. Una alta y negra figura estaba a unos seis metros de ella. No se le podía ver el rostro, solo la boca.
-¿Qué haces aquí?
-Vengo a buscar a alguien.
-¿Aquí, a la media noche?
-Si. Me dijeron que a esta hora y en este lugar lo encontraría.
-¿A quién?
-A Charlie.
La negra figura sonrió.
¿Así que buscas a Charlie, eh?
-Si.
-¿Por qué?
-Tengo algunas inquietudes, y me dijeron que solo el podía contestarlas.
-Es cierto, Charlie sabe muchas cosas…
-¿Tu eres Charlie?
La negra figura se rió. Se oyó su eco por todo el bosque, haciendo temblar los árboles. Una multitud de murciélagos pasaron volando por su cara. Se agachó asustada.
-No, no lo soy.
-¿D-dónde lo p-puedo e-encontrar? –preguntó aún asustada, cubriéndose agachada la cara con las manos.
-Abre los ojos.
La chica los abrió. La negra figura apuntó con su huesudo dedo hacia el bosque.
-Ahí, en lo más profundo del bosque. Ahí lo encontrarás.
-Gracias –dijo poniéndose de pie.
-Por nada
La negra figura empezó a alejarse, pero se volteó luego de unos segundos.
-Y recuerda esto: Para que Charlie aparezca debes preguntar: Charlie, Charlie, ¿estás ahí?
-Entendido.
La neblina empezó a hacerse más espesa. La figura empezó a caminar de nuevo, mientras era cubierto lentamente por la neblina. Después de unos cortos segundos la neblina empezó a disiparse. Cuando se disipó por completo, ya no había nadie.

Se oía un estruendoso galope detrás de ella. No era un galope normal, desde luego. Los caballos normales no dejan un rastro de fuego cuando corren. Todo el bosque se estremecía con cada zancada que daba.

La joven se internó en el bosque. Estaba asustada, pero el deseo de saber la verdad la impulsaba a seguir caminando. Iba a tientas, porque casi no podía ver nada por la oscuridad. Sentía que era observada por miles de ojos invisibles. Una gran presión sobre su espalda se hizo presente, como si fuera cargando algo o como si alguien estuviera subido en ella. Después de un rato sintió que era seguida por alguien. Se volteó. No había nadie. Siguió con su marcha. Escuchó unos pasos detrás de ella. Volvió a volear. Seguía sin haber nadie. De repente, una extraña sensación recorrió su cuerpo. Algo pasó por sus pies y dio un pequeño salto. Lo único que pudo ver fue una sombra que se movía velozmente por el suelo. Aun no pasaba de su asombro cuando sintió que le ponían dos manos en su cintura. Dio un grito y se volteó, pero no había absolutamente nadie. Una pequeña risa se oyó a lo lejos. Respiraba agitada y el corazón le latía a mil por minuto. Miró hacia el cielo. La luna empezaba a ser cubierta poco a poco por unas nubes oscuras. Tragó un poco de saliva y siguió con su camino.

El jinete del caballo no le perdía le rastro a la chica. Podía percibir con el agujero de su nariz el olor de su miedo, de su angustia, de su terror, pero principalmente, el olor de su alma. Era un olor exquisito que enloquecía sus sentidos. Desde hacía mucho tiempo quería su alma y, ahora, por fin sería suya.
-Puedes correr… ¡Pero no esconderte!
El jinete golpeó al caballo y este hizo un extraño relinche, lanzando fuego por su nariz y acelerando su marcha.

Seguía corriendo. Podía sentir el galope a una distancia muy corta. No sabía hacia donde iba ni como iba a regresar. Lo único que quería era escapar.

Después de unos cinco minutos se encontró con un inmenso árbol. Parecía estar viejo, pues su tronco al golpearlo sonaba algo hueco. Miró hacia su punta. Una bella flor blanca resplandecía con una especia de mágico brillo. Las nubes que ocultaban la luna ya no estaban y parecía que brillaba con más fuerza que nunca. Sonrió.
-Ahora aprovecharé esto para seguir caminado.
Y comenzó a alejarse del lugar, pero con cada paso que daba parecía que todo se tornaba oscuro de nuevo. Miró hacia atrás. La luna no la seguía. Estaba estática sobre el inmenso árbol. Regresó a el. La flor se desprendió del árbol y empezó a caer lentamente hacia el suelo. Ella la atrapó antes que tocara el suelo. Era una flor realmente bella.
-Aquí –se dijo-, aquí debe ser.
Miró hacia el árbol. Una pequeña brisa helada movía sus hojas. Cerró sus ojos y dijo fuertemente:
-¡Charlie, Charlie! ¿Estás ahí?
La brisa se tornó en fuertes vientos que sacudían violentamente a los árboles. Parecía que los iba a arrancar de raíz. No pudo resistir a su fuerza y fue elevada por los aires. Se creó un remolino que la hacía girar sin parar por el aire. Los árboles finalmente cedieron a la fuerza del remolino y fueron arrancados. Uno de ellos la golpeó. Quedó inconciente. El remolino la arrojó al suelo a una gran velocidad. Lentamente el remolino comenzó a acabarse.
Minutos después abrió sus ojos muy lentamente. Como pudo se puso de pie. Sentía un dolor en su brazo derecho.
-Au, ¿qué pasó? –dijo tratando de recordar. Entonces se percató que no tenía la flor. La empezó a buscar por el suelo, lleno de ramas partidas, pedazos de árboles y hojas esparcidas por todos lados.
La encontró a unos metros de donde había caído. Estaba marchita. En pocos segundos la luz de la luna la iluminó y al poco tiempo se volvió polvo. La luz empezó a debilitarse. Miró a la luna. Estaba siendo ocultada por unas nubes oscuras. No era una buena señal. Se oyeron unos pasos detrás de ella. Se volteó pero no había nadie. Oyó que quebraban una rama del suelo. Volvió a voltear pero seguía sin haber nadie. Una sombra pasó justo frente a ella, botándola. La sombra se movía rápidamente. Pasaba de estar en el suelo a lo alto de los árboles, a su lado, al otro, detrás, adelante, aquí, allá. En un abrir y cerrar de ojos la tenía rodeada. Estaba muy asustada.
-C-charlie, C-charlie –decía entre cortada-, ¿e-estás a-ahí?
Un horrible escalofrío recorrió toda su espalda. Sintió una presencia detrás de ella, respirándole en le oído. No se podía mover.
-Si, si –dijo una siniestra voz-. ¡Aquí estoy!

Texto agregado el 16-07-2015, y leído por 119 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
22-10-2015 genial!!! me dio miedo!!! NatiMiau
22-10-2015 bien narrada y con un climax excelente para este tipo de historias, sigo leyendo... SerKi
17-07-2015 ESTIMADO GUANACO, ME GUSTÓ MUCHO TU HISTORIA. (5*) -ZEPOL
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]