insomnio y óleos, 
furtivamente desparramados, 
le dan un pedazo de vida 
a las ruinas de mi habitación.  
 
Sabor a flores blancas y a decepción,  
mis labios se descomponen, 
y son ellas hoy, 
las musas de mi inspiración.  
 
Poesías en prosa 
y un nuevo sentimiento, 
extraño pensamiento 
florece en las enredaderas, 
en los tejidos viscosos de mi corazón.  
 
Ya no hay infección, 
ya se acabó el veneno en mis venas 
y algo me impulsa  
a escribir con más decisión.  
 
Me dejo llevar, 
me maravilla la noche 
y no paro, 
no desisto en mis ganas de escribir,  
de esculpir en la conciencia, 
palabras que se arman con el papel 
y se constituyen con mi ayer. 
 
El viento furioso, 
acicala tras mi ventana, 
sacude las copas de los árboles 
con desesperación y vehemencia lejana. 
 
Presiento que una tormenta se avecina 
y que el sueño profundo a su puerto llega, 
me siento feliz (acontecimiento raro en mí), 
me siento tranquila 
y tengo miedos al dormir, 
tengo la sensación de no despertar, 
y en el intento de lograrlo, morir.  
 
 
 
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