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Inicio / Cuenteros Locales / Darkyharry / NDEE - Cap 4

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El día amaneció menos caluroso que ayer. Fernando cerca de las 7 am decide salir a comprar algo para el desayuno mientras yo le preparo una ducha a NSM antes de sentarnos a la mesa. Lo acompaño a través de la puerta del baño reconociendo que se siente aterrado y algo frustrado por seguir teniendo estas experiencias tan seguidas a medida que hacemos más estudios para acercarnos a una posible solución. Deja su pelo mojado mientras se viste y a simple vista no parece tener alteraciones físicas producto del estrés ni de los movimientos bruscos durante la sesión de sueño, pero me dice que siente un dolor inmenso en el cuello como si hubiera dormido chueco. "Algo así como tortícolis", me dice tomándose el cuello por la parte posterior derecha de su cabeza, moviéndola en círculos tratando de encajar los huesos y los músculos cervicales. Estamos en eso, comentando los detalles de la experiencia. Me cuenta lo que vio, lo que sintió y lo compara con nuestra sesión de hace media semana. Reconoce que fue más intensa, vívida y sensorial, y que a diferencia de la anterior, dice que esta vez escuchó más cosas que lograron "ubicarlo" dentro del sueño.

- Habían unas campanas, o algo que se les asemejaba en sonido. ¿Conoces a Björk, Samuel? - me preguntó mientras poníamos la mesa
- Sí, me encanta, a veces me relajo escuchando sus temas - Le contesté alegre, pocos sabían de mis gustos musicales y encontré beneficioso compartir con el paciente una cercanía de esta categoría, quizás serviría a favor de una nueva forma de terapia, pero estaba totalmente equivocado.
- Eran como las campanas de Pagan Poetry, pero como sonando en un vinilo que no gira a su velocidad natural, eran lentas, permanentes, agobiantes. Me desesperaba un poco que sonaran tan despacio, pero aún así sentirlas tan presentes. No había letras de canciones, pero eran muy parecidas en ritmo, como cuando suenan las campanas de la iglesia los fines de semana. Sólo campanas, muy lentas, yo creo que más lentas que la mitad de la velocidad.
- Recuerdo que la vez anterior me decías que escuchabas viento, muy fuerte que te enfriaba la cara
- Sí, pero esta vez las campanas y ahora que dudo un poco, creo que había una voz, muy tenue, casi imperceptible, no sé la verdad si me decía algo, pero sé que estaba ahí.
- Sí, también recuerdo esa característica que me nombraste.
Fernando tocó el timbre al llegar de vuelta de las compras y NSM saltó con el sonido. Reacción digna de una experiencia traumática. Me sorprendía la capacidad de descripción del paciente. Algunas cosas lograba describirlas tan bien y tan perfectamente que no se nos hacía difícil lidiar con las imágenes que nos generaba nuestra cabeza. Tanto Fernando como yo, ambos estudiosos de la mente, podía crear fácilmente a través de nuestra imaginación las escenas que estaban liquidando la paciencia y la esperanza de NSM. Estábamos decididos a ayudarlo como fuese posible. Al menos yo, ya me lo había prometido.

Junto con Fernando en la mesa y sin consultarle nada, como para disfrutar el desayuno, NSM se puso a hablar de su sueño. Traté de no considerarlo como parte de la sesión que tuvimos después al pararnos de la mesa, pero sí lo tomé con mi carácter de psicólogo encargado. Saqué mis conclusiones y traté de anotarlo todo. Tengo servilletas con las anotaciones de ese día, creo que fue uno de los pocos días que consideramos que comer mientras conversábamos sería algo más ligero para todos. Tomé mi grabadora y también traté de transcribir lo que más pude obtener de todo lo que hablamos. Sin duda ésta había sido una peor experiencia que la anterior. Fernando no pudo continuar su desayuno y yo ni si quiera toqué el mío. Ambos estábamos descompensados con lo que oíamos.

La historia del sueño que NSM nos contó estará escrita tal cual la contó, con algunos conectores que cambié para darle una mejor redacción y también hacerla más consistente con los quiebres que hubo dadas las preguntas y algunas interrupciones que hacíamos mientras él la contaba. El casete que contiene esta historia tiene las interrupciones también grabadas, que acá no se verán reflejadas directamente, pero están plasmadas en las conclusiones tanto de esta entrada como en las siguientes que terminaremos escribiendo con Fernando. También debo reconocer que algunos de los nombres serán reemplazados para proteger también la intimidad del paciente y de sus familiares. La historia la paso a escribir a continuación, en primera persona narrada desde NSM:


