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UNA QUE OTRA VEZ

Bajaron por las gradas empedradas que dan a la playa, a cada lado de ellas los geranios rojos decoraban el paisaje y lo hacían más bello de lo que ya era. 
- No tenías que haber vuelto, le dijo Elías a Aracely, ya me había acostumbrado a estar sin ti, ya no te necesito cada noche al dormir, ni cada mañana al sentirme vivo otra vez. Y además... Aracely no lo dejó terminar de hablar... ya calla hombre, me tienes harta con tu sufrimiento y tu lloriqueo, yo sé que me necesitas, así que silencio y ponte ese sombrero para que no se te escapen las ideas.
Aracely se iba cada vez que le entraban las ganas de ser libre y volvía renovada, con deseos de empezar otra vez. Elías la miraba y no sabía que contestar, quería odiarla y al mismo tiempo retenerla a su lado para siempre. 
Se conocían desde la secundaria, habían compartido las fiestas, los paseos y muchas aventuras. Un día se dieron cuenta de que estaban enamorados y se fueron a vivir juntos a la ciudad. Dejarían el pueblito que los había visto crecer y se dedicaron a crear un mundo de ilusión para los dos. Tenían 20 años y muchos sueños.
Elías empezó a trabajar en un restaurante y Aracely se quedaba en el pequeño cuarto que les había prestado su tía. Lavaba su ropa y la de él, la planchaba, barría el piso de cemento y lo dejaba tan liso y pulcro como nunca antes había estado. Salía al mercado central y compraba lo que le alcanzaba, que a veces era nada pero los hacía muy felices. Dos libras de arroz, un pescadito pequeño, un plátano verde y dos limones.
Elías traía a casa las sobras que le regalaban en el restaurante, unas papas fritas frías y grasosas, media hamburguesa y dos funditas de mayonesa. Al llegar, Aracely lo calentaba todo en la hornilla única de la cocineta de la tía y cenaban su manjar de amor cada noche.
Una tarde Aracely se aburrió de barrer y lavar, salió con su vestidito fresco y sus sandalias de taco, se recogió el cabello en una media cola y se pintó los labios con el labial que le trajo Elías el día anterior. Se lo había encontrado cuando limpiaba una mesa al marcharse unos comensales.

Tomó un bus que iba hacia el norte de la ciudad, quería ir a un Mall, de esos nuevos y con aire acondicionado que salían en la tv. Además allí se veía a gente bonita, con ropa y perfumes bonitos.
Entró en el ascensor un poco asustada, estaba repleto. Sintió como el hombre que estaba detrás de ella se apretaba a su cuerpo, ella no se movió, no dijo nada. En el siguiente piso todos se bajaron, ella caminó rápido y miró hacia atrás. Allí estaba el hombre mirándola, pero no la seguía. Habrá tenido unos 45 años, blanco, de bigote gris, cabello castaño apenas pintando canas en las sienes. Blanca guayabera manga larga, cadena de oro en el pecho, pulseras y anillo grande de grado o algo así y muy perfumado. El se sentó en uno de los banquillos del corredor, sin dejar de mirarla. Ella estupefacta no sabia que hacer. Sabía que debía alejarse de allí, pero era irresistible la mirada del hombre. No era una sonrisa, era una línea serena en la boca, pero los ojos eran de fuego y la llamaban.
Se acercó disimulada y se paró junto a el, en un kiosco cercano vendían café y dulces. Ella preguntó el valor de un café, sacó unas moneditas y pagó. El hombre se paró frente a ella, pidió un dulce de fresas con crema y se lo envió con la despachadora. Ella sonrió y agradeció.
 El esperó que la chica terminara su dulce y el café. Miró el reloj, le sonrió y se acercó a ella, le rozó el brazo con su manga perfumada y blanca. Ella acercó su brazo a la nariz y percibió ese aroma que no era a hamburguesa o papa frita rancia, tampoco a pescado frito o a humo, ni a jabón de lavar ropa. Era el perfume del amor, el aroma de un futuro lleno de cosas lindas, joyas y ternura.
 El hombre caminó lentamente hacia el portón de salida del centro comercial, ella lo siguió con disimulo. El se subió a su moderno auto y abrió la puerta del acompañante. Aracely subió, con las dos manitas sudadas, sostenía su carterita plástica rosada, adentro el lápiz labial era el único testigo.





31 octubre 2005

Texto agregado el 25-02-2016, y leído por 192 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
25-02-2016 No keda de otra ´ Caliyuga
 
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