Fatal amor que fue al desencuentro, 
el querer,  
que entre las palabras exhaladas 
se fue desintegrando, 
de tu vida me has exiliado,  
y con mi olvido, 
lo hermoso que fue haberte amado, 
a los vientos furiosos les iré proclamando. 
 
Me revolqué en el fango de la perdición, 
no sabes quién soy,  
a qué mares me entrego 
ni qué soles conforman los matices de mi voz 
y perdida estoy sin vos, 
rendida y en mitad de la vida 
me quedé sin tu amor. 
  
Me dejaste con los versos de los amantes 
sangrando en la opresión de mis labios, 
me entregaste la languidez de tu semblante  
a cambio de un amor,  
de un canto de pájaro herido y melancólico,  
de un adiós violento y repentino, 
me dejaste con las pupilas mojadas 
por todo lo que habría de derrumbarse sin retorno.  
 
Desafiar a tus demonios  
fue un acto irremediable, 
¡y claro que soy humana!, 
cometo errores, 
soy maldita e impulsiva, 
soy lo que quieras que diga, 
pero no te marches,  
aturdido y sin salida. 
 
No encuentres un motivo en mí 
para que nada valga la tregua,  
después de tantos decires  
que alucinada te escribí,  
vuelve al arrabal de los baldíos 
para convertir en fortuna  
la calamidad de tus penas. 
 
Perdón,  
mi corazón se retuerce  
entre los huesos de mi organismo y pide tu calor, 
no te has ido y ya te extraño, 
vuelve el frío al alma, 
la desazón a la vida lejana, 
la mediocridad a la conciencia templada, 
la nostalgia de lo que has omitido con tus palabras, 
la muerte y la vida, 
el amor y vivir por pura osadía.  
 
Me voy,  
he abierto el umbral de la existencia dormida 
y no requiero de modales  
para limpiarme los mocos  
con los puños de mi camisa, 
no requiero de tu presencia  
para dolerme el ser  
que contrajiste de pura alegría. 
 
¡Y ya basta!,  
las lineas de mis versos 
en la arena encallan, 
me acicalas con dulzura la brutal herida, 
me vuelves culpable y desagradable, 
y te advierto que pronto he de desintegrarme,  
antes de que vuelvas a escupirme en la cara 
el tibio amor que, con desmesura, desechaste.   |