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La suerte de David en su enfrentamiento con Goliat
Una vez más los filisteos estaban en guerra con los israelitas sin escarmentar a pesar de que sabían que luchaban contra un pueblo siempre protegido por Jehová.
En esta ocasión según cuenta la Biblia (1ª Samuel 14, 15 y 16) estaban acosando al ejercito del rey Saúl y aunque no se trataba de una lucha abierta sino de una serie de escaramuzas y pequeños ataques, los judíos estaban ya más que hartos al no encontrar una solución para poderse librarse de sus asaltos, los filisteos se habían apostado en Socoh y los tenían acorralados en el valle de Teberino cerca de Efes-Damin, totalmente bloqueados sin poder ir ni para atrás ni para adelante siéndoles imposible librase de los enfrentamientos.
Y así llevaban ya muchos meses de privaciones, bajas y penurias y todavía la cosa se puso mucho más fea cuando los filisteos habían comenzado hacia ya cuarenta días con lo que podríamos definir como guerra sicológica.
Los muy ladinos contrataron a un soldado de fortuna, a un mercenario, un tal Goliat que todas las noches se acercaba al campamento del pueblo de Dios a chulearse y a retarles a que designaran a un guerrero para luchar con él, ofreciéndoles que el vencedor convertiría a todos los soldados del bando contrario en esclavos.
Pero los israelitas no osaban rechistar y se achantaban noche tras noche y no por falta de valor, sino mas bien por puro espíritu de conservación y medida prudencia, porque el “pavo”, me refiero al filisteo era un gigante de casi tres metros de altura que se presentaba cubierto con una coraza de de escamas de bronce que debía pesar más de sesenta kilos, casco de cobre cubriéndole la cabeza por completo que solo dejaba entrever unos ojillos maliciosos, botas del mismo metal y un escudo que parecía una rueda de carro, vamos que impresionar, impresionaba.
Y pasaban los días y el chulito cada día más crecido gritándoles “Que si no tenéis agallas” “Que si Jehová os protegerá, pero al final nada de nada” “Que si no conocían lo de a Dios rogando, pero con el mazo dando, en vez de quedarse asustados como estáis” en fin un verdadero infierno lo que estaban viviendo.
Y por una casualidad del destino, al pequeño David un pastorcillo perteneciente de la tribu de Judá que tenía allí tres hermanos en el ejercito de Saúl, su madre le encargo que les llevara al frente, unas mudas pues hacia algo así como seis meses que no se cambiaban de ropa y obediente allá fue el inocente David sin saber ni mucho menos la humillación que estaban pasando sus hermanos y su pueblo.
Cuando se lo contaron, David que era tan buenazo como valiente y decidido les dijo que si ellos no se atrevían a luchar, él se prestaba a hacerlo, pues tenía dos recursos infalibles para vencerle, el primero que Jehová le ayudaría y el segundo que dada su agilidad y juventud, podría rodear al gigantón y derribarle con la ayuda de su honda que manejaba como un maestro y que además podía usar desde lejos.
Los hermanos se quedaron atónitos ante su respuesta asombrados de su coraje y asustados por él, porque por un lado lo de la ayuda de Dios estaba por verse y por otro porque como iba a liquidar a aquel monstruo de una pedrada.
Pero David era un cabezón y no se amilano y muy decidido se dirigió a Saúl para que le permitiera ser el paladín de los israelitas y tratar de resolver el problema.
Saúl, no lo dudo mucho, pues pensó “Bueno ¿y qué podemos perder?, tampoco es para tanto, llevamos ya un montón de bajas así que en todo caso una mas casi me da igual” y acepto la propuesta del pequeño pastor, prometiéndole además que si salía victorioso, le daría importantes riquezas y la mano de su hija, que era algo que ya estaba de moda cuando algún poderoso se quería quitar de encima alguna hija fea.
Así que a la noche siguiente, cuando el matón empezó con la cantinela de siempre, el pequeño David, salió muy ufano del campamento para enfrentarse a él, diciéndole a gritos, lo típico en estas ocasiones “Goliat, ha llegado tu hora, esta será tu última noche, prepárate para morir”.
Como es lógico, Goliat casi se cayó de la risa al ver a aquel chiquillo que se acercaba a él con unas cuantas piedras en la mano y un honda en la otra ”Pero chico” le dijo “¿Pero adónde vas? ¿Vienes tu solito?”
