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Dos años de arrepentimiento, una historia de amor que nunca alcanzó a ser amor, miradas avergonzadas, miradas que se huyen, miradas que se evitan, ansiedad o dolor, puro orgullo, autocompasión, en el fondo remordimiento.
Y se dio al arte, a la música, al cine, a la aventura, al sexo, a todo cuanto pudo devorar; y se aprovechó de otros y uso a otras, hasta que de a poco paso todo, sin pena ni gloria, algo humillado, pero seguro de que estaba sanado, embistió a su segundo toro. Teseo moriría, pero la bestia también, esta historia es una tragedia, una tragedia rosa, un drama, un intento de comedia… como la vida, esto es solamente ilusión, un laberinto eterno, o tal vez a plazo; es sólo un devenir, un yendo, un preludio a algo más grande que solo les sugeriré, esta historia es decepción.
Seis de la mañana, el olor a humedad seguía impregnado en la cama, la toalla humeante secaba las ultimas gotas de su cuerpo, luego la camisa, la corbata, las colleras y estaba enfrascado en ese traje que tanta ilusión la hizo la primera vez, símbolo realización, de madurez, de futuro, que ahora tenía algunas manchas de aceite por la palta que alguna vez derramo, unos botones medios sueltos de tantos tirones y una quemadura de cigarro que a lo lejos no se veía pero que de cerca no requería mucha sutiliza para detectarlo. Se acomodó la corbata y con desgana sonrió al espejito que tenía en el baño, mientras pensaba seriamente en cambiar el uniforme de esclavo que acababa de equiparse, rasuro mediocremente su mejilla, percatándose de uno que otro pelo rebelde que se asomaba más allá del radio de las cuchillas, intento tirarlo con sus dedos, pero al ver que se escapaba decidió dejarlo allí, de todos modos a nadie le importaría mientras hiciera su trabajo. En la pieza nuevamente tiro el cubrecama sobre las sabanas que ahora, ya no estaban tan mojadas, pero que seguían oliendo a una noche de pesadillas, trato de que el cobertor ocultara todo el movimiento de su pelea con el colchón, pero lo cierto es los bultos que ocultaba daban cuenta del revoltijo de paños que dejo su batalla. Afuera los pájaros silbaban iracundos, inmersos en su guerra matutina, los gusanos en la tierra aprovechaban la confusión para arrastrase a lo profundo de la tierra, antes de que las aves dejaran sus discusiones por un desayuno rastrero.
El tac tac tac de los zapatos de suela rígida que golpeaba ese piso de madera que a su vez crujía intermitentemente al soportar el peso de un hombre derrotado; como reloj de verdugo, el sol salía tras la cordillera y anunciaba una hora trágica. En la cocina con el estómago vacío y las tripas retorciéndose, saco una taza mal lavada del fregadero, calentó el agua en una tetera cuyo silbido había sido distorsionado por el uso abusivo que había sufrido todos esos años, una hendidura abierta más de la cuenta, transformaba la otrora trompeta de caza en una menguante tos de mendigo, afuera un zorzal partía por la mitad a un gusano hace poco ilusionado por la libertad. El olor a café usado impregno la salita, la más triste de las ultimas cenas, como alud el líquido negro se derramo sobre sus intestinos que ahora gritaban en agonía por el ácido que perforaba sus paredes, tomo una tostada añeja que estaba huacha en la panera y la puso en su boca, algunas migajas cayeron sobre su ropa, las sacudió con desgana y salió arrastrando los pies.

Texto agregado el 21-02-2016, y leído por 46 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-02-2016 Excelente forma de describir la lucha desigual contra el vacío existencial que nos deja un mal amor... Me agradó leerte. -ZEPOL
21-02-2016 La vida se percibe negra y desolada, cuando la desolación invade la mente, el corazón y lacera el alma. girouette-
 
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