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Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Billetes Rubios: La riqueza que esconde el inodoro (En un viernes de explotaciones alternativas) –Por El_Galo

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Utilitarismo despiadado. Las muestras de tal comportamiento se hacen perceptibles, en muchos de los casos, sin que la intención sea indagar con desenfreno en aquellos espectros que se revelen como claramente obvios.

Como ejemplo de esto, hace unos días un amigo me brindó, casi al descuido, detalles vinculados al accionar de una empresa dedicada, mayormente, a la investigación y el desarrollo de soluciones médicas. De acuerdo a su trabajo en exteriores para un canal de televisión de Buenos Aires, un hecho había llamado poderosamente la atención de mi colega. Así, mientras éste efectuaba un relevamiento en un barrio carenciado del Gran Buenos Aires (asentamientos conocidos también como “Villas Miserias”) se encontró con que una infinidad de recipientes plásticos yacían, cuidadosamente ordenados, al frente de la mayoría de las casas que integraban la zona escrutada por su equipo de trabajo.

Los recipientes –bidones, al fin y al cabo- acumulaban una carga ciertamente particular: orina. La orina de los habitantes del barrio. Al parecer, y según pudimos comprobar después, el líquido era recolectado, semana a semana, por empleados de una corporación dedicada al desarrollo de compuestos destinados a estimular la fertilidad en mujeres con problemas de concepción.

Abundante, el material debía respetar una condición: pertenecer a mujeres menopáusicas. De este modo, la orina podía ser utilizada como sustancia de experimentación para hormonas y combinados químicos. Tras mucho indagar, pudimos comprobar que el producto, obtenido merced a éste desecho orgánico, tenía como mercado un área circunscripta a las clases altas que pueblan ciertas ciudades relevantes de la Argentina.

Así, otra vez logramos confirmar que, en nuestros días, el sudor de los desvalidos ya no resulta suficiente como materia prima para quienes ostentan, sin sobresaltos, una cierta posición de privilegio en una sociedad signada por la desigualdad permanente. Sin miramientos, ahora también los desperdicios del desaliento son percibidos como una fuente de ganancia concreta.

En un principio, evaluamos con mi colega una deducción de fácil estructura: de seguro la empresa pagaría por obtener tan singular mercancía. Supremo error. Dicho aporte sólo resulta saldado con menudencias: las mujeres que aportan su orina reciben, a cambio y sin posibilidad de reclamo, simples banalidades tales como juegos de vasos de escaso valor o algunos platos ordinarios. La paga sólo se ajusta a tales elementos. Cual conquistadores sedientos de toda rapiña, los directivos de la empresa en cuestión optaron por el viejo recurso de los “espejitos de colores” para obtener, a un precio siempre irrisorio, este elixir que hoy representa otra posibilidad de modelar cuentas bancarias abultadas a fuerza de inversiones mínimas.

De acuerdo a lo averiguado, este accionar se repetiría semana a semana. Así, basta con llegarse a una Villa Miseria del Conurbano para comprobar esta experiencia degradante en toda su dimensión. Basta fijar la vista en ese camión que, de madrugada y en completo sigilo, corroe a una selva de calles dominadas por el barro y el hambre en busca de un néctar nunca antes apreciado.

Ahora, todo es plausible de ser transformado en ganancia. La cultura del desperdicio desnuda, con disimulo y sin sonrojarse, un jirón más de su inmundo pelaje. Como alguna vez lo propiciaran los norteamericanos durante la primera guerra del Golfo en 1991, con la utilización de desechos como el uranio empobrecido en las ojivas de sus misiles, ahora las manifestaciones de este aprovechamiento de todo recurso posible adquieren un nuevo matiz.

Ante ello, la primera opción es sentir desprecio por lo que sucede y temor por aquello que vendrá. Inmersos en un contexto donde la lucha entre optimistas y apocalípticos día a día engendra un nuevo combate, inútil es desconocer a aquellas certezas que hoy nos hablan de un tiempo donde es necesario fijarnos un replanteo de ciertos comportamientos.

Ayer fueron los restos óseos, la sangre, el semen y el contrabando de órganos. Hoy la riqueza adquiere la tonalidad ámbar que distingue a la orina. El interrogante deviene en escalofrío al proyectar cualquier pensamiento que culmine centrándose en el probable mañana. Ese mañana que, de no mediar cambio alguno, probablemente se ocupe de despojarnos de lo último que siempre será inherente a nuestra condición: la posibilidad de gestar un cambio. La oportunidad de sostener toda noción de supervivencia...




Patricio Eleisegui


El_Galo


Texto agregado el 10-09-2004, y leído por 340 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
11-09-2004 Buena denuncia Galo! Y ahora qué hacer? Es urgente hacer algo, no?, ademas, algo todos los dias, aunque solamente sea soportar la miseria humana con esperanza!: Besos maravillas
10-09-2004 papel quise decir amigo... barrasus
10-09-2004 No me sorprende, pas igual que con el reciclaje, reciclan los más pobres para que se forren los dueños de las empresas de reciclaje, una vez fui a una planta de recuperación de pael y vi como desechaban el cartón, le pregunté porque lo hacian y me dijo el tipo que como se pagaba poco en el mercado internacional que lo tiraban y nosotros los muy capullos separandolo en casa.... todo igual... barrasus
10-09-2004 Pero queriiiiido!!! Pueden realizarse muchos aportes científicos desde la orina, no sé por qué estás en contra. ¿Mi orina? Ah! no, mi orina solo se deja llevar a inodoros de oro, no a bidones. ¡Imaginate! ¡una mujer de alta sociedad, como yo!. Pero no lo tomes a mal, mi estimado. Al fin y al cabo, en algo mínimo tienen que servirle a la sociedad estos pobres indigentes, ¿no?. ________________ "CUIDATE, PIRATA COLÓN, QUE YA SE DESPIERTA LA RAZA DEL SOL" ________________ Respecto a tu informe, excelente, Galo. Mis estrellas a tu denuncia y tu claridad. Saludos! Oliveria
10-09-2004 Nada me sorprende en este infierno globalizado, el instinto de supervivencia lleva al ser humano acorralado por la miseria a situaciones impensables (no hace mucho tiempo). Tu tienes la posibilidad de denunciar a estos mercaderes de la orina. Un abrazo. CalideJacobacci
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