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ALONDRA Y ALFONSINA


El Encuentro.


Clemente Natera iba de ranchería en ranchería por lo más alto y agreste de la serranía mexicana. Dos mulas y un burro bronco eran su equipo de trasporte para esa especie de circo ambulante que regenteaba para medio vivir. Cuando llegaba a cualquier conglomerado humano aun los de escasa población, desde muy temprano con su vozarrón de miedo publicitaba las maravillas que se verían durante la función de la siguiente noche: “Vean, comprueben, disfruten de la cámara casi mágica traída desde el fin del mundo”, gritaba a todo pulmón, luego agregaba el gancho comercial: “Por unos cuantos centavos, si usted está triste, al tomarse una fotografía con esta cámara en la imagen quedará para siempre aprisionada cualquier melancolía, tristeza o aflicción del alma.” “¡Será feliz toda su vida!”

Luego con desparpajo lindando con el cinismo pregonaba otras “maravillas” dignas de admirarse por poco dinero. Como un vibrador para quitar el hambre cuyo funcionamiento era con energía de pilas alcalinas. Potentes lanzabesos usados por los astronautas para mantenerse en contacto amoroso con sus seres queridos desde el espacio exterior. Rollos de papiro traídos desde Egipto, esos que untados con engrudo se colocaba en las arrugas, los tatuajes y cicatrices y después de tres semanas las desaparecía definitivamente. Tiempo suficiente para abandonar con su circo la población donde cometía el fraude.

Clemente Natera de andarle al camino, valles y cañadas iba cobrando fama en la región serrana donde la gente estaba muriendo de a poco por la extrema pobreza su eterna compañera. En cada pueblo o villorrio donde llegaba con su “espectáculo” siempre había alguien para ofrecerle en venta algo grotesco, fuera de lo común o de aspecto monstruoso para incorporarlo a su circo. Porque lo grotesco, lo inusual y hasta lo monstruoso al contacto con nuestra mirada nos paraliza, nos seduce y termina por llevarnos a la adoración o servirnos como elemento que exorciza nuestros miedos, ya que se está frente a una exaltación de la naturaleza y de la imaginación o de una impresión aterrada de la mirada.

En la localidad La Esmeralda del estado de Chihuahua, por ejemplo, una anciana intentó venderle un frasco de vidrio con un líquido blancuzco cuyo contenido era un teratoma ovárico petrificado extraído a su hija meses antes de morir. En una población de la Sierra Mojada de Coahuila llamada El Cariño, un payaso desempleado lo persiguió “de sol a sombra” suplicándole le diera trabajo en su espectáculo con el argumento de casi morir de hambre, pues nadie solicitaba sus oficios de entretenedor de niños ni le querían comprar sus autorretratos, ahora los regalaba a la chiquillada para al menos entretuvieran su miseria arrojándoles piedras a sus obras de arte. Clemente Natera se cuidaba muy bien de no caer en la engañifa practicada por él casi a la perfección, pues el hombre tenía un desarrollado instinto comercial y no era fácil tomarle el pelo.

Fue en un pueblo olvidado de la mano de Dios y de los gobiernos corruptos del país donde encontró a un borrachín quien vivía en un constante estado de felicidad etílica, este beodo quiso venderle la fórmula secreta para elaborar una bebida alcohólica que no causaba resaca. Según el borracho, había robado la fórmula a un norcoreano, viajero incógnito, de paso hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Cuando Clemente se embriagó con aquel licor para comprobar si era verdad lo dicho por el borrachín, fue víctima de una terrible infección gastrointestinal que degeneró en disentería y se vio obligado a permanecer en aquel pueblo algunas semanas mientras recuperaba su salud.

Durante su convalecencia intentó continuar con su circo de curiosidades, pero por las noches el público era muy escaso, solo unas cuantas personas se interesaban en ver sus rarezas. En una ocasión el borracho quien intentó engañarlo con la fórmula del licor coreano, entre trago y trago de su brebaje le confió la razón de la escasa clientela en su circo: — La mayoría de la gente va a casa de Doña Licha a oír cantar y recitar poemas a sus hijas Alondra y Alfonsina”. No dijo más el beodo y se fue zarandeándose de un lado a otro como un barco en medio de la tormenta en alta mar.

Clemente Natera no esperó mucho, en la noche siguiente fue a casa de Doña Licha a comprobar lo dicho por el borrachín. La casa de la vieja estaba atestada de personas, apenas pudo llegar entre empujones y rodillazos a presenciar una escena inusual entre grotesca y mórbida que lo dejó sorprendido. Frente a él descubrió a unas hermanas siamesas unidas por el pecho, ambas de tez cobriza y rasgos indígenas. Una de ellas, Alondra, de estatura un poco mayor a la de su hermana, el pigmento de piel más claro y el pelo menos largo que el de Alfonsina, su siamesa. Al verlas durante algunos minutos, Clemente tomó una decisión en base a su instinto comercial y a la certeza de este pensamiento: “Todas las personas que vemos por primera vez proceden de nuestro futuro”.

Clemente no perdió detalle de la “función”, escuchó embelesado las canciones interpretadas por Alondra en un idioma indígena. Luego lleno de emoción a pesar de medio entenderlos, oyó los poemas recitados en Náhuatl por Alfonsina. Esperó paciente mientras todo el público se retiraba del lugar, no sin antes dejar algunos centavos como agradecimiento por el espectáculo presenciado.

