Duerme niño, duerme,
llueve en tus ojitos, llueve;
serás astronauta,
tal vez carpintero,
un noble caballero
o un pájaro de metal entre los cielos.

Sueña niño, sueña;
mientras sonríes la luna te observa
y hará de tu descanso
un nido de cigüeñas.

Juega niño, juega;
que las estrellas hilaran telas
donde atraparán tus sueños,
que la lluvia te traerá bendiciones,
y el corazón,
desprenderá fragancias y confesiones.

Construye creando niño, construye creando;
sacia con el néctar de tu infancia
la desintegración de los cometas,
¡y no te detengas niño!,
no hagas caso a quién te levante la mano,
recupera el arte en el vivir cotidiano
e imagina,
a través del universo contemplado.

Lluvia mojada,
será el arroz que fluye
entre las ondulaciones internas de la caña;
será la cristalización de las piedras;
será el estrujamiento de las hojas entre las ramas;
será el pan casero y la hierba exhalada;
será canción y poema
vibrando entre el océano de tu mirada;
¡ay, tibio otoño!,
juegas a las escondidas con el sol
entre las nubes rosadas del alba.

¡Ay niño, ya no temas!,
conservarás la luz de tu interior,
cuando las ausencias
que construyen el vacío de tu alma
tomen la forma de una infinita tristeza;
cuando el llanto
sea una entrega al abandono,
y aún así, seguirás brillando,
cuando las garras de las circunstancias adversas
vayan arañando en tu conciencia,
su corteza.