“No” le contesto David orgulloso “Me acompaña mi Dios”
“Ah bueno” se rio el filisteo ”Eso ya es otra cosa, pues os vais a enterar los dos renacuajo” y se lanzo a la carrera hacia David, que sin dudarlo le envió la primera piedra, que le reboto en el casco sin más.
Nuevamente cargo una segunda piedra que salió rauda hacia su enemigo y que solo le rozo la coraza saliendo despedida y así mas o menos una tercera y una cuarta sin ningún éxito, mientras el gigante seguía avanzando como un loco hacia el pastorcillo.
Los israelitas contemplaban desde lejos acongojados la situación, pudiéndose oírse sus pesimistas comentarios “Va ser una escabechina” decía uno, “Pobre criatura” comentaba otro, “Y como ha permitido esto Saúl, anda que tiene un cuajo” decía un tercero.
Pero la cosa ya no tenía remedio, Goliat estaba ya casi encima y a David solo le quedaba la última piedra que lanzo casi sin apuntar y fue en ese momento cuando al parecer Jehová le ayudo, pues la piedra le dio a Goliat en todas las partes pudendas, es decir en los mismísimos h… , haciendo que se desplomara en al suelo como un fardo llevándose las manos a la entrepierna gritando de dolor, cayéndosele el casco, el escudo y aullando en el suelo como un poseso “Mis h…, mis h…., me ha desgraciado ese canijo” decía retorciéndose por el sufrimiento.
Claro David aprovecho la ocasión y se fue raudo a rematar la faena con la espada del gigante, pero por desgracia, no era capaz casi ni de levantarla pues pesaba más de veinte kilos y él era casi un niño, no podía manejarla y mucho menos cortarle la cabeza como pretendía, pero le quedaba muy poco tiempo porque el gigante aunque encogido por el dolor se podía recuperar, tenía que pensar rápido y tomar una decisión, así que viendo que estaba en el suelo tirado con la cabeza gacha apoyando la frente en la tierra y sobre sus rodillas se le ocurrió que estaba en una postura ideal para ser descabellado, cosa que hizo ayudándose de una pequeña navajilla cabritera que utilizaba para comer en el campo, asestándole un puyazo en todo lo alto que liquido a Goliat al primer intento, fue una magnifica faena, digna de una oreja, pero aun no se llevaba esa costumbre.
Pero no había acabado aun su tarea, pues sabía, que para que la cosa estuviera bien hecha era necesario cortarle la cabeza y volver con ella triunfante al campamento, por lo que de inmediato se puso a ello, aunque eso ya la operación fue menos brillante pues tardo casi una hora en conseguirlo solo ayudado de su pequeña herramienta y todo después de esforzarse mucho dada la corpulencia del filisteo.
Ni que decir tiene que el escenario final no se podría definir como elegante y quedo, bueno, como quedo, con sangre, pelos y pellejos esparcidos por todos lados, que fue probablemente eso lo que asusto mas a los filisteos, al ver la chapucera carnicería con la que habían liquidado a su héroe.
Así que levantaron el asedio, Saúl le dio a David las riquezas prometidas y le caso con la fea y ya otro día contaremos como le fue, que también tiene su miga.
Fernando Mateo
Mayo 2016

Texto agregado el 14-05-2016, y leído por 144 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
15-05-2016 Y a mí que me contaron, que la pedrada fue en la frente. ***** grilo
15-05-2016 Jajaja, graciosisimo y bien escrito. Excelente. Sin embargo, -ZEPOL, también, la "fea" era la menor y más bella. Los filisteos se asustaron de la "dote" que pago David por ella: "doscientos PREPUCIOS de filisteos". Era de temer el pequeñín. Un abrazo, Carlos. Carloscaro
14-05-2016 Te actualizo, eso de “la fea” le proporcionó la excusa que necesitaba para conseguirse otras diez esposas (Wikileak dice que fueron doscientas) y hasta para endamarse con Jonathan, el hijo menor del rey Saúl. Y David no mató a Goliat con una Honda sino lo atropelló con una Harley-Davidson que tomó prestada de un turista gringo que andaba visitando las pirámides de Teotihuacán. ¡Cómo distorsionan la historia sagrada! ¡Y luego se quejan de que uno sea ateo! -ZEPOL
14-05-2016 Jajajaaa...ay qué manera tan divertida que tenés de contar estas cosas! Me encanta, Fernando. ***** MujerDiosa
14-05-2016 moraleja, nunca confies en un chiquillo yosoyasi
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