Cuando la raíz y el tallo absorben la sequedad de la tristeza, desprendemos un suspiro porque creemos que hasta el rocío se nos ha negado. Creemos que es el sol, ¡pero no! Es nuestra ansiedad, que nos calcina, que nos marchita.

¡Afortunadamente!

Existe la esperanza y de ella se sostiene el último pétalo. Después, el tiempo hará su trabajo y caerá un día, el que fue ese último pétalo; caerá con la dulzura del rocío acumulado, caerá suave, con una nueva historia y nuevo nombre.

Aquí un pequeño título que participó en una Antología de microrelatos románticos. No ganó, no quedó finalista, solo forma parte de la Antología.


Mis pétalos (Micro cuento)

Aunque no llevaban su nombre. Él, los recogía silenciosamente; mientras caían.

Krisna