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Hoy me ha dado por hacer la visita de las 6 casas, o sea, por irme a ver a varios médicos en fila (que ya lo estaba dejando demasiado). Evitar a la sanidad pública tiene un “je ne sais quoi” que va conmigo. Prefiero la medicina privada aunque cueste caro (lo siento, no soy socialista). Así que hoy he hecho la primera ronda en plan sorpresa, es decir, no haber hecho cita previa y llegar con cara de moribunda para que me atiendan ipso facto.

Lo primero ha sido la odontóloga. Una señora bajita, rubia teñida y con pinta de ser familiar de la primera dama, que me ha despachado en diez minutos. Me ha hecho abrir la boca, me ha dicho que tengo espacio de sobra en las encías, que la muela del juicio no va a molestarme por haber salido a medias; que eso de sacarme muelas nada y menos a mi edad; dentadura bien formada, sin sarro, sin caries, bla-bla-bla; una radiografía para asegurarnos y un ¡Hasta luego, linda! Lo dicho: Diez minutos. Qué eficiencia. Lo mejor ha sido cuando ha dicho que la radiografía era de la muela 48, y yo me he quedado contando... nunca me acuerdo de si son 32 dientes o 36, pero ¿48? ¡Ni que fuera un tiburón! Pero no: cuadrante 4, muela 8. ¡Ah!

Después fui con el alergólogo. Sorpresa la mía cuando en la sala de espera he visto que la foto de la orla era de 1961. Me he queda’o helá. ¡En el 61 llevaba mi padre pantalón corto! Efectivamente, el médico era un señor del año de la polka (quizás, literalmente) que escribía mi historial ¡con una máquina de escribir mecánica Olivetti azul! Yo no daba crédito a lo que veía. ¿Alguna vez... tactactactac... ha tenido alergia a... tactactactac...? Me preguntó de todo.

La visita ha durado casi una hora (increíble en estos tiempos), pero lo mejor ha sido la exploración de médico antiguo que me ha hecho. Me ha auscultado, me ha mirado los ojos, la nariz, la garganta, los oídos, me ha tomado la tensión (¡!), y me ha dicho: "quítese los zapatos, por favor, y los pantalones". Yo me quedé un momento con cara de tonta, hasta que vi el metro y comprendí: ¡Me iba a tallar y pesar! Desde que iba al pediatra que no me trataba un médico así. Muy divertido. El jueves tengo que volver para hacerme las pruebas de la alergia.

Luego, al Cocólogo. Adoro a mi psiquiatra. No sé si es porque con él por fin aprendí a no conflictuarme, o por el olor a roble que expiden sus enormes libreros, o porque aún estoy bajo los efectos de la Paroxetina. La cuestión es que siempre termino dándole las gracias y extendiéndole un cheque por ochenta dólares sin empacho alguno. Bien dicen que la felicidad cuesta; o como yo digo: El SPA mental más caro de mi vida. En fin. Jamás uso el diván, y no porque tenga algo en contra de ese catre, sino porque me quedo dormida. Así que opto por alguno de los sillones o en su defecto (depende del mood) por el piso. Hoy, y como siempre, la sesión ha durado una hora; justo antes del tiempo de la comida.

Tomé un descanso “médico” y me dispuse a comer alguito. Los efectos del ayuno matutino son una gonorrea a partir de las 13 hrs. Y hablando de gonocoxias, después de comer, al ginecólogo.

Después de aguantar el sermón de la recepcionista alegando irresponsabilidad de mi parte por no haber hecho cita, aparece una enfermera con batita en mano.
- Pase al cubículo, quítese la ropa y póngase la bata -
- ¡Ay! ¡Nunca me lo habían dicho tan golpea’o! – repiqué yo tratando de amenizar el momento.
Me miró, más con cara de gangster italiano que de enfermera.
- ¡Vaya, que mujer! – Pensé – ¡A esta le urge un macho que le haga el favor!

Ir al ginecólogo siempre me ha parecido injusto, pues el único que se divierte es el galeno. Una no nada más tiene que lidiar con el conflicto mental que le provoca la peculiar postura en la mesa de revisión, sino también con los posteriores retortijones provocados por el habitual Tacto. ¡Tacto! ¡Eso deberían de tener esos animales! ¡Tacto para decirle a uno, que le harán un tacto sin tacto alguno! Afortunadamente me he salvado de hacerme una mamografía, de lo contrario, no hubiese podido teclear esto siquiera.

Salí caminando del consultorio como gallina con huevo atravesado. Para bendición mía, la siguiente visita sería con el oftalmólogo ya que la del urólogo la había planificado para el final (¡Menos mal!) y éste, está en el mismo edificio que el anterior y que el ginecólogo, así que no caminé tanto. En menos de 4 pisos estaba revisándome la vista.

- Voy a dilatarte las pupilas – me dijo. ¡Me cacho! Además de ultrajada, ciega. Vaya suerte la mía. Tuve que hacer el cheque para pagar la consulta por anticipado, y no conforme con eso ha diagnosticado que soy hipermétrope del ojo izquierdo y en el derecho tengo astigmatismo. Lo bonito: que podría operarme para dejar de usar anteojos. ¡Ni loca!

Salí como pude del consultorio. A tientas. Tropezando con todo y con todos. Tuve que esperar más de 5 minutos a que un alma caritativa tomara el mismo elevador que yo y me ayudara a pincharle al botón del piso 3. De haberlo hecho sola y con la suerte que me cargo, hubiese llegado al 8 que es donde está el proctólogo. Y no, gracias, las hemorroides no me han dado lata.

El urólogo me atendió contento. Revisó los análisis del laboratorio; me encontró bien. El dolorcillo que traigo en la espalda baja es el resultado de una leve desviación de las tres últimas lumbares y que, por ende, el dolor reflejo está en la zona renal. Paracetamol con eso. Un poco de Voltarén en pomada en la región contracturada y tan-tan. ¡Una gracia! Se le ha quitado el buen humor cuando le he dicho que venía del oftalmólogo, que me había dilatado las pupilas y que no atinaba a hacer el cheque para pagarle. Entre dientes me dijo “no te preocupes, me lo depositas mañana”, y me puso en las manos un papelito con el número de su cuenta.

Esta tarde he regresado a casa en taxi. Pasé más de 5 minutos tratando de abrir el portón de mi casa, otros 5 en la puerta principal, más de 30 atinándole a buscar mi ropa y darme una ducha. Total para que mientras me bañaba, descubriera que sí necesito ir al proctólogo.

(Resoplo)

Texto agregado el 08-09-2015, y leído por 57 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-09-2015 todos los escritos gozan de muy buen humor seroma
 
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