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Caminé cuidadosamente hacia la puerta de mi habitación, mis manos temblaron mientras mi corazón golpeaba mi pecho aceleradamente. No puedo creer que esto vuelva a pasar; al principio pensé que todo esto era obra de mi imaginación (buscando una manera de aceptar lo sucedido), pero mi esposa y mis hijos también lo han escuchado.

De repente el sonido volvió por cuarta vez esta noche, la mecedora de la terraza volvió a chirriar dos veces muy lentamente, como si alguien se estuviese meciendo lentamente.

"Por favor Dios, detenla" pensé asustado.

Unos segundos después, la mecedora chirrió dos veces más, pero esta vez, el ruido vino acompañado de unos ronquidos lentos, graves y moribundos. Y como siempre, el aire se llenó de un fuerte olor a cigarro.

Miré hacia mi cama tras escuchar unos leves sollozos, allí estaba mi esposa hundiendo su cara en la almohada y llorando desesperadamente.

El ronquido no dejó de sonar en ningún momento, a veces era más alto, a veces más muerto y siempre muy grave, como si la garganta de quién ronca fuera de una persona que ha fumado toda su vida.

El olor a cigarro era muy fuerte, como si se estuviese quemando justo en frente nuestro, pero era diferente, este olor no le ha producido ningún tipo de alergia a mi esposa (quién no puede estar cerca de un fumador sin que su nariz se atasque), es como si el humo no tuviese propiedades químicas, me asustaba mucho pensar eso.

Estoy seguro que debe de ser Margareth, querida Margareth, quién no ha hecho más que destrozar a esta familia, incluso después de haber muerto. Bueno, aunque realmente no sé si es ella quien está esperándome en la entrada de la terraza, meciendo su cuerpo moribundo(muerto) de setenta y pico de años mientras ronca casi de la misma manera en que lo hacía cuando estaba viva, solo que ahora son ronquidos lejanos y fantasmagóricos.

Al principio la noticia nos había impactado e incluso nos dolió, es decir, la muerte de la madre de una persona (sin importar el tipo de madre que fuese) siempre es algo triste. Claro en este caso la muerte de Margareth (madre de mi esposa Leonora) fue más un alivio que cualquier otra cosa. Esto podría parecer algo aberrante, pero Margareth no fue una persona que mereciera ser extrañada.

A mi mente vino el recuerdo de la mañana en que encontré su cadáver. La noche anterior, ella había salido de su cuarto caminando torpemente hasta sentarse en la mecedora de la terraza, recuerdo haber ido a mirar qué hacía ella a eso de las 12:00 am, a todos nos parecía extraño que ella saliera a esa hora de la noche; más que todo porque tenía al menos una hora de estar allí afuera, fumando como si no hubiese un mañana sin pensar en la alergia de Leonora.

-Ve y dile que vuelva a su cuarto, estas no son horas de estar fumando- me había dicho Leonora mientras se sonaba la nariz con un pañuelo.

Al mirar por la ventana, ví a Margareth con su cigarro aún prendido apoyado sobre el cenicero y la mirada perdida en la carretera contigua a nuestra casa. En el suelo, había una cajetilla de cigarros marlboro rojo; dos cigarros asomaban su cabeza y habían unos cuantos más desperdigados por todo el suelo de cerámica.

Su silueta era realmente espeluznante, el humo del cigarro en la total oscuridad la hacía verse fantasmal, me sentí tan asustado que no me atreví a salir y hablar con ella, simplemente volví a mi habitación.

Por suerte para mí ella paró de fumar y comenzó roncar, pero finalmente logramos dormir.

Fue muy inesperado despertar el otro día y verla a ella sentada en el terraza, la miré fijamente, sus ojos estaban cerrados suavemente y su expresión era de paz total.

La moví de un lado a otro y traté de despertarla, pero ella no respondía. Me asusté un poco y coloqué mis dedos en su cuello, no sentí ninguna palpitación pero pensé que podía estarle tomando mal el pulso. Mantuve mis dedos en su cuello hasta que mi esposa bajó y me vió, su respuesta fue un grito.

Mi esposa y mi hijos lloraron en el funeral, yo fingí estar afligido, todo sería más fácil ahora que ella no estaba. Me sentía mal pensando de esta forma, pero Margareth era una mujer que despreciaba a sus nietos y siempre hacía comentarios racistas. Recuerdo una vez que no quiso servirle comida a una nieta suya por parte de mi hermana, esto por qué ella es negra y según Margareth no era su obligación lidiar con una adoptada (si, así le decía a su nieta). Además trataba a todos en la familia como inútiles y siempre que hablaba con ellos, resaltaba todo error que pudiera encontrar. Incluso una vez esparció el rumor que yo le había sido infiel a Leonora.

