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Lima, 01 de mayo del 2015

Mi joven señor

Le recuerdo con su pantalón gris, camisa blanca, andar precipitado, el gesto de sus ojos azules cuando sonríe, su elevada estatura y esa barba media descuidada. Día tras día me he emocionado con verle, al escuchar su voz cuando habla por su celular, con su olor a vainilla con notas de cuero. Esos minutos fueron para mí un gozo interminable. Tal vez no sepa pero le estuve viendo cada mañana desde una ventana donde trabajo. Algunas veces pase cerca suyo sin mirarle, usted, ni se dio cuenta. Pues hasta ahora no hemos cruzado ni una mirada, claro está ningún saludo.

Pobre de mí cuando no le pude seguir viendo en la parada de buses después de iniciarse las reparaciones del puente Bella Unión, cerca de donde usted tal vez viva; imagino llegaría por otra ruta a su trabajo. Eso trajo un desconsuelo y melancolía enormes a este corazón que disfrutaba con mirar, escuchar y olerle.

Por si le interesa a la parada de buses viene la misma gente de siempre, el chico con audífonos, la señorita con tacones, el abuelo tosiendo, la mamá con sus dos gemelas. Las mañanas están más frías y casi todos están abrigados, solo la chica de los tacones hasta ahora no siente frio, esta con esas fachas veraniegas sin cubrirse mucho y sin abrigo, esa con quien cruzaba miradas y sonrisas.

Me figuro, usted tendrá unos treinta y tantos años, por cómo viste esa ropa ceñida que destaca su atlético porte. Ha de trabajar como cajero en un banco, por supuesto lucirá perfectamente el uniforme mientras está atendiendo con esa sonrisa sensual muy suya.

Desde hace tiempo trabajo fuera de casa cuidando una quinta en Barrios Altos con mis perros Zambo y Melina pero este otoño me ha tratado mal en exceso. Hace un par de semanas empecé a toser suavemente, creí, sería un resfrió pasajero como muchos otros, pero la verdad ha continuado de mal en peor. A tal grado que desde hace unos días estoy internada en el hospital Dos de Mayo por una bronconeumonía. A saber estoy bien cuidada, las enfermeras y los doctores dicen que mi salud es como un roble. He de estar unas cuantas semanas más mientras las fiebres disminuyan por completo y recupere mi peso.

Desde ayer las enfermeras y técnicas han estado cuchicheando sobre un asalto. Cerca al medio día estuvieron viendo por la televisión la crónica de cómo se produjo este robo: a plena luz del día unos 8 asaltantes con motocicletas irrumpieron en el barrio Chino con tiros al aire, sus víctimas fueron cambistas, sustrajeron cerca de USD 22,000.00, dos cambistas opusieron resistencia y recibieron disparos a quemarropa, ellos están gravemente heridos en el hospital donde me encuentro, que frescura, sinvergüencería la de esos delincuentes. Luego de las investigaciones, la policía ha intervenido a unos sospechosos, presumiblemente entre ellos está el cabecilla de la banda. Sin duda la delincuencia esta descontrolada en esta ciudad.

Pero hoy ha sido una dicha enorme verle otra vez. Se ve bien parecido, súper simpático, esbelto, con su cabello suelto y esos labios carnosos suyos. De inmediato le reconocí, hubiera sido un pecado no hacerlo pues le tengo grabado en mi mente. Le vi caminando frente a toda esa gente, con su familia, la señora a su lado debe ser su madre, por el color de sus ojos. El señor un poco mayor podría ser su padre, se parecen mucho. Por un momento me olvide de mi salud, es usted mi ángel.

Se le ve bien por la televisión, no le aumenta el peso. A decir verdad, también vi en los periódicos fotos suyas, sigue viéndose guapete, ya puedo recortar su foto para tenerla en mi mesa.

Me sentí afortunada de mirarle después de tanto tiempo. Por eso me atreví a escribirle esta carta; he pedido a las enfermeras escriban por mí y le hagan llegar estas lineas pero ellas están reticentes a hacerlo, no quieren llevarla al correo; dicen no tener tiempo además de lo peligroso y lo comprometedor seria escribir a un desconocido, pero yo a usted si le conozco. Vaya pues, he insistido varias veces, total, que va a ser peligroso escribirle mientras este en la prisión por el asalto en barrio Chino, a mis 73 años no le parece mi joven señor.

Texto agregado el 17-05-2016, y leído por 280 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
16-09-2016 la edad no quiere decir nada.Me gusto, entretenido satini
15-07-2016 El amor no tiene edad ni menos la ilusión o si quieres al revés ...buen relato beto1963
01-06-2016 Excelente narración con un final verdaderamente sorprendente. seroma2
29-05-2016 Jajajaa...qué agradable tu cuento!!! Me encantó! Un beso. MujerDiosa
19-05-2016 Un relato encantador, un placer leerte :D mis cariños dulce-quimera
19-05-2016 Un final doblemente sorpresivo, aunque la participación en el asalto era prededible, la edad de ella sorprende y alegra. NeweN
 
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