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Inicio / Cuenteros Locales / Koke_Vejete_2001_2016 / Como en los viejos tiempos (Escrito 2006)

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La lluvia caía abundantemente sobre las escasas personas que osaban en salir precisamente en aquella húmeda y apocalíptica noche. El secreto celosamente guardado por miles de generaciones ya era noticia vieja para quienes tratábamos de escabullirnos del venidero peligro.
Las ranas carnívoras ya comenzaban a caer en conjunto con los gruesos goterones de agua, al mismo tiempo que una sonrisa cubría mi rostro pensando en que dios trabajaba como en los viejos tiempos; trataba de eliminarnos con sus ancestrales armas. El océano pacifico se había transformado hace algún tiempo atrás en una gran piscina de sangre, y toda vida marina se había esfumado en un corto tiempo.
En mi desesperada carrera vi claramente como los anfibios comenzaban a comer los adoloridos cuerpos de la gente que alcanzaban en su descendiente caída.
Busqué refugio entre las interminables estatuas de sal que adornaban mi rápida huída. Divise entre las personas que huían al párroco que oficiaba misa en la iglesia cercana a mi residencia, arrancaba con el dinero de las personas que domingo a domingo le entregaban sus ahorros, esperando que fueran perdonados justamente en este día. Más nunca llegó ese perdón, deje de verlo justamente cuando una rana cayó dentro de su sotana y comenzaba a destrozarle su espina dorsal, no pude evitar eructar una sonora y burlona carcajada.
Afortunadamente la epidemia de lepra que cayera sobre la humanidad meses antes, evitaba que las personas emitieran alguna clase de gritos, pues sus lenguas se habían corroído como la mayor parte de sus destrozados cuerpos. El arbusto flamígero nos gritaba algo en arameo que no entendía, pensé que el maldito y ardiente árbol no podía hablar en español o tal vez en ingles, igual sé que algo entiendo por las películas de Harrison Ford que tanto me gustaba ver.
Las ramas de los árboles caídos se transformaban en grandes serpientes que comenzaban a morder y envenenar a la gente que se cruzaba en su camino.
La confusión y los gritos eran ensordecedores, cuando oí una gran trompeta sonar y de una esponjosa nube, vi bajar cabalgando a cuatro caballos negros como la estela que dejaban a su paso, montados por cuatro jinetes con doradas armaduras y en sus cadavéricas cabezas adornadas con serpientes vi grandes coronas hechas con la gran sombra del ángel de la muerte, y ellos gritaban como los espectros de “el señor de los anillos”. Bueno fue una buena vida me decía a mí mismo cuando con brocha en mano pintaba una marca con la sangre de unas ovejas que sacrificamos hace un par de día atrás con mi cumpa thomasito.
Si el trabajo es como en los viejos tiempos, esperamos que esto resulte de alguna manera.
Cuando la noche a medio día se cernía sobre nosotros y el cielo comenzaba a escupir una lluvia de cenizas y fuego cerramos la puerta de la casa y esperamos el fatal desenlace.

Texto agregado el 23-09-2015, y leído por 117 visitantes. (2 votos)


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