Si él no hubiera calado tan fuerte en mi corazón, me imagino que no creería en el amor. Sólo él pudo completar mis ideales y me enseñó a creer en las utopías.
Todo comenzó un soleado día de Noviembre, en el Colegio. Una refrescante brisa golpeaba mi cara y al mismo tiempo me inundaba de recuerdos, los cuales hacían que me sintiera en las nubes. Pero algo interfería en esa sensación; al ver a todos disfrutando de la compañía y del amor, me sentí sola y abandonada. Por esa razón, decidí no volver a ilusionarme con un hombre, ya que el ideal nunca llegaría.
Aquel día, en el horario de clases, me dirigí tranquilamente a la entrada del Colegio. En el trayecto, divisé a un joven hermoso, de 23 años aproximadamente, tez blanca, pelo negro, delgado y de estatura normal; sin embargo, al verlo, me percaté de que sus ojos tenían algo extraño…. Tuve deseos de acercarme a él, y de pronto pensé que si me acercaba más a la salida, lo vería mucho mejor; y haciéndome la seria, pasé muy lentamente y lo observé de pies a cabeza. Ahí fue cuando me respondí por qué sus ojos tenían algo extraño, pues tenía el ojo derecho de color verde claro y el izquierdo de color miel.
Me da la impresión de que la descripción que acabo de hacer pareciera algo negativo, pero la verdad es que se veía bastante bien, es más, creo que era su aspecto más atractivo, especialmente cuando dirigía su mirada hacia ti, como lo hizo aquel día conmigo. Él no miraba, si no que observaba y penetraba su mirada en tu ser, como queriendo ultrajarte. Sentí terror de su mirada, pero al mismo tiempo quería seguir siendo explorada por sus ojos y entregarme a él en cuerpo y alma.
En ese momento sentí una serie de escalofríos que no pude disimular, y con una sonrisa nerviosa, le dirigí la mirada firmemente. Luego, con aire de grandeza, me di media vuelta con el pelo al viento; y sin mirar hacia atrás, me marché al portón principal.
Justo en mi segundo paso, una mano toca mi hombro, y con una sonrisa de oreja a oreja, esperando que fuera él, giré.
Aquella sonrisa de oreja a oreja desapareció en menos de un segundo, cuando me di cuenta de que no era él, aquel chico atractivo de mirada penetrante, si no que nada más ni nada menos que Matías, el alumno más guapo y deseado del Colegio. Era muy arrogante y yo lo detestaba. Mis amigas trataban de convencerme de que era perfecto, y mientras más lo hacían, yo más lo odiaba. El asunto fue que para una actividad del Colegio tuvimos que trabajar juntos por varias semanas y pronto sería la presentación. Por esa razón, eso creo, él me detuvo.
Entre frases sin razón que emitía Matías, pude observar a mi “nuevo chico de mis sueños”, que por el rabillo del ojo, simulando observar el Diario Mural, estaba escuchando y mirando lo que hacíamos con mucha atención. Fue entonces cuando se me ocurrió la maravillosa idea de intentar despertar celos en él. Y aguantándome el asco, me acerqué más a Matías y comencé a hablarle cosas lindas con una voz muy suave. Con cara de interesante, miré a mi amor, el cual estaba de espaldas. Dejé de mirarlo con cara de enamorada cuando Matías, muy feliz y con cara de idiota, comenzó a hablar más estupideces que de costumbre.
Fue ahí donde la situación se descontroló, porque no sabía cómo callar al condenado y creí que si le hablaba al oído tal vez lo hacía. Y le dije: “Me tengo que ir, chao” y le di un repugnante beso en la mejilla. Rápidamente me di media vuelta y caminé. Cuando ya estaba en el portón, me di cuenta de que habían sólo dos personas, pero no los pude identificar, ya que otra vez pasó lo mismo: una mano toca mi hombro. La diferencia es que ahora ya no hay una sonrisa en mi cara, sino que una enojada expresión: “¿Y ahora qué?, ¡¡te dije que…!!” y mi voz se apagó al momento en que giré y vi su rostro, no el de Matías, como yo creía, sino que el de él, mi nuevo amor, que al ver mi expresión de horror luego de lo que le dije, se largó a reír y me dijo: “No recuerdo que me hayas dicho eso” y los dos nos reímos juntos.









