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Sin moraleja
Borja María Castillo Espinosa y de las Torres y Luis García Martin, habían sido compañeros desde secundaria en un magnifico, carísimo y exclusivo colegio reservado solo para la élite de la sociedad.
Borja María porque se lo podía pagar su familia y Luis gracias a una beca de favor que consiguió su padre después de innumerables gestiones.
Desde pequeños fueron muy distintos, Borja María, rubio de nacimiento, muy alto para su edad, alegre, deportista, gracioso, siempre tostado por el sol y muy seguro de sí mismo, Luis, morenito, más bien feíto, retraído, silencioso, apocado y siempre pensando que sus compañeros y sus familias eran más importantes que él y la suya.
Las diferencias mentales y de comportamiento entre los dos también eran notables tanto en lo referente a inteligencia como a esfuerzo y por supuesto a resultados académicos, Luis comprendía todo con rapidez, devoraba libros, trabajaba muchísimo y obtenía resultados espectaculares, era sin duda el mejor de su clase, Borja por el contrario pasaba de todo, principalmente se dedicaba al deporte y por supuesto a las chicas entre las que era muy popular, le importaba todo un pito y aprobaba bien gracias a la ayuda que el bueno de Luis le prestaba o a oscuras influencias de su familia nunca fáciles de comprobar.
La verdad es que esto a Luis no le preocupaba mucho, él sabía que tenía que esforzarse y no pensaba mucho en el futuro, quizá solo de vez en cuando su madre le daba un repetido consejo “Luis tu esfuérzate y no te preocupes de nada, la vida da muchas vueltas y al final cada uno tiene lo que se merece, sigue como hasta ahora y algún día veras como cambian las cosas”
Y poco a poco se fueron haciendo mayores y antes de que se dieran cuenta habían llegado a la hora de empezar en la Universidad.
Luis ingreso sin esfuerzo en la facultad de Derecho y Borja decidió antes de continuar los estudios tomarse dos años sabáticos que dedico a viajar por el mundo disfrutando de la vida y gastando el dinero que su padre le proporcionaba.
Cuando decidió volver, ingreso en una de esa modernas universidades privadas, en las que lo más importante es tener el pastón que cuestan porque lo demás se da por añadido y se matriculo en “Relaciones Internacionales, Dirección de Negocios Mundiales y Marketing para grandes Entidades”, ósea un camelo.
Luis siguió estudiando y su madre continuo diciéndole “En la vida todo tiene su pago y tarde o temprano el que se esfuerza es el que llega y el que no lo hace, sera un fracasado, ya verás como al final cada uno obtiene lo que se ha merecido” y siguió estudiando como un loco y trabajando los fines de semana de camarero para conseguir algún dinero y costearse la carrera.
Y se graduó con inmejorables notas y consiguió un trabajo en principio de pasante con un abogado amigo, que aunque estaba muy mal pagado, él estaba contento porque seguía aprendiendo que era lo más importante, como le decía su madre una y otra vez “En la vida el que trabaja con ahínco es él que al final triunfa, lo importante es aprender, las cosas solo se consiguen con esfuerzo y pobre del que crea lo contrario” .
Y pasaron unos cuantos años en que la vida había separado a los antes grandes amigos, hasta que una tarde se encontraron de nuevo a la puerta de unos grandes almacenes de los que Luis salía con su mujer con la que hacía unos meses se había casado.
Fue Luis el que reconoció a Borja que como siempre caminaba seguro de sí mismo con grandes pasos y sin prestar atención al mundo que le rodeaba, se abrazaron y como es natural repasaron su vida.
Borja estaba pletórico, más alto si cabe, más tostado y con un atuendo deportivo de última moda, muy sonriente y efusivo, enseguida tomo la palabra y le conto rápidamente sus últimos años “Chico, al final no me gradué en aquella facultad, porque era un rollo y todo lo que me enseñaban no me interesaba para nada, enseguida lo deje y desde entonces trabajo en tres consejos de administración en empresas de mi familia, que chico la verdad, me ocupan solo una o dos tardes al mes y bueno estoy súper bien pagado, así que tengo tiempo para montar a caballo, me he comprado una cuadra con tres pura sangre y a jugar al golf, por cierto ¿Su tu juegas al golf, podemos quedar un día y hacemos unos hoyos”.
Y casi sin respirar y con una gran sonrisa en la cara (él era así de vehemente y entusiasta) continuo “Ah, ¿no sabes?, me he divorciado dos veces, pero no tengo hijos, menudo rollo, ahora estoy tonteando con una famosa, aunque no sé, no sé, porque prefiero estar libre y vivir la vida y no liarme con petardas, ¿Eh Luis, tengo o no tengo razón?” momento en que sin querer dirigió una mirada de suficiencia a la menuda mujer de Luis, para de inmediato seguir.
“Ah y colecciono coches, chico que gozada, he construido un garaje entre el chalet donde vivo y la piscina y tengo siete Ferraris y un Maserati de época, disfruto un montón, un día tienes que venir y damos unas vueltas y por supuesto os venís los dos”.
“Bueno y que es de la tuya”, le dijo al fin.
Y Luis que además de honesto, inteligente, buen profesional y gran trabajado no era envidioso le conto lo que era su vida.
“Pues trabajo por la mañana en un gabinete de abogados y por la tarde en una oficina llevándoles la contabilidad, soñando con ahorrar lo suficiente para ver si algún día puedo tener mi propio gabinete, aunque es difícil, eso cuesta mucho dinero”.
“Vivimos en un piso pequeño con dos habitaciones, de momento suficiente para nosotros y nuestro niñito, tenemos un Luisito de un añito que hoy esta con la abuela y que es un verdadero encanto, es nuestro principito”.
“María mi mujer trabaja en una tienda que aunque esa al lado de casa, necesitamos dejar al niño con su mi madre, que esta superfeliz de poder ayudarnos”.
“Y bueno que te voy a contar”, concluyo, “Una vida sencilla sin grandes altibajos en la que somos felices y aunque no nos quejamos, siempre esperamos que en el futuro las cosas vayan siendo cada vez mejores”
La tez tostada de Borja estaba ahora algo mas pálida, su sonrisa parecía helada y se le veía incomodo y con ganas de acabar el encuentro así que corto diciendo.
“Anda chicos ahora me acuerdo que he quedado con Mariano Renteria, te acordaras de él, uno delgadito que continuamente faltaba a clase y que nunca hacia los ejercicios, bueno pues ahora es el presidente del Banco Nacional Internacional y he quedado con él, vamos a ver si hacemos un negociete, mirar tengo aparcado el Porche allí enfrente ¿si queréis os acerco a algún sitio?”.
Luis le dijo que no hacía falta que tenían el bono transporte y que el autobús les dejaba al lado de casa.
“Bueno pues a ver si nos vemos con más tiempo, Adios, Adios”.
Y se separaron, por un lado, el vago, el inconsciente, el aprovechado, el poco inteligente, el hijo de papa y por el otro el trabajador, el honrado, el bondadoso, el esperanzado, el creyente en la justicia de la vida.
Así que en este cuento no voy a escribir ninguna moraleja, porque si lo hiciera, lo mismo me acusaban de antisistema, pues sería lo que ahora se llama políticamente incorrecta y muy contraria a los consejos que la madre de Luis le había dado toda la vida.
Fernando Mateo
Julio 2015

Texto agregado el 23-09-2015, y leído por 133 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-09-2015 Cuánta verdad!!!! Realmente es amargo darse cuenta hasta qué punto esto es así, tal como decís. MujerDiosa
 
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