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Sentí en un comienzo una fuerza muy grande y un calor inmenso, muy poderoso, pensé que me iba a quemar en un momento y tuve necesidad de sacarme la ropa para poder bajar mi temperatura, pero no fue necesario después de un momento en que ya no sentía nada. Me vi caminando, era un camino de tierra, muy claro, nada mal para saber que estaba soñando. Había neblina al final del camino, que se veía largo, por lo que me faltaba mucho para llegar a ella. Había sol de media tarde, de ese que pinta las nubes entre colores naranjos y morados y ya está bajando por el oeste. No veía mar, pero si escuchaba agua desde algún lado, quizás los árboles lo tapaban y se movían harto por el viento que corría, viento que se parecía al del sueño anterior que les comenté y que me dificultaba respirar. A pesar de eso, podía caminar sin dificultad por este camino, a los costados había maleza, no noté qué tipos de plantas, pero sí marcaban bien por dónde había que mantener los pies. De repente sentí esta sensación de que todo el peso desaparecía, hasta ese punto todo era muy placentero sin considerar el viento y el calor de un principio. Me sentía tranquilo y muy apacible, casi como que comenzaba a flotar.

Me acosté por un momento para sentir esa sutileza de estar libre de peso y me vi a mí mismo nuevamente en tercera persona, ahí recostado en la mitad de un camino de tierra, sin que nadie me molestara. Creo que fue tanto el relajo que me comencé a sentir raro, como perseguido, de que de verdad jamás me había sentido de esa forma y asumí que algo pasaría, me puse algo nervioso y lo noté porque sentía mis manos sudadas. El sol ya estaba bajando y quería llegar al final del camino antes de que todo quedara a oscuras. Sabía que esa era la meta, porque probablemente ahí donde estaba tirado, la oscuridad se transformaría en algo muy muy malo y no quería lidiar con eso de nuevo. Me vi como me paraba y comenzaba a acelerar el paso y de pronto todo cambió. Me caía, tropezando con las sombras que ya se marcaban en el camino y me desesperé de la nada, perdía el control de mi cuerpo y empecé a sentir como una crisis de pánico me invadía, tratando de tomar control, me levantaba y la desesperación me ganaba. Me veía ahí llorando, desde arriba del cielo, un pequeño humano, abandonado en el medio de un lugar desconocido, todo lo que me había gustado del sueño anteriormente, había desaparecido por las sombras. Los sonidos comenzaban a desvanecerse y eso me ponía la piel de gallina, creo que esa es una de las cosas que jamás he logrado controlar en mis pesadillas. Los sonidos bajan de volumen y de velocidad considerablemente y tiendo a perder el control, como que todo lo que me rodea se vuelve gigantesco y el sonido se pierde en un vacío inmenso que me rodea de pies a cabeza. Solamente los sonidos de mi respiración, mis latidos acelerados y mis pestañeos rápidos son los que logro percibir en esa como inundación tremenda de sonidos lejanos casi imperceptibles. Me aterran saber que están ahí pero me cuesta tanto identificarlos. Hago un esfuerzo nuevamente para tomar control y volver a mi cuerpo y algo me bota. Miro a todos lados tratando de ver entre la oscuridad total qué es lo que me ha tomado de los brazos y me ha hecho caer a un costado de mi otro yo tirado en el camino. No siento que nada se me acerque y comienzo a ser atacado por algo. No, no es un ataque, no es violento, es como un juego para ESO. Se entretiene con mi terror y mis balbuceos llenos de pánico a lo desconocido. No emite ruidos, por lo que no sé ni de dónde viene ni si se ha detenido en algún momento. No veo absolutamente nada y de pronto, las campanas. Campanas por todos lados, me sentía como dentro de una, completamente cubierto por un metal invisible e impalpable, tenue y obscuro que me hacía balancearme. Permanentes sonidos metálicos que venían de lejos pero se sentían cerca a un volumen increíblemente bajo, pero lo suficientemente fuerte como para saber que estaban ahí. La verdad es que no sé si mi mente los estaba creando por pasar tanto tiempo sin sentir nada dentro del sueño o si eran realmente sonidos lejanos interpretados de esa forma por mi cabeza, pero en el sueño estaban, bajos, agudos, graves y otros cortantes, envolventes sonidos que se metían dentro y me liquidaban, sentía que gritar era lo necesario y aún así gritando los sonidos por más bajos que fueran, estaban ahí.