Después de disculparme, me contó que le gustaba mucho el parche de “Harry Potter” que tenía en mi mochila y me comentó su gusto por el joven mago. Nunca había visto alguien que pensara lo mismo que yo de esa obra literaria. Quedé completamente pasmada cuando de pronto escucho a alguien decir la hora.
Era muy tarde, tenía que irme a la casa de mis abuelos. Con un poco de pena me despedí y le expliqué las razones de mi apuro. El me preguntó por dónde vivían ellos y después de oír mi respuesta, me contó que tenía que ir por allá también; y como si fuera poco, me dijo que nos podríamos ir juntos, si no me molestaba, claro. Fue lo mejor que había escuchado en años y feliz acepté. Caminando, seguimos hablando de “Harry Potter”, y como buena fanática, me lucí hablándole de los detalles que sabía. Lo extraño fue que él también tenía conocimiento de detalles exclusivos de Harry. De todas maneras, eso fue lo que más me atrajo de él. Su voz me sedujo y su inteligencia me enamoró. Era el hombre perfecto; la decisión que había tomado respecto a no volver a ilusionarme con un hombre, se fue al diablo. Yo sólo quería estar con él, besarlo, tenerlo, que fuera mío. Hasta que sin darme cuenta, habíamos llegado. Con su hermosa y varonil voz me dijo que tenía que irse. En ese momento apareció mi abuela y al querer despedirme de él, me di cuenta de que ya se había ido.
¿Cuándo lo volvería a ver? El era realmente importante para mi, lo que siempre esperé, ni siquiera sabía su nombre y ahora se había marchado….
En mi, se formó una sensación de pena y miedo que duró tan sólo unos segundos.
Mi abuela se apresuró en abrirme la puerta y con cara de temor me dijo: “Mijita entre pronto, luego le cuento”. Yo no entendí nada, sólo me dirigí con paso lento y al entrar veo a dos personas en el living, ambos hombres, de 40 años de edad aproximadamente y uniformados de Policías.
Luego de saludarnos, me contaron las intenciones de su visita: “Hace un par de días, llegaron a nuestro planeta extraterrestres. Debemos advertirles a todos sobre esto, ya que sus intenciones no son buenas”.
Al principio creí que era una broma, pero al ver la cara de enfado de mi abuela (porque casi me río), me puse seria y pregunté lo primero que se me vino a la mente: “¿Y cómo los vamos a diferenciar?”
“Ese es el problema, ellos ocupan generalmente formas humanas, y pueden transformase en la persona ideal para quienes los vean. Pero hay una manera de distinguirlos, por sus ojos, ellos tienen un ojo verde y el otro de color miel. Ese es su rasgo distintivo….
Ahí fue donde casi me morí, al oír eso no sabía qué creer. La voz del Policía se escuchaba más baja y lejana y yo me sentía engañada, ¿Será él un extraterrestre?, ¿él nunca fue él?
¡¡¡MONTSE!!!
De un salto desperté, eran las 11:00 AM de un día de Junio y mi mamá acababa de despertarme. Con la cabeza aturdida, me puse a recordar el sueño: sus ojos, “Harry Potter”, Policías, extraterrestres, etc., todo en un segundo….
Nunca había tenido un sueño tan real y hermoso. A pesar de tener un final tan triste, me agrada la idea de que exista un “príncipe azul”, aunque sea en los sueños. Ya corté un hilo de la tela de araña de mi atrapa sueño y aún no se me ha repetido. Pero la magia está en creer que un día lo encontraré, tal vez en otro sueño o tal vez en la realidad.