El deseo me quema las carnes, 
me desvelas en las noches  
y entre profanaciones de mi mente  
te conviertes en una dulce saciedad del hambre. 
 
Lenguas de amantes 
que juegan intercaladas e inquietas  
y de la miel de sus sexos  
satisfechos e insaciables  
se relamen. 
 
Entre las flores sembradas, 
entre las caricias precipitadas 
que redimen tu infierno, 
extenuadas éstas y al amor entregadas,  
dan culminación a las adversas circunstancias  
en cada recoveco de tu almohada. 
 
Me presionas erguida, 
me rozas en el calor de tu entrepierna, 
que se agita salvaje y primitiva, 
me muerdo de ganas,  
y sumerges tus dedos 
en la cavidad vaginal 
que te hierve y te desarma. 
 
Me destrozas con tu falo duro  
y tus besos culminan en mis senos, 
que serán para tus demonios 
dos aureolas al desnudo.  
 
Quiero la humedad de tus labios, 
la protuberancia de tu hombría  
regocijada en mí y explorando, 
¡quiero gemir de pura vida! 
y perderme entre la inquietud de tus manos, 
éstas, que me han dotado de lucha y rebeldía. 
 
Deseo que te estrelles en mí, 
y que formes parte  
de la constelación de mis pensamientos, 
que seas reflejo 
de la retorcida perversión de mis sentimientos, 
y mientras más te metes, 
por ti, ebria de sueños,  
me desvelo. 
 
Anhelo la saliva enfática  
que desprendes, 
deliciosa y dulcemente, 
fusionándose entre los jugos internos, 
que me convierten en tu hembra ardiente. 
 
Relamo y exprimo 
cada gota de su sexo, 
oprimo entre mi carnosidad  
la virilidad que me destroza sin recelos. 
 
Me deseas  
y juego a ser tu esclava, 
tu ama, 
tu niña con sonrisa de ángel y diabla, 
soy tu hembra en celo, 
tu ramera  
que te entrega su  sensibilidad mojada  
y por vos la libido va subiendo, 
te entrega sus gruesos labios 
que te succionaran con dulce picardía y maldad, 
cada estrella apagada  
de tu universo dormido 
y  amor mío, 
de tus despojos la voluntad habrá nacido. 
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