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Inicio / Cuenteros Locales / mardion_isiaco / Amputaciones, metamorfosis y falacias imaginarias con repercusiones en la existencia.

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Ningún gato tiene siete vidas, pero todos tienen cinco patas.
Desencadenar el equilibrio inestable de cada partícula, preguntarse a cada momento dóndestá ese pedazo de verdá oculta e insignificante pero tranfsormadora de los elementos primordiales de nuestra supuesta constitución podría ser un movimiento neurosentimental incesante. No obstante...
La desnudez insólita de nuestras dudas se desmorona en vestimentas mal planchadas… o directamente arrugadas a propósito por la muerte sistemática de nuestras posibilidades. Obligados a creernos gatos de cuatro patas vamos viviendo como si la vida fuera culear en agosto (siendo agosto cada semana) y meterse a comer en los tachos de metal de alguna esquina por un precio, en teoría, accesible (digamos saltar de una cornisa no muy alta, o erizarse de cuerpo ante un poodle careta). La quinta pata queda sumida en las instituciones del olvido y las falsas otras seis vidas son por las que luchamos con nuestra gravedad-fruncida-de-ceño sometida a la masa del pensamiento vuelto estructura que no rota ni se traslada.
Entonces maúllo alaridos dirigidos por la constipación frenética del corazón subyugado a una fría explicación cerebral. Todo sucede por algo y está bien que suceda, nos dicen los chanchos con su respiración saturá’h de grasa. Y les creemos, nos amputamos lo que no se ve y lo que no ha podido salir a flote en esta decepcionante y absurda creación con reputación de verdad. Y es que se vuelve verdad, todos nuestros movimientos por una mentira terminan volviéndola verdad. Las dos patas delanteras reciben el nombre de manos y los saltos de cornisa se vuelven esfuerzo imbécil productor de riqueza pa’ los chanchos, y ya no me siento gato de cinco patas, ni siquiera de cuatro, sino mono que sigue órdenes de chanchos cuya característica principal no es el pensamiento ni la sensibilidad sino la necesidad irrefrenable de llenar su estómago de cuarenta hocicos… hocicos parlanchines convincentes por cansancio por costumbre por la pérdida de la sospecha del instinto felino. Ahora somos monos que pudieron ser curiosos una mañana lejana, pero questa tarde se pelean por una dosis de bananas o maníes; consumidos monos por los cigarros que nos experimentan la naturalidad y materializan el miedo y el ansia en tumores venidos de palabras e imágenes pegadas en un cartón, monos violentados violentos violados violadores, monos culiáos que justifican su violencia con ojos llorosos, es que así es el mundo, es que a mí también me pasó, es que…
Así extinta la capacidad de buscar cinco patas en los gatos, así esperanzados en las siete reencarnaciones de cristo, nada tiene más que un significado. La vida es así y así ha de vivirse. Hay que acicalar al chancho menos hambriento, así más monos tendrán (tendremos) la miserable dosis del plátano que les (nos) mantiene vivos

Texto agregado el 01-10-2015, y leído por 107 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-10-2015 Ningún gato tiene siete vidas. Pero cuando de sus cinco patas nacen discursos tan quemantes de lucha, de vientres hambrientos de igualdad de riquezas, de miradas videntes todas distintas del mismo mundo, el juego de los chanchos contra los felinos se traslada a una cancha soñada, tan distante de las otras, las verdaderas vidas, como distantes están tus luminosas letras de la mediocridad que nos cobija. -ZEPOL
 
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