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“Hogar para ancianos”, a las afueras de Nashville, Tennessee (EEUU).
Brenda y Allison están solas en la cocina, preparando el desayuno para los residentes del hogar. Se escucha el golpeteo de la losa al ser apilada y el de los cubiertos que chocan entre sí. El estimulante aroma del café, las tostadas y los huevos revueltos, dan la sensación de un verdadero hogar.
-No entiendo a toda esta gente -le dice Brenda a su compañera de trabajo, mientras se detiene en sus faenas y prende un cigarrillo.
- ¿ Por que lo dices ?. - Allison la mira fijamente y entrecruza los brazos.
- Son seres sin esperanza. Piénsalo. Todos tienen más de ochenta años, no les queda mucho tiempo y sin embargo se aferran a la vida. Desean ver otro amanecer. Eso no sería problema, si no fuera que es a costa nuestra. Lidiar con ellos, es toda una pesadilla.
Allison comienza a fruncir el seño. La expresión de su rostro se va transformando en furia e indignación. Se contiene y decide permanecer en silencio y dejar que su compañera divague:
- Siempre me he preguntado: ¿Que los lleva a levantarse todos los días? Seguramente sus dolores articulares deben ser profundos junto con otras calamidades. ¿Por qué lo hacen?. Salvación, no tienen. Solo hay una respuesta: el enorme egoísmo en sus corazones. Solo piensan en ellos, en su bienestar y no les importa los demás. No les importa ser carga de otros.
- Todos, jóvenes y viejos, deseamos vivir hasta el último instante. No comprendo por que piensas lo contrario - le responde Allison con voz firme.
- Verlos todos los días, con su caminar lento, con el constante e irritante balbuceo, con ese olor insoportable que destila su piel ajada. Es irritante. No comprendo como aún así, quieren permanecer en esa existencia ilusoria. Sé que me falta mucho para ser como ellos, pero antes me mato. ¿Cómo podría soportar esa decadencia?.
- Lo que dices es terrible. No todos pensamos así Brenda. Yo los cuido y me da mucho placer hacerlo. Darles una buena vida antes de morir. Eso me hace muy feliz - reafirma Allison, mientras coloca algunas tasas de café en su charola.
- Te repito, es decadente la vejez. Solo son una carga para otros. Tú sabes muy bien los trabajos que tengo que hacer por ellos. En algunas ocasiones, hasta les tengo que dar de comer en la boca y en otras, bañarlos cuando son muy seniles. Además, sus vidas son inútiles - Brenda enciende otro cigarrillo y continúa - Por ejemplo, esa pareja de ancianos, él se llama Winston y ella Alexandra. Debo llevarlos todas las mañanas al jardín, por expresas instrucciones del médico siquiatra, es lo único que ellos quieren, estar allí tomados de la mano. No lo entiendo. Yo tengo veinte años y mi novio ni siquiera se atrevería a invitarme al jardín. ¡Que cursilería!. Prefiero ir a su apartamento y hacer el amor desenfrenadamente con él.
- Me tengo que ir Brenda, a llevarles el desayuno a los ancianos - le responde Alison, ya hastiada de toda esa diatriba.
- Ok. Yo también debo irme, tengo que llevar al jardín a esos dos ancianos que te comenté anteriormente.
***
- Viste Alexandra, que buena chica es Brenda. Todos los días nos trae a este jardín.
- Así es Winston. Qué buena es. Empuja las dos sillas de ruedas y nos acerca a este árbol de ciprés, que tan hermosa sombra nos da. Hoy rezaré por ella, porque sea tan feliz como nosotros, porque logre este amor de cincuenta años.
El sol otoñal se desparrama suavemente sobre el cuidado césped del lugar, salpicado con frondosos árboles, detrás de un hermoso edificio de tejas rojas y paredes blancas. El continuo trinar de algunos pájaros da la sensación de una gran paz. Los dos ancianos están tomados de la mano. El ciprés tiene un importante significado para ellos: sus dos hijos, muertos en la guerra de Vietnam, están enterrados junto a un árbol de esa especie, en el cementerio metropolitano.