Esto entre otras cosas provocó que nadie quisiera estar cerca de ella, nosotros la aceptamos en nuestra casa por qué es la madre de mi esposa y debíamos tratarla bien.

Los médicos atribuyeron su muerte a la vejez, no lograron encontrar ningún signo de muerte inmediata, de hecho, dijeron que podía haber vivido un par de años más, pero su corazón simplemente dejó de latir.

Pasaron alrededor de dos meses, ya estábamos acostumbrados a vivir sin ella. El sonido vino por primera vez un domingo, recuerdo esto con una claridad asombrosa, así como recuerdo que mis hijos no pudieron ir a la escuela al otro día por no poder dormir. Eran como las diez de la noche y todos estábamos en la cama, de repente escuchamos a alguien caminar lentamente por la casa. Mi esposa y yo nos alertamos, estábamos a punto de llamar a la policía cuando la mecedora comenzó a chirriar lentamente, segundos después escuchamos los ronquidos. Inmediatamente los asociamos con Margareth, pero ella estaba muerta y su cuerpo sepultado en el cementerio, ¿quién puede estar allí afuera?

Mi esposa me miró aterrada, me dijo que tal vez podría ser alguna vecina. Casi un segundo después de ella decir esto, el aire se llenó de ese fantasmal olor a cigarro, como si ella quisiera hacer notar su presencia.

No volvimos a hablar de esto, ninguno de los dos pudo dormir hasta que eran pasadas las 4:00 am y los ruidos finalmente cesaron, aún así fue un sueño nervioso de solo dos horas, nuestros dos hijos de nueve y cinco años no pudieron dormir y sus camas terminaron cubiertas en orina.

Esto continuó todos los días pero ninguno quiso de esto, la casa se volvió un lugar silencioso y aterrador. Todos vivíamos en un suspenso constante y dormíamos alrededor de dos horas o incluso menos, lo cual nos llevó a ser sumamente paranoicos y trabajar de manera deficiente; gracias a esto, mi jefe decidió darme unos días libres para descansar un poco, según él, mi cara lucía como la de un muerto.

Hubo un tiempo en que logré conciliar el sueño tomando cantidades altas de whisky, pero llegó el momento en que el alcohol ya no me tranquilizaba y el miedo se adaptó a mi estado mental. Las lorazepam de mi esposa tampoco parecían funcionar, aunque a nuestros hijos si los tranquilizaba.

La profesora de mi hijo mayor vino a hablar con nosotros porque estaba preocupada por el estado de él, se le veía cansado, agresivo y muy asustado, todo esto a la vez. Logramos tranquilizarla diciendo que estaba afectado por la muerte de su abuela, sonaría como una demencia decir que no puede dormir por qué su abuela revivió como una fantasma.

Con el tiempo terminamos hablando de esto; una noche activé el micrófono del celular para grabar el sonido y así tener una prueba de lo que sucede, pero en la grabación solo se escuchaba un silencio absoluto.

Hace poco tiempo, cuando Leonora tuvo un ataque de pánico mientras trabajaba, decidí que era hora de hacer algo. Llamé a un sacerdote, le dije que sentíamos que había "malos espíritus" dentro de la casa, él llegó esa misma tarde y al entrar dijo que presentía algo muy oscuro dentro de las habitaciones, especialmente en la terraza.

Nunca he sido muy supersticioso, pero llegó un punto donde la privación de sueño y el miedo me hicieron impulsivo, ya no soportaba esto.

Le pagué a el sacerdote la suma de dinero que pedía sin siquiera ver cuanto estaba cobrando. Después rezamos un rosario, esto reanimó nuestra fé y nos alivió el cansancio. Después él colgó una cruz en la sala de estar, que está en medio de las habitaciones y la terraza, también pegó unas oraciones en todas las puertas de la casa, y roció agua bendita en cada rincón que pudo encontrar.

Una vez que él se fue nosotros nos sentimos mejor, y finalmente después de mucho tiempo, la esperanza volvió. Esa noche los ronquidos de Margareth no sonaron, finalmente pudimos dormir tranquilos por casi un mes entero... hasta esta noche.

Llegué a la puerta de la habitación, todos estos recuerdos recorrieron mi mente en tan solo cinco segundos. Abrí la puerta y salí a la sala de estar, nunca habíamos pensado en confrontar a Margareth, pero debo hacerlo, de algún modo sé que eso es lo que ella quiere y esto terminará hoy.

