La tercería ha sido siempre un oficio. El oficio de mamporrero una constante histórica. Pero lo reseñable del celestineo es su capacidad de adaptación, de mímesis, de renovación. Y un oficio proscrito, con mala fama por prostituir el amor; por poner puertas a ese impulso natural; por mercantilizar el etéreo devenir espontáneo de los afectos.
Pero hete aquí que el grado de complejidad de las relaciones humanas y de sus instrumentos de comunicación han dado al antiguo oficio un halo de dignidad, merced a la cibernética, del que carecía antaño.
Basta leer la celestina para comprender la sordidez del oficio, lindante la brujería, para entender que nada que ver con las modernas agencias de contactos. Sin bebedizo ni hechizo alguno introduces tus referencias- que son cruzadas con las de su base de datos- y mediante una serie de procedimientos algorítmicos- extraños a un profano como yo- obtienes tu media naranja por arte de birlibirloque.
Qué me dicen señores, es o no es innovación.
Otra cosa es que funcione, pero no me negarán que, al menos, crea la ilusión.