Te dije que me quisieras a tu manera, 
te advertí 
entre la adhesión del afecto infinito 
que he sido una brutal deserción 
en el estado enfático de tus penas,  
como el principio interior de tu diluvio; 
he sido un feto irrisorio en la filosofía de lo absurdo 
como fundamento de mi constructo.  
 
Te dije tantas cosas 
que dibujé la misericordia de mi plegaria 
mientras el olvido  
destilaba el anhelo oculto 
que se impregna como sarna en la memoria. 
 
Te aferré a mi mano, 
te contemplé, reteniendo la expresión 
de tu semblante lánguido; 
te logré querer  
hasta que se hizo presente el ocaso del daño, 
me apropié de tu ventrículo izquierdo 
pero si deseas la materialidad, te lo devuelvo.  
 
 
La vida era tan efímera y maravillosa 
que no valdría el tiempo malgastado 
en las glorias que los años nos han arrebatado; 
me presenté a tu vida  
con cuatro poesías y un cigarro en la mochila, 
me integré al aura que emanabas 
a través del fuego 
que fue orbe en tu mirada. 
 
Con vos, sin vos, 
extrañando,  
bajo la pura inocencia que un día se extinguió,  
bajo el fuerte estallido de los pájaros  
entre el cuenco abierto de mis manos. 
 
Y acá me ves 
en los besos robados; 
enferma de amor y mutilando los años 
en los suspiros de pasión desbordados; 
desangrando, 
cada muerto del pasado  
en la pared de mis ruinas he crucificado; 
redescubriendo, 
en la enunciación de los versos; 
morado,  
en las comisuras de tus labios  
el incienso del dolor fecundado. 
 
El arte del querer, 
el derrumbe  precipitado del ayer; 
¿de qué valdría quererte? 
si a cambio de este corazón ardiente  
me has entregado un tempano de hielo  
que mastico entre los dientes. 
 
Pajarillo remilgado, 
te dejaré guardado  
en el frondoso jardín de mi mente, 
es que debo retomar la búsqueda  
de lo que el universo me tiene designado. 
 
¡Aquí estaré! 
cuando sientas  
que la realidad descompone tus fantasías, 
y que el amor se convierte en una triste monotonía; 
¡aquí te abrazaré, tesoro de mi vida! 
cuando comprendas, endemoniado, 
que el sufrimiento ha sido una fortaleza  
que te descomponía las tripas de rebeldía, 
que te quemaba las venas  
como designios de libertad y lozanía.   |