Y decidí volar,
volar sobre el pantano,
el pantano de la vida turbia que me esperaba,
pasar por encima de cada cosa que me torturaba,
de cada gota de hiel
que cercenaba mi voz,
esa voz que no dejaba de emitir gritos de libertad,
libertad
libertad cuartada por cada barrote de inmundicia.

Recorro los espacios surcados por mi estupidez,
estupidez humana de aferrarme a momentos,
a instantes marcados por traición,
dolor,
de Miradas hipócritas
que se clavan en el espacio
espacio que queda entre mi dolor y mi felicidad.

Espacios plagados de inmundicia
de sensatez perdida,
espacios que arrullan cada movimiento de un cuerpo inmerso
en un mundanal recoveco,
recoveco lleno de personas,
grandes en hipocresías
que delatan su falsedad en el contonear de sus manos
manos que llevan el compás de la traición
de esa traición que los ojos muestran socarronamente
cual lechuza en medio del desierto de la noche
observando a quien pueden atacar,
a quien pueden dejar sin aliento,
más aun, yo! YO solo decidí volar.