Cuando por fin estuvo a solas con la vieja echó a andar el plan ideado durante la función: De sopetón, con toda la malicia posible le pidió a Doña Licha le diera en matrimonio a su hija Alfonsina. La vieja pegó el grito al cielo, enfurecida arremetió escoba en mano contra el fuereño quien huyó despavorido. Al día siguiente por la tarde Clemente se presentó otra vez en casa de Doña Licha, esta vez iba acompañado del sacerdote del lugar, quien llevaba en alguna bolsa de su sotana los billetes recibidos del pretensor como pago por sus servicios. El padrecito iba como intermediario para oficializar la petición del matrimonio y negociar la dote acostumbrada en estos casos.

Solo por tratarse del hombre de la sotana, Doña Licha aceptó escuchar la solicitud y el ofrecimiento de Clemente. El hombre pedía casarse con Alfonsina y se comprometía a la manutención de Alondra mientras esta tuviera vida. Llevaría a las hermanas a vivir a un pueblo grande llamado San Nicolás donde establecerían su domicilio definitivo. Hizo también el ofrecimiento de cinco mil pesos en efectivo como dote matrimonial a la pretensa. Además, cada mes le enviaría a Doña Licha una pequeña cantidad de dinero para sus gastos más apremiantes y le dejaba una de sus mulas y el vibrador para quitar el hambre.

La mujer escuchó con la cara enrojecida por el disgusto y restregándose las manos en medio de una mirada llena de odio hacia Clemente, le contestó al cura, apenas terminó éste de hablar:

— ¡Mis hijas no están en venta! —

—Nada de lo que ofrece este hombre nos interesa— Agregó casi tartamudeando por la ira.

—Así que por favor padrecito, de por terminado este asunto. Luego mirando de frente a Clemente sentenció:

—Si te vuelvo a ver en esta casa, en vez de escoba usaré el machete.

El cura se retiró del lugar junto con Clemente, no sin antes recomendarle mucho a la anciana lo pensara bien y consultara el asunto con sus hijas. Algo o mucho había escuchado en el confesionario el cura para tener tanta confianza en que el casorio se podía dar y con ello ganarse la jugosa recompensa prometida por el pretendiente. Éste mientras tanto, en los días siguientes pasaba poco a poco del interés meramente económico a un estado de confusión obcecada con tintes sexuales. Muy a su pesar empezaba a padecer y en cierta forma a ejercer una parafilia llamada Teratofilia, que consiste en la atracción sexual hacia los cuerpos inusuales, grotescos o de aspecto monstruoso. Finalmente, Clemente se decía: “La belleza está en el ojo de quien la observa” Así es que siguió con la idea del matrimonio con la siamesa Alfonsina o con su hermana Alondra, ya le daba igual con cualquiera de ellas, no obstante conocer por la indiscreción del cura que en las hermanas había dos juegos de pulmón, dos corazones, uno de los cuales pensaba conquistar con atenciones y mucho amor. Había también dos estómagos, a los que estaba decidido alimentar. Un hígado, un intestino largo compartido por ambas mujeres y un sistema reproductor en cada uno de los cuerpos.

El cura en un lapsus de bonhomía le pidió a Clemente reflexionara mucho sobre sus intenciones, pues el matrimonio con algunas de las siamesas, de consumarse, le traería muchas dificultades, tanto legales, morales, de maledicencia y por qué no, hasta religiosos.

Clemente desoyó al sacerdote, a su conciencia y también a su sentido común y se empecinó en seguir adelante con su idea de matrimonio. Algunos días después la realidad parecía darle la razón, pues la vieja Licha mandó recado al cura solicitando una reunión en la iglesia con Clemente y el cura como testigo. (…)




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Continuará, solo como un ejercicio de disección del comportamiento humano y para tratar de mostrar unos personajes viviendo experiencias que pueden parecernos grotescas, irreverentes o rebuscadas, pero que, sin embargo, tratarán de contar una parte de la realidad que deliberadamente no queremos ver.








Texto agregado el 13-02-2016, y leído por 361 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
29-02-2016 Oh! poco para agregar a los comentarios que preceden, solo decir que, entre el morbo y la exquisitez del relato me siento obligado a continuar con las partes siguientes (¿seran dos?) Saludos! TuNorte
15-02-2016 Tu creatividad me impresiona, nunca leí un relato así. En cuanto a tu narrativa, exquisita, como siempre. Solo me resta felicitarte y quedar a la espera de la continuación de tu relato. Un abrazo dulce. gsap
13-02-2016 Espectacular relato por lo inusual y,diría,descabellado.Claro está que espero la continuación.UN ABRAZO. GAFER
13-02-2016 Formidable. Como los demás, espero la continuación que sin duda traerá mas sorpresas e igual calidad. Rubalva
13-02-2016 Un texto extraordinario al estilo "Cien años de soledad" Una narrativa donde la imaginación bordea el campo de la ilusión de una realidad inexistente crea entusiasmo en el lector. Lo que ocurre aquí, se compara con lo mágico, pero retrata una realidad que puede ocurrir. Un fantástico relato. !Excelente narrativa! Espero ansioso la continuación. !Felicitaciones Jesús! Saludos. NINI
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