| De padre Español y de madre Peruana Juan del Valle Caviedes nació en esta ciudad de los reyes en 1652, al cumplir 20 años fue enviado por su padre a España a quien ayudaba en el manejo de los negocios, pero 3 años después tuvo que volver precipitadamente, noticiado del fallecimiento de su progenitor, heredo regular fortuna y en su traviesa juventud se entregó a una vida bastante disipada.
 No tenía carácter para el estudio y tampoco lo seducían los grados ni el título, despreocupado de ideas religiosas, su mayor anhelo era vivir la vida intensamente, no era un erudito ni sabía latín, detestaba ferozmente a los médicos, pero en cambio era poseedor de un gran espíritu que no adulaba a los virreyes, ni cantaba loas a la España conquistadora, pues solo le bastaba con reír.
 
 La vida y obra de Caviedes encuadrada en la época en que floreció, merece especial atención ya que es un legítimo y autentico criollo, además de poeta según la acertada opinión de don Luis Alberto Sánchez quien dijo de él que era el más alto exponente del limeño mazamorrero; los paralelos citados por don Luis en relación a Caviedes son múltiples, dice que tan pronto está al lado de Quevedo como al de Rabelais, o al de Francois Villon.
 
 Del Valle Caviedes tenía una personalidad juguetona e irreverente, era un satírico formidable y un sin par cronista en la literatura colonial, su riza punzante y atrevida conseguía su objeto en el alcance deseado, serpenteaba y hacia reír, original por excelencia es el verdadero creador del criollismo y la sátira, tenía aguda percepción del ridículo, era incomparable en el chiste y en el chascarro, siempre oportuna y punzante, en 1661 el empezó a darse cuenta que era un poeta.
 
 Arrepentido de su larga vida de libertinaje llego al matrimonio, con el poco dinero que le sobrara estableció una tienda de baratijas, en uno de los llamados cajones de la ribera, en las vecindades de palacio de gobierno, de ahí que es llamado el poeta de la ribera, pero esta etapa de tranquilidad y calma duro muy poco, muy pronto lo visito la desgracia y en la casita de la ribera murió la esposa, Cabiedes dominado por el dolor de la irreparable pérdida se dio a la bebida, murió antes de cumplir los 40 años en 1692.
 
 Caviedes es un espíritu anacrónico que se rebela contra la tradición, alejado de la solemne tristeza nostálgica de los castellanos y de la melancolía oprimida de los nativos indígenas, se acercó a la vida con la frescura de su alma abierta y amplia, sin ningún doblez ni término medio, es el primer revolucionario y el más ilustre poeta de la colonia.
 
 Sus obras están reunidas en los volúmenes “dientes del parnaso” y “poemas diversos” los que ostentan singular gracia y amenidad, su fin es una paradoja dolorosa, toda su rebeldía e irreverencia se perdió, murió como uno de tantos rodeado de clérigos y médicos, que seguramente pusieron un marco de severidad a su reír jocundo.
 
 De dientes del parnaso de juan del valle Caviedes:
 
 
 A PICO DE ORO   (que se casó con una vieja panadera)
 
 Pico de oro solamente
 En lima es médico sabio
 Pues sabe ya mucho más
 Que Hipócrates y esculapio
 Pues se ha curado así propio
 De un pestífero contagio
 Peste del que enferman muchos
 Y del que pocos hay sanos
 Digo que de mal de pobre
 Que es un achaque de diablos
 Con pulso y orina ajena
 La pobreza se ha curado
 Casase con una vieja
 Más antigua que Velazco
 Que al Rey Wamba no le deja
 Nada en materia de años
 Sin fin de semanas santas
 Se tiene en cada zancajo
 Por los siglos de los siglos
 Que tiene de tiempo rancio
 Mejor que para mujer
 Es la dicha, por lo anciano
 Para un excelente vino
 Que aquí lo antiguo no es malo
 Viuda era de un panadero
 Y con pico se ha velado
 Con el gastara sirviendo
 Lo que otro gano amasando
 Dicen que el novio con ella
 Se remedia, y es engaño
 Porque antes la novia trae
 Al pobre pico alcanzado
 En las cuentas que le ajusta
 Ella no huye embarazos
 Pues quiere cuentas con pico
 Y siempre quiere pagarlo
 Yo no sé porque se paga
 La novia del pico tanto
 Si es la cola por quien ella
 Le hace tantos agasajos
 Enamórese la dicha
 Del mediquillo pintado
 Narciso que en orinales
 Mira siempre su retrato
 Guerréalo con sus recetas
 Un cupido boticario
 Tirándole por arpones
 Jarabes y electuarios
 Visítala en un achaque
 Porque fue achaque el llamarlo
 Para que el mal la curase
 Del reconcomio del gallo
 El pulso la cogió pico
 Y conoció, por el tacto
 Que de un accidente el
 Era el color y el emplasto
 Pidió el orinal y ella
 Le respondió que era en vano
 Que estaba vacío, y dijo
 Pico, habrá de rellenarlo
 Violo y míralo con los
 Visajes acostumbrados
 Y aun con más. Porque tenía
 El orinal mucho sarro
 Recétala una sangría
 Del arca, que reventando
 Estaba en el humor rojo
 Y esta dio el brazo y la mano
 Consiguiese luego, al punto
 Por estar aparejado
 Pico de lanceta, y ella
 La venda que ciega a tantos
 Se hizo luego la boda
 Que la mujer por su trato
 Tuvo en un instante todo
 El casamiento amasado
 Los parientes de ella dicen
 Pierde ella, y es lo contrario
 Pues con cincuenta y cinco
 Se tiende, siempre ha ganado
 Ella es vieja perdurable
 Y pico de oro es muchacho
 Con que la boda olerá
 Más cabra que chivato
 Con parientes da en casarse
 La mujer, si su velado
 Primitivo era matoso
 Y este lo es por matar tanto
 Si ella se cura con el
 En breve estará acabado
 El matrimonio, que pico
 La despachara volando
 Gócense en la bella unión
 Brindándose en cada paso
 Ella a pico tortas, y el
 A ella jarabes violados.
 
 
 
 
 
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