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Para no asustar a mis posibles lectores, esta historia que voy a contar es corta. Trata sobre la moral, pero no es moralina sino de sentido común. Al leer las líneas siguientes comprenderán lo que quiero decir.

Se trata de un joven casado, estuvo varios años de novio y se casó por todas las leyes habidas y por haber, feliz (es un decir) padre de varios hijos (los que Dios quiera mandar) pues su religión se lo ordenaba.

Sin embargo le entró la comezón (la tentación) y se rasco (es decir cayó en el amor prohibido). Ni él se explicaba el porqué faltó a uno de los mandamientos y se fijó en una mujer ajena. A lo mejor porque estaba de rechupete según los maloras del barrio. Ella tenía bien domesticado su marido y seguido probaba de la fruta que maduraba en otros huertos.

En fin nuestro joven amigo se olvidó que el que no puede ser casto debe ser cauto ya que las tentaciones son para caer en ellas pero con discreción.
Sin embargo la mujer hermosa quiere lucirse y como el esposo de ella era un humilde tenedor de libros con salario reducido no la había llevado nunca a la playa. Así que el amante debía disfrutar de los mutuos placeres del cuerpo a cuerpo en la paradisiaca playa de Acapulco.

La pareja que les relato era del norte de México, así que nuestro héroe pensó que no habría nadie conocido tan lejos como era el bello puerto en el estado de Guerrero. Llevaban varios días disfrutando de los deleites del himeneo cuando al entrar a un restaurant, al marido de mi cuento le tocó mala suerte, estaba en el lugar una hermana de la esposa (había ido a una convención de Avon donde trabajaba).

Lo vio la cuñada y le puso una cara de sargento mal pagado y con hemorroides. El infiel, sin embargo, actuó con sangre fría y fue a saludar a su cuñadita.
—¡Cabrón! —le dijo ella a modo de saludo—. ¿Cómo te atreves a hacerle esto a mi hermana?
Él no perdió la calma. Respondió:
—¿No sabes que ella y yo nos vamos a divorciar?
La otra se consternó.
—¿Cómo? —preguntó con afligido tono.
Pensó en su hermana, en sus sobrinitos…
—Bueno —completó él—. De ti depende.
La cuñada entendió las cosas y no fue con el chisme. Guardó el secreto, con lo cual hizo muy bien. Y aquí termina esta historia. Tiene, como se ve, final feliz. No todas lo tienen.

Texto agregado el 16-11-2015, y leído por 348 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
18-01-2016 rápido y eficaz, ambos cuidan lo que tienen, lo demás solo será ,o no cargo de conciencia .Muy buena resolución esta a la altura de lo esperado Felicitaciones rulosodemonserrat
17-11-2015 La inteligencia y lo asertivo en el actuar da el éxito. Los millonarios lo saben y la moral les importa m... 5* heraclitus
17-11-2015 Y muy feliz... ja ja ja Cinco aullidos de vacaciones yar
16-11-2015 Eso es un chantaje muy inteligente, pero chantaje al fin. Un abrazo, Terry amigo. SOFIAMA
16-11-2015 Estuvo bien pícaro el hombre!!! jajajaa...Te abrazo! MujerDiosa
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