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Firmat Diciembre de 2015
El Área es del Arquero
El área es del arquero decía Palmiro, cuando hablaba de futbol, su trayectoria deportiva así lo confirmaba, arquero del Seleccionado Juvenil de Colón, uno de los pocos arqueros que fue titular en las dos instituciones deportivas y clásicos rivales Porteño y Barracas, arquero durante muchos años en distintos equipos en ATENEO, jugo también en numerosos torneos zonales.
A pesar de no tener la altura que el puesto requiere, compensaba esto con una gran elasticidad y un gran sentido del achique, a esto le sumaba un excelente estado físico.
Era el dueño del área, cuando se escuchaba míaaa, o voy yooo , mejor hacerse a un lado. Durante su carrera deportiva, tuvo la desgracia de haber quebrado a tres rivales, un compañero, y a un caballo.
Si, un caballo, sucedió en la final de un torneo relámpago realizado en Villa Estela, torneos que llevaban más públicos que el oficial.
El pasto de la cancha estaba alto, y solían largar los caballos para que lo mantuvieran a la altura adecuada, retirándolos antes de cada partido, esa noche había quedado uno, que pastaba alrededor de la cancha, sin inmutarse por las luces y los gritos.
El partido era parejo a pesar de que el equipo visitante, Los Lechuceros, tenían en sus filas a muchos jugadores de 1º. Aun así, el seleccionado de Labordeboy y Villa Estela, unidos en esta ocasión, les jugaban de igual a igual.
Faltando muy poco para el final, se produce una jugada que provoco polémicas que perduran hasta el día de hoy. Inicio la jugada Omar Fiordelmondo, quien interceptando la pelota en su área se la da a Cachito Rebichini jugador de mucha clase, este le hace un pase a Marito Córdoba un veloz atacante, quien se mandó un pique de más de cuarenta metros arrastrando las marcas y esquivando guadañazos, lanzo un centro hacia la izquierda por donde entraba el Negro Mujica junto con el caballo, que comiendo el pasto, alto en ese lugar invadió el campo de juego.
Palmiro grito míaaaa, el Negro que lo conocía se hizo a un lado, el caballo no.
Crack… se escuchó un ruido a leña seca al quebrarse y el pobre animal cayó al suelo, panza arriba con tres patas al aire y una doblada, sostenida solo por el cuero, mientras el arquero trataba de ayudarlo a levantarse.
El árbitro cobro penal, lo pateo Romualdito Galván, fue un golazo, nada de miramientos, fuerte y al ángulo y junto con los festejos, el pitazo final. Mientras los locales daban la vuelta Olímpica, los visitantes acorralaban al árbitro, pidiendo explicaciones, este, apurado de todos lados y esquivando los manotazos, lo único que pudo decir en su descargo fue: Y que quieren… si el caballo es mío.
Agustín Alberto Secreto Derechos reservados

Texto agregado el 11-04-2016, y leído por 165 visitantes. (1 voto)


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