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Kevin le compró un polo a un vendedor ambulante. Era un polo negro con el dibujo estampado de una calavera sacando una lengua roja y puntiaguda mientras dos serpientes pasean por el cráneo con expresión aterradora.

- Me gusta. La usaré para dormir- se dijo a sí mismo.

Esa misma noche estrenó el polo. Lo que le incomodaba era el olor que desprendía, no era del todo desagradable, pero si notorio. A pesar de eso continuó con el polo y se fue a dormir.

A medianoche despertó, se puso los primeros pantalones que encontró y sus zapatos negros. Salió de su cuarto y se dirigió a la cocina. Cogió dos cuchillos tapados y los puso en sus pantalones. Siguió buscando.

La familia no tenía ninguna pistola. No importaba.

Cogió dinero de una cartera que encontró. Qué bueno que la señora no se había despertado. No quería matarla…aun.

Salió de la casa y tomó un taxi.

Se bajó en un barrio elegante donde todas las casas estaban pintadas de blanco. Solo se interesó en una. La que estaba al frente. La más grande. Dos hombres armados vigilaban la casa. Uno de ellos estaba hablando por celular. Él era su primer objetivo. Los dos sujetos estaban en lados opuestos de la casa.

Esperó a que el tipo terminara de hablar. Cosa que pasó dos minutos después. Se acercó de un modo sigiloso. Le tapó la boca y le clavó el cuchillo de más de 20 centímetros en la espalda. Lo sacó con fuerza provocando que el tipo, que luchaba porque su vida no se fuera, luchara más. Se lo volvió a clavar. Repitió el proceso tres veces más, el tipo ya estaba muerto y el cuchillo manchado de sangre casi en su totalidad.

Se limpió el arma en el polo. La sangre fue absorbida por el polo. Le quitó la pistola, la revisó. Sus balas eran más que suficientes.

Después de darle un certero tiro en la cabeza al otro guardia y alimentarse con más sangre, le quitó las llaves y entró a la casa.

Lo blanco se iba a teñir de rojo.

Después de violar y matar a la hija del señor Mendoza (no precisamente en ese orden) se dirigió a la habitación del señor Mendoza. De una patada abrió la puerta despertando al hombre delgado de más de 50 años.

- ¿Qué es lo que quieres?- el miedo salía de cada una de las palabras del señor Mendoza.

- Venganza- respondió y el disparó en los brazos, luego en las piernas. Su muerte no iba a ser rápida como a los otros tres. No, esta vez lo iba a disfrutar.

El señor Mendoza estaba indefenso e inmovilizado. El joven del polo negro sacó el cuchillo más pequeño.

Fue una noche larga para el señor Mendoza. Lo demás lo dejo a su imaginación.

El sol salió a las 6 de la mañana. Kevin todavía tenía sueño. Su mamá, luego el despertador, se encargaron de sacarlo de la cama. Se sentía muy cansado, como si no hubiera dormido en toda la noche. Sin embargo sus problemas no acababan ahí. Kevin no podía quitarse el polo.

Texto agregado el 23-08-2015, y leído por 98 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-02-2016 Si se pudieran ver dentro de la cabeza de uno, diiamos de tí: maravilloso, grandioso: cómo brincan las ideas ahí dentro; la imaginación viva y funcionando vigorosamente. Pocas fallas. Redacción pasable, pero ya quisieramos muchos de nosotros tener un poquito de tu basta creatividad. 5* Amigo Pato-Guacalas
08-09-2015 Bueeeenooooo, que decir. Bastante tétrico y sangriento, no es de mi preferencia pero está bien narrado. Solo sale sobrando ese, "lo demás lo dejo a su imaginación" . Saludos avefenixazul
 
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