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Inicio / Cuenteros Locales / JuliaFlorencia / Comida China, parte II: una historia de amor

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Ese MARTES ¡cómo olvidarle!, tenía mi primer clase de dibujo, amaba dibujar, era una forma extraña de expresarme, tirar un poco de color en una hoja en blanco me hacía bien. Ese martes conocí a la profesora de dibujo, ésta vivía en Patricios, se llamaba Eva McCartney y tenía 30 años de edad, era de mente muy abierta, bohemia, vestía una camisa a cuadros con manchas de pintura, una pollera de gabardina color mora y alpargatas; su cabello era una enredadera oscura. Era una mujer muy divertida, no sé si por efecto de esos cigarrillos que fumaba o por el hecho de la empatía recíproca.

-Hola, soy Simona -dije presentándome.

-Hola Simona soy Eva, espero que en este refugio te sientas a gusto -dijo, mientras le pegaba pequeños sorbos al café que sostenían sus nerviosas manos.

-Necesito despejarme, conocer gente nueva y tal vez este refugio que me ofreces me sirva -le confesé mientras miraba las viejas paredes chorreadas de óleos, sólo mirando.

-¿Querés? -preguntó convidándome de su enorme jarro

-Sí -respondí a su interrogante con una fugaz sonrisa.

-¿Qué edad tenes Simona?

-18 pero entres meses cumplo los 19 - le respondí, volviendo a mirar sus manos que no dejaban de temblar.

-Sos joven y un reino te espera pero en este momento sólo veo incertidumbre y tristeza en el semblante de tus ojos.

-Tal vez el tiempo no me ayudó a olvidar lo necesario será por ese motivo que me encuentro acá, con vos; porque cuando me deprimo escribo y cuando por alguna manifestación interior trato de ser feliz, dibujo. Hace varios meses que necesito, obligadamente, volver a dibujar

-Ya entiendo, te expresas dibujando la felicidad porque es un sentimiento que la literatura no puede describir, porque es algo que con las palabras los seres humanos nunca vamos a poder descifrar. En cambio, la tristeza o el dolor fácilmente te sale escupirlo en un papel, porque son sentimientos oscuros que no valdrán la pena dibujarlos, porque lo único que veremos será oscuridad.
Es como tu psicoanálissi, escribir para sacar la mierda que tenes adentro y no te deja respirar - soltó una carcajada y prosiguió- Sos rara pero creativa.

Se produjo un enorme silencio que se trababa en mi garganta, pero poco a poco las palabras comenzaron a brotar de mis labios:

-Sos muy buena para definir a las personas.

-No lo sé, tal vez es la experiencia. ¿Quién sabe? -respondió mientras sacaba un cigarrillo de su paquete.

Se levantó de su silla y me invitó a que la siguiera por un infinito pasillo, deseaba mostrarme alguna de sus obras artísticas.

Desde ese día y para siempre había encontrado a alguien que presentí, no sé porqué, marcaría con una nueva herida los senderos de mi errante vida.

Pasaron nueve meses, dibujé y expuse mis obras, cada día junto a Eva se potenciaba mi conocimiento, como describí anteriormente, era una mina muy divertida, excéntrica, realista pero a la vez muy fantasiosa. Yo era su única alumna, y nunca se lo dije pero me suponía que había sido la primera; más que una profesora, con el transcurrir del tiempo, se convirtió en una amiga, nos hicimos muy compinches. Me contó que hijos no tenía y que sus padres residían en Madrid pero nunca más volvimos a conversar del tema.

Habían pasado seis meses de mis 19 años y me pasaba la mayor parte del día en el Taller, de vez en cuando frecuentaba mi casa.

¡AH!, les conté ¿cómo llegué al taller de Eva McCartney?, lo dudo. Gracias a un aviso del periódico:

EVA MCCARTNEY,
PROFESORA DE ARTES PLÁSTICAS
SE OFRECE PARA DAR CLASES
DE LUNES A VIERNES,
CUALQUIER CONSULTA
DIRIGIRSE A PATRICIOS AL 3200.


