La infancia determina lo que seremos de "adultos", la infancia es una instancia de revelaciones y entrega absoluta.  
 
La infancia es, a veces, la pérdida temprana de la inocencia frente a un mundo incierto y que nos vulnera constantemente, poniendo a prueba nuestra fortaleza, engrandecièndonos el alma y el pescuezo. 
 
Cuando el amor es carencia, el ARTE es lo único que viene a nuestro encuentro, es otro tipo de amor,  
un amor màs profundo que paraliza cada fibra de nuestro interior, 
un amor que sana y nos desnuda frente a nuestras miserias, 
un amor capaz de salvarnos de nosotros mismos, 
un amor que construye y no condena ni limita, 
un amor de nuestra apropiación y de libre alberdìo en los momentos de soledad y creación, 
un amor que nos ofrece la LIBERTAD para redimir y recomponer los pedazos que han quedado de nuestro holocausto.  
 
Las personas van cambiando, ¡nosotros hemos cambiado! (para bien o para mal), los amigos y la familia son estamentos falsos que cuando tengamos que irnos de esta vida se caerán a pedazos. Pero son necesarios, son inmensamente necesarios para acompañarnos en la peripecia de existir.  
 
Tuvimos amores y tendremos pasiones que encenderán el corazón hasta dejar un diamante deslumbrante y rojo,  
hasta dejarnos partidos al medio de tantas emociones y pensamientos,  
éstas que impactarán, como un misil, en nuestra conciencia de par en par,  
y añicos de ella quedarán - Dulce final.   
 
Valdrá la pena si pudimos sentir el corazón palpitar ante la contemplación del infinito universo,  
si pudimos aprender del dolor y del sufrimiento,  
si de una lágrima nació un bello verso,  
si un beso fue noble y honesto, 
si del abandono escarbamos en el barro de nuestro verdadero rostro, 
si pudimos entregarnos a la vida hasta que nos doliera el alma, pues asì valdrá la pena,  
tanto desprendimiento y desolación en nuestros huesos.  |