| De frente a mi, un ropero que se alza afuera del espectro.Hay restos de besos tirados en el piso
 que no atine a encestar en el bote de basura que no había usado.
 
 A la izquierda, un grillo busca a su Dulcinea
 que quizá se le perdió en este cuarto lleno de fantasmas mios.
 
 A la derecha, saltando por la ventana semi abierta
 me abandono un recuerdo que se negó a quedarse por apatía.
 
 De arriba a abajo, un rico conforte me contrasta el poco animo
 que me dejan los fines de semana y el otoño con sus invariables arcoiris.
 
 Ella es calculadora, hermosa y aparece en mis ensueños
 acelerando mis complicidades con el augurio,
 me roba besos virtuales y desaparece, dejándome con sabores inimaginables
 que sorteo para no enviciarme,
 pero reaparece en imágenes que caen en gotas de agua
 y hacen renacer en mi rostro un resto de alegría que siempre me alcanza sorprendiéndome.
 
 Atrás, una neblina que pinte a pulso y con trazos de olvido
 para tener algo que voltear a ver,
 el sol hace ver aquello como una catarata de cenizas que se dispersan amedrentando al viento
 que se desvía por admiración al funeral que comienza cada atardecer,
 cuando se revuelcan amándose: sus palabras frías y mis reclamos inmaduros,
 odiándose: mis impaciencias y sus razones,
 todo converge en emociones invariables que lo acondicionan casi todo.
 
 Abajo, un eco de pasos que me dirigen a una oficina de correos
 que cualquier día de estos tocara a tu puerta
 y ojala te ilumine la mirada, no se te olvide firmar.
 
 Arriba, tu, sublime y exacta.
 
 Agosto 23 2012
 
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