Recuerdo una de las tantas charlas con Eva:

-Hubiera dado todo porque aunque sea alguien fuera capaz de sentir en sus huesos, los latidos de este corazón tan hambriento de amor y aturdido -se exasperó, tocando el lado izquierdo de su pecho.

-¿Tanto te lastimaron?

-Algo -dijo con resignación, como si el pasado le escupiera en la cara-. No sabes lo que es despertar cada mañana y pasarte mirando el techo de esos días esperando algo sin saber QUÉ.

-¿Acaso, no sabes qué es lo que esperas? -la interrogué mientras le buscaba los ojos.

-¡No, no lo sé!, y aunque supiera no me entenderías -dijo culminó caminando con decepción hacia la puerta.

Reconozco que me molestaba que una persona como ella fingiera y fuera tan cerrada para demostrar lo que sentía.

ESE MES, Diciembre, me la pasé creyendo que era norma, nadie me lo aseguró. También conocí al sobrino de Eva, es más, me sorprendió su presencia porque ella nunca me contó que tenía hermanos y menos un sobrino. Alejandro Cobain se llamaba, venía de Mar del Plata; Eva me contó que éste era hijo de Miragge, su única hermana, también me explicó que no me dijo antes porque hacia varios años que estaban distanciadas, pero a pesar de todo, ella y Alejandro siempre siguieron en contacto.

Alejandro fue un antes y un después en mi vida, fue todo lo que quise sin buscarlo.

Eva nos presentó, se desbordaba de alegría la loca, lo quería muchísimo y él también a ella. Era un tanto frío, con un rostro hermético e inexpresivo pero estas carencias remendaban en unos ojos que era un puente para decodificar su alma.

-Bueno Ale, te presento a Simy, una amiga. Simy, te presento a Ale, mi sobrino -pronunció Eva, que ya por ese entonces en vez de decirme Simona me llamaba por la deformación que hacía de mi nombre de pila.

-Hola -dijo penetrado en timidez.

-¡Hola, bienvenido! -exclamé sin esperar respuestas de sus labios.

Para mi desconcierto contestó con un gracias mientras Eva preparó un café para los tres. Esa tarde se fu desenvolviendo de a poco, adquirimos confianza el uno con el otro y nos conocimos, ahuyentados los pudores.

Él era un año menor que yo, tenía 18 años, su color de piel era pálido, sus ojos color miel mezclados con diminutas gotas de un verde hierba, su cabello algo desaliñado, y lo más llamativo de su fisionomía interna fue la inocencia, esa grata credulidad que vi asomarse en sus ojos.

Esa tarde murió con lenta rapidez, y entre risas y excesos se me hicieron las diez de la noche, me despedí con un beso de Eva y llegado el turno de Alejandro, nos rozamos sin querer las manos, digno de una escena de Cinema Paradise. Al instante del contacto que habíamos tenido, se nos estremeció el alma y la piel, nos miramos atontados, sabiendo de dentro nuestro algo había vuelto a vivir, sabiendo que estábamos perdidos, y que tal vez la búsqueda de ese Ser perfecto había terminado, por el sólo hecho de adivinar que lo teníamos enfrente.

Después de esa extraña y maravillosa circunstancia decidí que era hora de volver a casa, al llegar traté de conciliar el sueño, trate de no pensarlo, de no retornar a la reciente situación que nos había alborotado.

Tantos años de dolor y desamor, desconociendo el significado de la FELICIDAD, hasta que por fin aquella noche había descubierto el sentido de mi existencia, me invadía una mezcla de sentimientos que tensaban entre la ansiedad y una gran satisfacción.

Ansiedad de tenerlo, de desplazar el frío de mis huesos por el calor de sus manos, de ir corriendo a su lado y confesarle lo que me estaba pasando, de que el mundo dejó de girar, para que dos almas hambrientas de un corazón se pudieran encontrar, , ¡porque nene, no sé si te diste cuenta de que esas almas nos pertenecían!


AL DÍA SIGUIENTE volví habitualmente al taller, nerviosa y confundida temí que él no sintiera lo mismo que yo, al llegar vi a Eva terminando un cuadro que debía entregar para una exposición.