- ¿Es justo haber sobrevivido a nuestros hijos, Carl y Tom ?. - le dice Alexandra, con una mirada de resignación, mientras observa los desteñidos ojos azules de su marido.
- Fue el designio de Dios. Tú lo sabes bien.
Hay un silencio prolongado. Los dos se quedan sumidos en sus pensamientos. El recuerdo de la pérdida es doloroso.
- Solo tu amor, querida, me ha sustentado hasta ahora - le dice él, mientras le acaricia el pelo blanco de su amada.
Un cruce de miradas, revela el gran amor que se tienen. Son dos seres unidos profundamente, más allá del dolor, mas allá del tiempo, más allá de la miseria humana que los rodea.
- No nos queda mucho tiempo querido. Has firmado el testamento dejando nuestra casa y el dinero del Banco a Brenda, la asistente. Se lo merece. Nos cuida todos los días y además, es joven - murmura con voz entrecortada - ¿Lo has hecho?.
- Si, Alexandra. Ella heredara todo. Estoy de acuerdo. Además, no tenemos más familia que nosotros mismos - el hombre se queda brevemente en silencio y luego agrega - la juventud lo es todo. Ellos son el futuro, nosotros solo tenemos este ciprés y nuestro gran amor. Nos basta y sobra.
La emoción de ese día fue tan fuerte, que sus corazones, al unisonó, se detuvieron. Los dos amantes dejaron de existir al pie de ese ciprés. Una suave brisa de otoño acarició sus rostros, que extrañamente esbozaban una sonrisa.
***
Que cruel fui con esos ancianos, cuando fueron tan generosos conmigo. En aquellos años yo era muy joven y tenía todo el futuro por delante. Que siega estaba. Ahora todo se ha desvanecido en el tiempo. Tengo ochenta años y ya no soy asistente de los ancianos, sino uno de ellos. No me atreví a quitarme la vida, comprendí que era valiosa. Solo espero que Dios me perdone.
- ¿Como está mi abuelita preferida, Brenda? - Me dice Elizabeth, con una sonrisa en su rostro; ella me asiste hoy, en este Hogar de Ancianos, pero sé que no es sincera, que piensa como yo a su edad…
***
En algunas ocasiones, los seres humanos caemos en una oscuridad tan profunda, que ni siquiera podemos vernos. ¿Acaso lo que somos, no es lo que fuimos o seremos?.

NOTA: he tenido que cargar nuevamente el texto y se han borrado todos los generosos comentarios de los lectores; les pido disculpas (los leí a todos y me conmovieron).

Texto agregado el 21-02-2016, y leído por 258 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
28-03-2016 Escribes muy bien. Te felicito. glori
11-03-2016 Maravilloso relato Daniel, cargado de valores y de la sensibilidad por la dignidad de nuestros mayores, un relato que no esta nada lejos de una realidad abundante. Un placer. Saludos! TuNorte
03-03-2016 Me emocionó tu texto por la cruda realidad con que lo cuentas, muchas veces he pensado en lo terrible que es la vejez para algunos, sin familia y solos a merced del destino o de como en este caso, de personas ajenas a ellos que pretenden cuidarlos y a veces hasta se aprovechan de esa soledad, mis cinco estrellas, saludos Omenia. ome
26-02-2016 2)Los ancianos pueden descubrir de la vida lo mismo que se ha ido haciendo desde que somos jóvenes. Tu texto me ha impresionado,quizás muchos de ellos no querrían vivir a esa edad;pero es admirable que exista ese amor que se tienen ellos con esa edad. Me dan lástima las opiniones de Brenda pareciera no recordar que se le paga por ello. Uffffs así es la vida. Excelente texto***** Un abrazo Victoria Estos escritos suelen dejarme idiota,mal humorada y eso es porque llegan. 6236013
26-02-2016 1)A veces la juventud no se da cuenta que empezamos a envejecer el mismo día que nacemos... no acepto que por ser jóvenes se piense de ese modo. 6236013
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