Mi esposa sigue llorando y al parecer mis hijos están despiertos, alguno de ellos está golpeando la pared de su habitación con mucha fuerza, miré las oraciones en las puertas, todas están cubiertas de sangre y sobre la cruz había algo escrito, también con esa sangre negra y viscosa.

"La gran broma de la humanidad, únete a nosotros, tenemos niños sin estrenar y montones de dinero".

De repente el chirrido volvió a sonar, esta vez el sonido fue impaciente, como si estuviera llamándome, no hubo ningún ronquido, ahora está despierta.

Caminé lentamente hasta la terraza, me sentía muy alerta y mi corazón estaba a punto de reventar contra mi pecho. Miré por la ventana y allí estaba ella, Margareth, sentada sobre la mecedora con un cigarro entre sus dedos. Por detrás se veía exactamente igual a cuando estaba viva, su pelo sigue siendo una maraña blanca, y su cuerpo escuálido y desgastado.

Ella inhaló un poco de humo y lo exhaló con una calma increíble, después, sin darse la vuelta, me señaló con su dedo índice y me invitó a pasar.

Entré lentamente por la puerta, el olor del humo se volvió algo molesto y me sentí mareado.

-Pensé que nunca vendrías- dijo Margareth, su voz suena igual a como la recordaba.

Caminé un poco más y me coloqué enfrente a ella, su cara es exactamente igual, tiene las mismas arrugas alrededor de los ojos y la misma expresión severa de siempre, sus labios, al igual que siempre, son una línea recta que no puede sonreír. Está vestida con un suéter negro y una bufanda azul oscura, hay algo extraño en sus ojos, no puedo diferenciar qué, pero está allí.

-¿Acaso perdiste la lengua en mi ausencia?- preguntó ella sarcásticamente- o acaso es que nunca has tenido los huevos para hablar como lo hace un hombre.

Su sarcasmo y lenguaje son los mismos de antes, definitivamente es ella.

-t-t-tú es-es-estabas muerta- dije mientras todo mi cuerpo temblaba.

-Así es, lo estuve- dijo ella tomando una bocanada del cigarro- pero la muerte es un concepto muy desconocido, tú ni siquiera sabes que sucede al morir, ni quién nos espera al final de esta rutina azarosa llamada vida.

¿Azarosa?, Margareth nunca habló de esta manera.

-Dios- dije un poco más tranquilo- él nos espera.

Ella me miró con la misma expresión con que se mira un niño cuando este dice una idiotez.

-Claro que sí- dijo con una sonrisa macabra- Dios te espera, después te lleva al cielo donde estarás rodeado por ángeles y vírgenes por el resto de tu inmortal vida.

Esa sonrisa no pertenecía a ella, sentí que estaba hablando con una persona totalmente diferente.

-No cariño- continuó ella mirándome de arriba a abajo- no hay un Dios, y si existiera, no creo que le importe la tierra en lo más mínimo. De hecho, la tierra es gobernada por fuerzas mucho más oscuras y la luz es cada vez menos.

De repente su cuerpo cambió y por un momento se convirtió en un gas espeso de forma espectral, después volvió a ser Margareth, pero ahora tenía las pupilas rojas, dentro de ellos pude ver una maldad inconmensurable, una maldad que ningún humano, ni siquiera el peor asesino que haya nacido, podría llegar a comprender.

"El señor es mi pastor, nada me faltará", pensé mientras mi cuerpo se tambaleaba y me sentí cada vez más mareado.

-Dios no está aquí contigo,- contestó ella adivinando mi pensamiento- solo estamos nosotros dos.

-Mentira- dije con las últimas fuerzas que me quedaban-, cuando el Padre vino a bendecir la casa tu no pudiste molestarnos por casi un mes.

-Cierto, pero eso fue culpa de la esperanza dentro de ustedes, Dios no fue más que una ilusión.

Me sentí muy mareado, ya no podría permanecer de pie por mucho tiempo. Pensé en salir corriendo, pero inmediatamente la puerta se cerró. Miré a Margareth, tenía una sonrisa de oreja a oreja, como si disfrutara mucho lo que hace. "Esto que está aquí no es Margareth, ella no se reía y no hablaba de esta manera, esto es diferente, esto no es humano".

En ese momento caí al suelo de rodillas, no puedo mantenerme de pié, me siento cada vez más fuera de mi cuerpo.

-Que duermas bien- dijo el fantasma volviendo a la forma y voz de Margareth.

De repente escuché unos fuertes gritos de agonía de los cuartos de mi esposa he hijos, pensé en ellos y sentí un dolor en el pecho, pero unos segundos después, ya todo había desaparecido.

Texto agregado el 28-09-2015, y leído por 120 visitantes. (0 votos)


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