-Hola, ¿cómo estas? -casi sin mirarla la saludé.

-Bien Simy, creando un poco para no perder la costumbre, vos, ¿cómo andas?

-Algo desconcertada pero viva -le dije en tono de broma.

Después de un rato dando vueltas en el salón sin saber qué hacer, invadida por la incertidumbre me dispuse a terminar un paisaje que había comenzado el día anterior, le faltaban algunos azulados y verdes.

De a ratos entraba en cavilaciones, ¿Eva sabría lo que me estaba pasando con su sobrino?, ¿Alejandro le habría contado algo?
En ese instante se escuchó el ruido de la puerta que daba a la calle, había entrado Alejandro, mi corazón sin ninguna razón empezó a latir con una fuerza de mil demonios, como si el órgano se me fuese a escapar por la boca.

Entró, y al disuadirme en un extremo del salón se acercó tímidamente:

-Hola Simy -saludó regalándome una sonrisa de sus labios.

-Hola nene, ¿cómo estas? -correspondí al saludo, sabiendo que a su lado no podía contener la respiración.

-Necesito hablar con vos -lo dijo como si hubiera juntado todo el valor que tenía.

Nos dirigimos a una plaza que estaba ubicada a cuatro cuadras del taller, se dividía en arboleda y juegos, se llamaba Mitresland. Nos sentamos al borde de una estatua, en ese instante las palabras sobraron ya que nuestras miradas se habían vuelto a encontrar, recostándome en sus brazos decidí que desde ahí deseaba ver pasar la vida, decidí que junto a él la dicha residía, los demás puro mármol serían, me bordeó con sus pulgares los labios y dulcemente me besó.

Esa tarde nos desconectamos del mundo para quedarnos entre besos y abrazos una eternidad, para quedarnos en ese mundo aparte que nos inventamos juntos ante tanta maldad. Nunca sentí que nadie me quisiera hasta el día en que lo conocí.

-¿Qué encontraste en mí? -preguntó curiosamente.

-Encontré el sentido de la felicidad y eso es mucho, no tengo miedo de conocerte porque el primer día que te vi sentí que varías vidas pasadas tu ser constituían. Me haces bien y eso no se agradece -le dije, acariciando con ternura sus pálidas mejillas.

-Yo cuando te vi, sentí a tu lado podía volver a vivir -prosiguió contándome su historia- Tuve una vida solitaria, con mis viejos no me llevaba y no me llevo muy bien; tuve dos amores, el de la infancia se suicidó dejándome una carta y el último me engañó -sus ojos cambiaron de expresión y tuve la necesidad de protegerlo.

-La vida nunca es justa cuando pedimos amor, nene. Siempre nos pega donde más nos duele, siempre es mejor no estar atado a nada porque si lo perdemos nos morimos de dolor, y ¿sabes algo?, yo no quiero perderte.

-Es raro niña pero se te nota cuando estás bien o mal, y no deseo verte mal, porque sabes que te estoy aprendiendo a querer y que ahora mismo me duele tu dolor -contestando a mi pregunta respondió- Ahora que te encontré sería un insensato si te perdiera.

Éramos muy diferentes pero no demasiado, Alejandro no fumaba, en cambio yo sí, en los géneros musicales no hallábamos ninguna coincidencia, yo amaba el Rock and roll y él odiaba las canciones de amor, a pesar de todo nuestras diferencias potenciaron la marcha de nuestro amor.
Alejandro siempre recalcaba que éramos dos polos opuestos, y yo contestándole a su afirmación, lo provocaba, afirmándole que los polos opuestos se atraían, sino que fiara de nosotros dos.

Esa tarde se pasó volando, encima los transeúntes nos observaban como si fuéramos dos bichos raros, les devolvimos esas miradas con pura indiferencia, era obvio que nos sentíamos felices. Se hizo un mar la noche y decidimos que era hora de regresar al taller; Eva ya estaba durmiendo, entonces busqué mis cosas y él decidió acompañarme.

