Oigo tus pasos, caminando por la cornisa.
La luna bajo el cristal, reflejada en el espejo.
Sigiloso te inclinas a la caída.

Escucho tus pasos acercándote,
Y el sonido acrecentarse,
Mi emoción delirante, imaginando que podrías hablarme.

Tu boca cerrada, cocida por aquel hilo que enhebraste en silencio, con tristeza.
Pinchó mis dedos, que quedaron marcados…

Creo que hoy solo dormiré en tus pies, y bajo aquella luna, te observaré.