¿Qué ha sucedido? ¿Qué he pasado por alto? La cosa marchaba bien, muy bien si he de ser exacto. Viento en popa a toda vela, yo encaramado en lo alto de la proa, como Winslet y Di Caprio, cuando súbitamente todo se ha venido abajo. ¿Todo se has venido abajo? No podría afirmarlo de manera tajante. Ciertamente no lo sé; y es precisamente ese no saberlo lo que acrecienta mi incertidumbre, lo que me genera inquietud, lo que me hace presentir angustias venideras.

La cuestión no es que todo se haya derrumbado; si eso fuera así, la fuerza del hecho consumado me haría reaccionar, aceptarlo tal cual para a partir de él adoptar una resolución, la actitud correspondiente, ser resolutivo. El problema está en carecer de certeza, en no saber qué decisión debería tomar, no saber la postura que me conviene, no saber, no saber, no saber...

En cierto modo me encuentro en tierra de nadie, en stand by, estacionado como se estaciona un auto que después se abandona. Es como caminar en hielo quebradizo, 'the thin ice'. Se trata de un castigo, un castigo inmerecido.

Hablo de detalles, de pequeños detalles que, lentamente, no sin esfuerzo, día a día, mes a mes, han ido erigiendo esta especie de puente. Un puente de cristal, delicado, precioso y que, de forma imperceptible, al cabo del tiempo se presenta refulgente, luminoso, radiante bañado por la luz del sol. Y sin embargo es tan frágil...

Sí, detalles, minúsculos detalles, detalles negativos, de signo opuesto que lo pueden destruir.

Y es lo que ha acontecido, la detonación ha tenido lugar, y yo no sé si ha sido derribado. No sé si bajo mis pies se encuentra su firme pavimento o si ya no queda más que el vacío, los cascotes que se desploman hacia el abismo. Y ese no saber, ese desconocimiento,me inquieta, me angustia, me supera...