La luz de esa inmensa luna siguió nuestros pasos, me contó su tránsito por la primaria, él siempre era el que se sentaba en el último banco y se la pasaba dibujando, era el raro de la clase. Yo, sin escrúpulos
le conté mis anécdotas de la primaria y los sobornos en vano que les hacia a los profesores para que me aprobaran.

Al llegar a la puerta de la morada donde residía, nos despedimos con la promesa de vernos al día siguiente y chocando nuestros labios, sentí una explosión enorme en mi interior, sentí cómo sus besos me quemaban dulcemente.

PASARON LOS MESES y nos escapábamos todas las tardes del taller para estar juntos, éramos dos universos que se habían fusionado en un solo sentir. Siempre me burlaba del año menor que me llevaba, él se enojaba pero fácilmente lograba sobornarlo con besos.

Todavía recuerdo la poesía que en escribió en un papel de servilleta, aún la conservo:

Pétalo tras pétalo
bajo tu mano
esta flor se deshace,
tras tus pasos esta tierra
se desgrana
porque nadie tiene hojas
para tu inmensurable belleza...


El único impulso que me salió a su encuentro fue el abrazo y el llanto, lo amaba con locura. El sólo hecho de que pensara en mí al escribir esas palabras había sobrepasado todas mis expectativas acerca de la felicidad.

Una MADRUGADA sentados de cuclillas en la alfombra de mi habitación, vienen a mí, como un cantar de ruiseñores sus palabras:

-Te amo -nunca podré olvidarme de esas tibias palabras que salieron de su boca.

-¡Yo también nene, y no sabes cuánto! -dije casi sin aliento, los nervios eran roedores que invadían mi mente.

Terminamos enredados de pies y manos, sin más ropa que la misma piel, sintiendo con ansias los latidos al unísono del corazón, sumergidos en los besos que constituían el bálsamo que había vuelto a sanar nuestras heridas.

La mañana llegó enfurecida e insolente, metiéndose por la ventana y dando muerte ala noche de los amantes. Esa mañana decidimos que había que contarle a Eva sobre nuestra relación; llegamos a las dos de la tarde al taller. Eva estaba, como habituaba, sentada en el sillón, tomando un café y con un cigarrillo en la mano.

Nos sentamos a su lado y entablamos la conversación:

-Necesitamos contarte algo -dijo Ale muy desenvuelto.

-Dale, los escucho -su mano temblorosa la seguía en cada palabra.

-Hace tiempo que estamos juntos con Simona, nos queremos en demasía y necesitamos hacer las cosas bien -Ale se sentía orgulloso de lo que estaba diciendo.

-Me sorprendieron pero si se sienten bien estando juntos, tienen mi aprobación -lo pronunció con un gesto algo irritante pero por esa vez le creímos -¿Y ahora, cómo sigue esto? -nos interrogó.

-Nada, seguir conociéndonos y esperar que el tiempo decida qué es lo que piensa hacer con nosotros -le respondí con algo de ironía.

Ella enmudeció, dio media vuelta y se fue. Me sorprendió una vez más su actitud pero que estuviera al tanto era nuestro propósito.

EL TIEMPO PASÓ y Eva estaba cada día más distante, tal vez, se sentía desplazada por nuestro amor, ponía tontas excusas para que no fuera al taller. Con Alejandro pasábamos las tardes en casa.

El invierno estaba llegando y los reproches de Eva también, no quisiera revolver el pasado pero es lo que estoy haciendo al relatar los acontecimientos.

Después de varios meses sin hablarle, decidí que era mejor aclarar las cosas, así como estaban no iban a ningún lado; ella estaba en la terraza terminando de pintar un mural, yo subí las escaleras y ahí la encontré.

-Hola, estabas acá.

-Así es, ¿qué se te ofrece? -la frialdad de sus ojos era impenetrable.

-Quiero hablar sobre esta absurda barrera que pusiste entre vos y yo, es injusto lo que estás haciendo. Sos parte de mi vida como yo de la tuya, no hagas irme porque no quiero -le exclamé, con la esperanza de que se compadeciera de mi tristeza, pero no lo hizo.

-Vos te alejaste al estar con Alejandro; vos y él eran parte de mi vida pero un día me hicieron ver lo sola que estaba, refregándome en la cara su maravilloso y estúpido amor -una extraña violencia se apoderó de ella, tirando con furia las pinturas y bocetos al suelo.