Endurecí tanto mi cuerpo tratando de zafarme de esos sonidos que me invadían que sentí un calambre rodeándome completamente. Indoloro pero molesto y de pronto, abrí los ojos y estaba ahí, despierto en la cama. Algunos recuerdos pasaron por mi cabeza antes de darme cuenta que estaba sufriendo nuevamente una parálisis de sueño, como ustedes me la han definido. Vi a mi madre, vi a mi padre, vi a algunos amigos ahí parados a los costados de la cama, sabiendo que incluso uno de esos costados estaba pegado a la muralla de la ventana, me miraban como si estuviese en un féretro. Muerto, sin poder moverme. Trataba de articular palabras de ayuda o de perdón, creí estar siendo castigado por ser tan poco cercano a ellos, no sé si será esa la culpa de todo esto, mi falta de afecto o cariño o quizás de vivencias más alegres que me nutran para salir adelante, pero es imposible pensar en algo positivo en minutos como ese. Asumí que vendría lo peor de la noche pasadas esas imágenes y no me equivoqué, cerré los ojos y volví a despertar, esta vez sí era todo más reconocible, pero sin poder moverme nuevamente.

Viendo como una gran nube negra envolvía la habitación sin poder quejarme, moverme o emitir algún ruido. Una nube inmensa, lenta, como la que muestran en los vídeos de las tormentas, pero sin rayos y más oscura. Venía hacia mí, me penetraba la piel con dolor, sentía que si me entraba por la boca o la nariz me terminaría ahogando, cerré los ojos y aún sentía cómo se movía subiendo por la cama y mis piernas, mis genitales, mi ombligo, me tomaba las manos y me trizaba la piel, me sentí violado, aterrado, como un millón de vacunas colocadas al mismo tiempo en todo mi cuerpo mientras me sostenía en el aire. Abrí los ojos de nuevos y vi esa imagen aterradora, unos ojos negros, reflejando la entrada de luz por las orillas de las cortinas que habían a un costado. Me miraban fijamente, analizándome, convenciéndose de que quizás era el elemento que andaba buscando, una presa, una víctima, quería zafarme y no podía, los ojos estaban ahí y yo no podía hacer nada. Me vi completamente rodeado, incapaz, desgastado y sin energías para poder rechazar o combatir cualquier cosa que me hubiera hecho ESO. De pronto comenzó a hablar, sus palabras me daban escalofríos y sentí mucho poder en ellas. Creí que me estaba hipnotizando y me sentí apocado, anulado y reducido, sentía ganas de morir, de no ser más parte de este mundo. La oscuridad cada vez era más como una propiedad mía que como un invasor y yo ya me había rendido. Me desvanecía de a poco e intentaba volver a mi sueño. Si es que lo que estaba viendo era realmente la realidad de mi despertar, entonces prefería volver a mi sueño y creí haberlo logrado, cuando nuevamente sentí el viento, el olor a tierra y bosque, pero cuando abrí los ojos de nuevo, la sombra aún estaba ahí mirándome, esta vez sí fue violenta, me envolvió y comenzó a apretarme, desperté pensando en que me desmayaría en cualquier momento, traté de salir lo más rápido que pude de la cama y creo que logré verla una vez más, saliendo de mi cuerpo huyendo antes de que cayera al piso agotado e inconsciente.

Lo demás lo recuerdo de esta mañana, ambos ayudándome a recomponerme, tomando una ducha antes de contarles todo esto y esos ojos mirándome permanentemente. Quiero sacarme esa sensación. Siento que algo está ahí tratando de cazarme y creo que no se va a detener hasta matarme o hacerme no despertar nunca más, para tenerme bajo su control hasta morir. Es terrible, de verdad estoy al borde del colapso y creo que es prudente decirles que si no es posible hacer algo a corto plazo, me puedan internar o medicarme algo para poder dormir como no he podido hace meses. Se los ruego de todo corazón. No quiero morir. De verdad, no quiero morir.
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Levantamos la mesa junto a Fernando pasada declaración acá escrita. Dentro de estas palabras pudimos ver lágrimas y temblores en la voz de NSM, está aterrado, de verdad su sentimiento es el de haber sido abusado por este ente que lo invade por las noches y creemos que en un próximo examen de sueño que hagamos podremos dilucidar algunos detalles más concretos acerca de las experiencias que su mente le está induciendo al momento de su descanso. Fernando está asustado. Yo debo reconocer que también. Me cuesta creer que nuestra propia mente, como bien lo dije anteriormente, nos traicione de esta forma haciéndonos pasar por traumas como éste, al borde de querer y suplicar a alguien quien no tiene aún la respuesta de su problema, que no quiere morir. Son palabras fuertes que te quedan rondando de por vida. Solo espero que a futuro logremos desentrañar algo científicamente probado y ayudemos a más personas como NSM. No me gustaría saber a ciencia cierta que hay personas que mueren por experiencias como ésta.

Texto agregado el 24-07-2016, y leído por 47 visitantes. (0 votos)


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