La impotencia y la humillación se reflejaban en los vidrios del alma... mis ojos.

-Perdón -le dije apenas.

Estallé en lágrimas y amargura, no tenía intenciones de lastimar a esa persona que me brindó un refugio cuando este mundo hipócrita me tiró a matar; la había dejado sola cuando más me necesitó, era un ser frágil al que había defraudado reflejándole, inconscientemente, mi felicidad. No sabía cómo remediar a su extraordinario corazón.

-No me odies por favor, te necesito Eva, necesito tu cariño, prometo no volver a lastimarte -al afirmar estas palabras vi como sus ojos volvían a brillar.

-¿Lo vas a dejar? ¿Vas a dejar a Alejandro? -con euforia y desesperación me escupió estas palabras.

-No puedo, lo amo -fui sincera y vi cómo, mi honestidad fue un puñal que la desangró.

Desanimada, con pasos lentos y torpes caminó hacia la cornisa del edificio.

-¡¡¿Qué haces?!! ¡¡¿Qué haces?!!, ¡pará un poco, no te tires! -le grité, corriendo con todas mis fuerzas a su lado.

-Me voy Simy, es lo mejor. El amor te revive o te mata, y a mí me sepultó -sus ojos rompían en llanto mientras que su cuerpo cayó inerte sobre el vacío.

Después de ese terrible episodio todo fue destrucción, va había muerto, Alejandro estaba destrozado y yo, que vivía en los bares nocturnos tratando de cambiar dolor por una botella de ginebra.

-Nuestro amor está maldito, me siento confundido y destruido -dijo Alejandro, presintiendo que a sus ojos se le avecinaba una tormenta.

-No somos culpables nene, nuestro amor es hermoso pero un poco impulsivo, y sin querer fuimos victimas de él, obvio que me siento mal, pero en el día de hoy no deseo hacerme cargo de nada -dije, mirándole con ternura sus ojitos de miel.

-No pudo más nena, me está matando tu indiferencia y lo peor es que te llevo clavada hasta en los huesos; sé que es necesario que me aleje de vos, pero podría morir en el intento -tristemente enmudeció y su rostro tomó una expresión hermética y fría.

-Si de algo te sirve, todavía TE AMO.

-Yo también hermosa, vos me haces sentir una mejor persona.

-Lo sé nenito de ojos tristes, no quiero verte mal, nos estamos enterrando mutuamente y necesitas desintoxicarte tanto de mí como yo de vos y creo que el tiempo nos va a ayudar... es mejor por ahora decirnos adiós.

-Ya lo sé, mañana por la mañana me vuelvo a Mar del Plata y sabes que no quiero, pero vos me acabas de decir que es lo mejor -dijo atontado y caminando hacia la puerta, se alejó con lentitud.

Me sentía inmóvil, decepcionada de mi misma y de la maldita actitud de sentirnos avergonzados y culpables por un amor que sin pedir nada a cambio nos revivió, nos humanizó de nuevo, pero sin dejar de ser imperfectos fuimos victimas de nuestros impulsos, ¡y nos amábamos! pero, ¿quién iba a creerlo?

Y ese amor maravilloso, fue vil y manipulador, llevándose con su partida, nuestros afectos y sueños de encierro, dejándonos huecos de emociones y solos, como sí de algo importara.

Texto agregado el 11-03-2016, y leído por 146 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
11-03-2016 Notable la explicación de la profesora de dibujo sobre la expresión a través del dibujo y las letras. No entiendo por qué en negritas algunas partes de la narración ni creo que hagan falta, pero bien, es tu estilo, supongo; y en eso, nadie tiene la razón. Se torna interesante la amistad de la tía, Simona y el sobrino; y como lo señala MINORTE, comienza a sentirse un sabor amargo. Paso al capítulo III SOFIAMA
11-03-2016 Cruel historia, pero excelente como lo cuentas. 5* grilo
11-03-2016 Una historia de amor con sabor amargo. Sigo leyendo. TuNorte
 
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